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Crece en China el entusiasmo por el coche eléctrico mientras el de los europeos se enfría

Concept car BEE de Continental.

Víctor Celaya

A pesar de su evidente progreso, el coche eléctrico sigue generando una serie de recelos y susceptibilidades que solo muy lentamente van retrocediendo entre la población general. La sexta edición del Continental Mobility Study indica que solo entre los chinos existe un entusiasmo inequívoco por este tipo de vehículos, mientras que persisten muchas dudas entre los ciudadanos de Alemania, Francia, Estados Unidos y Japón.

Desde 2013, señala el informe, la proporción de conductores que pueden imaginarse a los mandos de un automóvil totalmente eléctrico en el futuro ha aumentado en la mayoría de los países, como no podía ser de otra manera, y de manera bastante considerable en algunos. Pero todavía existen grandes reticencias, sobre todo en lo relativo a la baja disponibilidad de estaciones de carga, la ansiedad por la autonomía, la necesidad de extensas pausas para recargar baterías en los viajes más largos y el alto precio en comparación con los modelos con motor de combustión.

Así las cosas, hoy por hoy el 59% de los alemanes no se ve comprando un coche eléctrico en el futuro, por el 57% de los franceses y el 50% de los estadounidenses, y el porcentaje en Japón es solo un poco más bajo (46% por ciento). En el extremo opuesto del espectro, solo 12% de los encuestados en China no se imagina en esa tesitura.

En relación a 2013, cuando Continental exploró este mismo tema de la aceptación de la movilidad eléctrica, la proporción de propietarios de automóviles que declaran tener la intención de comprar un modelo 100% eléctrico ha aumentado significativamente en EEUU (+28 puntos porcentuales), China (+27 puntos) y Alemania (+18). El incremento es modesto en Francia (+3 puntos) y Japón (+1 punto).

Según el estudio, la cuestión de las estaciones de carga es un problema particularmente en las áreas metropolitanas: en las ciudades más grandes, la proporción de usuarios que potencialmente podrían cargar un automóvil eléctrico en su lugar de estacionamiento normal es significativamente menor que en las áreas rurales. Este es particularmente el caso de las ciudades europeas y japonesas. La falta de puntos de carga se cita con mayor frecuencia como un argumento en contra de la compra de un automóvil eléctrico en un futuro próximo entre los habitantes de estas grandes urbes.

La ansiedad por la autonomía es otro de los inconvenientes primordiales de los coches de baterías, si bien la mayoría de las personas puede satisfacer ya fácilmente sus necesidades diarias de movilidad con un vehículo eléctrico, bien porque las distancias que deben cubrirse suelen ser cortas, bien porque los propietarios tienen a su disposición en muchos casos un punto de carga en el domicilio o en el trabajo.

Lo más preocupante que detecta el estudio de Continental apunta a aquellos obstáculos de la movilidad eléctrica que no pueden superarse únicamente mediante avances tecnológicos, al tratarse de asuntos de percepción. En Alemania, un tercio de los encuestados afirma que no consideraría un automóvil eléctrico porque duda de que esa tecnología sea respetuosa con el medio ambiente. En Francia, una cuarta parte asegura lo mismo. 

La situación es completamente diferente en los otros tres países incluidos en el estudio, donde el porcentaje de quienes dudan de las credenciales ecológicas de los vehículos eléctricos es mucho menor, oscilando entre el 11% de Estados Unidos y el 1% de Japón.  

El Continental Mobility Study 2020, elaborado en colaboración con el Instituto de investigación social Infas, se centró no solo en la popularización del vehículo eléctrico, sino también en los cambios de los hábitos de movilidad de la ciudadanía como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Estos cambiaron apreciablemente incluso después de que las medidas de confinamiento se relajaron y la movilidad pudo volver en buena medida a la normalidad. 

Las encuestas, realizadas en septiembre pasado, entre una muestra de la población de China, Japón, Alemania, Francia y Estados Unidos concluyen que el transporte privado ha registrado un notable crecimiento, debido al afán de reducir al máximo el contacto con las demás personas, en tanto que el uso del transporte público y de los servicios de coche compartido se ha reducido de forma significativa en gran parte del mundo.

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