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La inquietud de los fabricantes ante los nuevos límites de emisiones

Kia XCeed.

Pedro Urteaga

El 1 de enero de 2020 se pone en marcha un contador que tiene a la industria del automóvil sumida en un abanico de estados de ánimo que va de una ligera inquietud a un abierto nerviosismo. Como es sabido, en el conjunto del año próximo, las marcas deberán lograr que todos los vehículos que vendan sumen un promedio de emisiones de CO2 inferior a 95 g/km. El incumplimiento de la regulación europea que así lo establece podría acarrear multas multimillonarias que ellas intentan esquivar a toda costa.

Grosso modo, cada gramo de desviación del objetivo se penalizará con 95 euros en cada vehículo vendido. La norma afecta al 95% de la flota en el primer año de aplicación, y el 5% restante tendrá que atenerse a ella a partir de 2021.

Así las cosas, es difícil en los últimos tiempos entablar una conversación con un directivo de cualquier compañía que no trate sobre el temido efecto 2020 y sobre el modo de asegurarse que las sanciones, en caso de que sea inevitable abonarlas, no pongan en peligro la propia supervivencia del fabricante. Las dos salidas parecen claras. O bien el importe de la multa se carga total o parcialmente al precio del coche, o bien se elude el palo dotando a este de la tecnología que le permita cumplir los límites de CO2; por ejemplo, hibridándolo. En ambos casos, el resultado es el mismo: vehículos más caros, lo que no dará alas precisamente a un mercado que lleva ya meses instalado en la atonía.

En este panorama de tanta incertidumbre se inscribe una iniciativa que tiene revuelto al sector desde hace unos días. Una circular interna remitida por Kia Motors Iberia, y conocida a través de las redes sociales, impide a sus concesionarios facturar coches eléctricos e híbridos enchufables a partir del 1 de octubre y hasta el 1 de enero de 2020. También les prohíbe matricular esos mismos vehículos desde el 1 de noviembre, con lo que solo dispondrán de un mes de margen para matricular aquellas unidades que se hayan facturado antes del 30 de septiembre.

El correo electrónico, enviado el pasado 1 de agosto por Javier Casado, director de Planificación y Logística, advierte que “el cumplimiento de estas obligaciones es ineludible sin que queda excepción alguna”, y las pone en relación con el aumento de las emisiones de CO2 en Europa y en España en los últimos años, una tendencia que Casado atribuye a “la diesel fobia del mercado” (sic), al incremento de las ventas de vehículos SUV y al “nuevo ciclo de emisiones basado en WLTP y no en valores NEDC”. El comunicado concluye recordando que “las restricciones anteriormente indicadas serán eliminadas a partir del 1 de enero de 2020”.

La filial de Kia en España no ha desmentido la veracidad del documento y se ha limitado a emitir una nota que afirma lo siguiente: “Para Kia Motors Iberia la transparencia frente a nuestros clientes es un tema prioritario. Por ello hemos informado a nuestra Red de Concesionarios de las dificultades de producción que tendremos en el último trimestre del año, derivadas de la ofensiva de producto y producción que la marca tendrá a nivel de modelos electrificados en el año 2020. La finalidad última es informar a los consumidores que los plazos realistas de entrega de las unidades vendidas, ya de por sí altos, se verán incrementados en los próximos meses debido a estos ajustes en la producción y distribución, necesarios para afrontar con éxito la gran demanda en vehículos electrificados que esperamos para el año que viene”.

Lo que este comunicado atribuye a “dificultades de producción” se vincula desde otros ámbitos con una maniobra para concentrar todos los vehículos de cero o bajas emisiones –esto es, eléctricos e híbridos enchufables– en el casillero de 2020, que es el determinante para las marcas con vistas a evitar las multas de la UE, olvidándose de un 2019 que dan por perdido y que en definitiva no cuenta para el cómputo.

Veamos qué interés particular tendría Kia para acumular sus pedidos de coches limpios a partir del próximo 1 de enero. En primer lugar, la marca coreana podría incumplir el tope de emisiones cuando llegue el momento de hacer cuentas el 1 de enero de 2021, según diversos estudios como el de PA Consulting, que tiene en cuenta el hecho muy relevante de que cada fabricante tiene un límite diferente en función de la masa media de los vehículos que pone a la venta. A Kia le correspondería un máximo de 91,7 g/km y, de acuerdo con la consultora, su flota vendida alcanzaría los 94,9 g/km.

Esto obliga a la firma a comercializar unos 40.000 coches 100% eléctricos en Europa a lo largo del año próximo, lejos de las 16.000 unidades de estas características (los e-Niro y e-Soul) que prevé vender en 2019. No hay que explicar mucho más para entender su necesidad de retrasar las entregas al fatídico ejercicio siguiente.

Además, hay que tener en cuenta que en los primeros años de aplicación de la nueva normativa europea las ventas de eléctricos e híbridos enchufables se computarán aplicando un factor multiplicador, con el fin de incentivar su llegada al mercado. De ahí el interés de todos los fabricantes en lanzar la mayoría de estos vehículos en 2020 y, por lo que vemos, de limitar las entregas antes de esa fecha para cuadrar balances, en este caso no de resultados (que también, en definitiva) sino de emisiones de CO2.

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