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Cargadores de acera, otra solución ingeniosa para los eléctricos que 'duermen' en la calle

Cargadores de acera.

Víctor Celaya

La falta de una red de recarga suficiente es una de las tres grandes barreras a las que se enfrenta el desarrollo de la movilidad eléctrica, junto con el alto precio de los modelos existentes y una autonomía que aún no satisface a todo el mundo. En nuestro país, el problema adquiere proporciones mayores que en otros países debido a un factor que no siempre se tiene en cuenta: el elevado porcentaje de coches que duermen en la calle y, por tanto, no tienen fácil acceso a un punto de carga.

Hace ya tiempo que hemos conocido una solución bien ingeniosa para facilitar la carga de estos vehículos. La iniciativa, que consiste en aprovechar las farolas del alumbrado público para instalar en ellas los conectores, se estrenó en Londres y se trasplantó luego a Berlín, donde Ubitricity, una marca propiedad del Grupo Shell, recibió el encargo de colocar al menos 200 puntos de carga en farolas públicas.

Pues bien, la última idea de que hemos tenido noticia en este campo proviene de la firma Rheinmetall, que propone ahora llenar las ciudades de cargadores de acera o bordillo. El gigante tecnológico alemán, que presentó su proyecto en una reciente conferencia sobre movilidad eléctrica organizada por VDE, la Asociación Alemana de Tecnologías Eléctricas, Electrónicas y de la Información, considera que con ellos se evita la mayoría de los inconvenientes que presentan las estaciones de carga convencionales; de tipo poste, para entendernos.

Los cargadores de bordillo, señalan, se integran en el paisaje urbano de manera casi invisible, ocupan mucho menos espacio que las otras instalaciones que conocemos, pueden paliar en mayor medida la actual escasez de infraestructura y, por último, resultan más baratos de instalar. Además, al igual que los cargadores de farola, hacen un uso inteligente de elementos ya existentes, en este caso las aceras.

Rheinmetall ha pensado también en la problemática, fácil de imaginar, relativa a los cables de carga molestando en la acera en cuanto varios coches eléctricos quieran utilizar estos dispositivos. Aquí la situación parece más controlada que en el caso de las farolas, pues la distancia entre el vehículo y el enchufe es más corta y, por tanto, los cables interfieren menos en el espacio público. Además, no cuelgan en ningún momento, sino que van por el suelo.

Particularmente en el centro de las ciudades, “el espacio libre es escaso -aduce la firma con sede en Düsseldorf-, lo que significa que la creación de nueva infraestructura solo es posible a expensas de otros usuarios de la vía, como peatones o ciclistas. Y optar por algo más grande, por ejemplo los parques de carga (rápida) situados en las afueras, no es una opción para muchos consumidores, especialmente debido a consideraciones de costo y tiempo. Por lo tanto, existe un riesgo real de que el auge de la electromovilidad, sobre todo en las áreas metropolitanas, pueda tambalearse antes de que comience a desarrollarse adecuadamente”.

Los cargadores de acera de Rheinmetall permiten disponer de carga en corriente alterna de hasta 22 kW de potencia máxima, con integración en los sistemas de fondo existentes o en estructuras de sistemas de carga que ya existen gracias al conocido como Protocolo de Punto de Carga Abierto.

Se trata, además, de un tipo de instalación que, según el propio fabricante, ofrece notables facilidades tanto para la actualización como para el mantenimiento. Así, se pueden preparar calles y estacionamientos completos para los cargadores de bordillo, lo que favorece la escalabilidad posterior y las sinergias con respecto a la planificación, el permiso, la construcción, etc. Para este propósito, se instalan los llamados bordillos ficticios en los lugares de carga deseados, de modo que posteriormente el módulo electrónico se pueda adaptar a la demanda real de recarga.

El reequipamiento se puede realizar en pocos minutos, al igual que el mantenimiento, puesto que la unidad electrónica se puede quitar y poner fácilmente. Por supuesto, esta tecnología está diseñada para soportar las duras condiciones ambientales y garantizar una larga vida útil.

La compañía alemana ve también atractivos los cargadores de bordillo en otros ámbitos, entre ellos edificios de pisos, entornos residenciales con viviendas unifamiliares o aparcamientos de centros comerciales.

Ideales para países como España

Sin duda, España podría ser uno de los países más interesados en adoptar una solución como esta. Uno de nuestros rasgos diferenciales es que casi el 65% de la población vive en pisos, según datos de 2018 de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat). De hecho, en toda la UE, solo Letonia nos supera en porcentaje de residentes en este tipo de edificaciones. En el extremo contrario, Irlanda cuenta con un 92% de habitantes que reside en viviendas unifamiliares, donde lógicamente la recarga de un coche eléctrico resulta infinitamente más sencilla.

Para contemplar el panorama completo que dibuja nuestro país hay que tener en cuenta además que alrededor del 70% de los coches de nuestro parque móvil no pasa la noche en garajes sino en la calle, lo que dificulta la recarga nocturna, que es no solo la más habitual sino también la más económica en términos generales. Los cargadores en farolas y, ahora, los de acera podrían ayudar, desde luego, a levantar este freno a la movilidad eléctrica.

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