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Prueba del Ford Kuga PHEV, un SUV para cualquier situación

Ford Kuga PHEV.

Pedro Urteaga

Para quien no anda (muy) sobrado de dinero, es normal aspirar a disponer de un coche que le sirva para todos los usos que forman parte de su día a día y, además, sea lo más respetuoso posible con el medio ambiente. Los eléctricos no sirven en general para distancias largas, y muchos de los SUV eco que se venden son carne de asfalto, de modo que un ejemplar como el Kuga híbrido enchufable (PHEV), que permite una cierta utilización en campo, se antoja uno de los pocos vehículos aptos para todo que cabe encontrar en el mercado.

A la venta entre 37.600 y 42.860 euros, ayudas del Plan Moves no incluidas, el último Kuga que ha pasado por nuestras manos combina un motor de gasolina de 2,5 litros y 152 CV con un motor eléctrico de 132 CV para obtener en conjunto 224 caballos. La batería de alta tensión, de iones de litio, tiene una capacidad nominal de 14,4 kWh -útil de 10,6- y ofrece una autonomía homologada en modo eléctrico de 56 kilómetros, suficiente para conseguir el distintivo ambiental 0 emisiones de la DGT.

Sus rivales principales, por potencia y precio, son el Citroën C5 Aircross Hybrid, el Peugeot 3008 Hybrid y el Mitsubishi Outlander PHEV, modelo este último que tuvo la virtud de comercializarse antes que ningún otro híbrido enchufable y, durante el periodo de soledad que disfrutó, se benefició de un elevado nivel de ventas.

El Kuga PHEV que tenga a los mandos un usuario responsable, esto es, que lo recargue antes de usarlo, permite en primer lugar recorrer la mayoría de los trayectos cotidianos en modo cero emisiones, merced a los 40 o 50 km de autonomía eléctrica (en conducción real) que proporciona. En carretera, el consumo oscila entre los 5,5 y los algo más de 7 litros/100 km, según la batería disponga de algo de carga o se halle completamente vacía, cifras que en ningún caso resultan excesivas considerando el sobrepeso con el que carga todo híbrido enchufable.

Durante nuestra prueba cubrimos una distancia de 357,6 km con un consumo medio, empezando con la batería a tope y usando un modo de funcionamiento híbrido, de 4,9 litros/100 km. Según el ordenador de a bordo, casi 181 de los kilómetros los recorrimos moviéndonos solo con el motor eléctrico.

Cinco son los modos de conducción a disposición de quien se sienta al volante, tres de los cuales son los habituales: Eco, donde se prima la actuación de esta parte eléctrica del sistema para reducir o suprimir el consumo (de gasolina) y las emisiones; Deportivo, que antepone las prestaciones, y Normal, que propone un compromiso entre los dos anteriores.

El Kuga añade un programa para circular por terreno resbaladizo y otro pensado para ayudar a la marcha en nieve y arena profunda, razón por la que decíamos más arriba que estamos ante un vehículo que puede enfrentarse a casi todo tipo de situaciones, siempre que el conductor sienta veleidades off road, eso sí razonables porque para empezar la altura al suelo no es mucha, y lleve unos neumáticos adecuados a tal fin, porque de lo contrario poco pueden hacer los sistemas electrónicos.

Paralelamente, se puede escoger en otro menú la manera en que queremos que se impulse el vehículo, aquí con cuatro formas de funcionamiento: híbrido (tal como arranca por defecto), que hace al sistema graduar automáticamente el uso de los dos motores; eléctrico, donde la batería es la que lleva el peso; reserva de energía eléctrica para otro momento, en el que funciona principalmente el motor de gasolina, y recarga, opción en que este último produce potencia adicional para cargar la batería.

Detalles distintivos del ST-Line

El habitáculo del PHEV se distingue por pequeños detalles del resto de las versiones de la gama. El más visible es el selector del cambio, que consiste en un mando giratorio en lugar de una palanca, y otro lo hallamos en una instrumentación que ofrece información específica del sistema de impulsión híbrido, así como en el sistema multimedia, donde hay menús adicionales para poder programar los horarios de carga y el preacondicionamiento térmico del habitáculo. Estas funciones también se pueden manejar desde la aplicación para dispositivos móviles FordPass Connect.

El maletero pierde capacidad respecto al de los Kuga equipados con motor de combustión interna, debido a que algunos componentes del sistema híbrido roban espacio bajo el piso. El volumen, 411 litros, se antoja pequeño en relación al tamaño del coche y también en comparación con el de sus alternativas híbridas enchufables, que también sufren pérdida de capacidad de carga, pero no tan acusada.

Para el modelo enchufable, Ford ha establecido cuatro niveles de equipamiento: Titanium, ST-Line, ST-Line X y Vignale, este último el más lujoso y sofisticado del catálogo. Nosotros hemos podido conducir el ST-Line X, de un carácter deportivo que se refleja en detalles tanto del exterior como, sobre todo, del habitáculo, donde destaca el pespunte rojo visible en los asientos, el volante y la parte interior de las puertas.

Se trata de una versión provista de una suspensión más firme, con muelles 10 mm más cortos que en el nivel Titanium y que puede ser molesta en determinadas circunstancias, no tanto al filtrar las irregularidades del firme como al paso por ciertas ondulaciones. Por lo demás, el Kuga PHEV presenta un comportamiento estable y seguro, que transmite confianza y permite viajar a buen ritmo.

Potencia, desde luego, no le falta, y eso se traduce en una aceleración de 0 a 100 km/h en 9,2 segundos. Más importante es que solo necesita 5,6 segundos para pasar de 80 a 120 km/h, maniobra que simula un adelantamiento típico y que nos habla bien a las claras del rendimiento aventajado y seguro del modelo de Ford. 

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