En la actualidad estamos viviendo la expresión de este fundamentalismo cristiano con el denominado 'pin parental', que yo llamo 'el veto parental y marental', y que no es otra cosa que la imposición de un concepto homofóbico y la defensa de la violencia machista puesto que no se reconoce dicha violencia y se pone el acento cínica y falsamente en las denuncias falsas, que suponen solo un 0,01% del total.
Con este veto se quiere quitar la autoridad al profesorado, ya de por sí muy cuestionado. Se ataca a la escuela pública y se abre un camino muy peligroso porque no solo se cuestiona las actividades complementarias impartidas por personal ajeno al centro, sino que se cuestiona al propio profesorado y se le denuncia cuando el hijo señala que en clase le han enseñado que hay que respetar a los que tienen otra orientación sexual. Me imagino que los padres pensarán lo siguiente: “¿Qué un maricón va a ir a la clase de mi hijo a decir que hay que respetarlos cuando son enfermos y depravados?”.
El 'pin parental', para 'mi veto parental y marental', es un ataque a la educación y a las instituciones educativas que son los únicos garantes de la enseñanza de valores y principios. Las familias no lo garantizan porque pueden enseñar disparates y contravalores. Quieren volver a la España oscura y que está en contra de los derechos humanos. Por cierto, ¿le van a poner el 'pin parental' a sus hijos en las redes sociales, los móviles y los ordenadores?
Si miramos la historia de este fundamentalismo, hace muchos años que los diversos gobiernos norteamericanos, a través de la CIA, fomentaron y promovieron los movimientos cristianos llamados evangelistas para hacer frente a la Teología de la Liberación en Latinoamérica. Este movimiento luchaba contra la injusticia social y a favor de países en libertad y en paz, en confrontación con los grandes terratenientes, las grandes fortunas y los intereses de las multinacionales de los países llamados occidentales. Fueron millones de dólares para crear estos grupos evangelistas, la derecha católica, además de apoyar a los paramilitares y a los gobiernos dictatoriales, así como la planificación de golpes de estados cuando no se plegaban a los intereses norteamericanos.
Han pasado años desde entonces y vemos cómo los evangelistas toman el poder a través de las urnas utilizando el poder judicial para desmontar a la oposición como ocurrió en Brasil con el encarcelamiento de Lula que, según las encuestas, tenía muchas posibilidades ganar, y en el caso de que fallen las urnas, dar un golpe de Estado. Hace poco vimos la imagen de soldados con el crucifijo, el rosario y el fusil en una exhibición religiosa-militar para declarar la guerra a todo aquella persona que no acepte este credo religioso-capitalista. En nombre de este cristianismo capitalista se asesina, se tortura y se encarcela. Todo ello en nombre de Dios, exhibiendo la Biblia como una amenaza y una declaración de guerra, sobre todo, a la izquierda y a los defensores de los derechos humanos. Es una declaración de guerra a lo diferente y a lo diverso.
Siempre se ha dicho que la violencia de carácter religioso es la más cruel y duradera porque se hace en nombre de un ser absoluto. Se está convencido, por ejemplo, de que se le puede pegar un tiro en la cabeza a una persona y arrstrarla a una cuneta porque es una misión divina. Estamos ante un fundamentalismo cristiano atroz y lleno de horror, como cualquier fundamentalismo.
Recuerdo en los campos de refugiados cómo los musulmanes huían del Estado Islámico, ese fundamentalismo islámico. El fundamentalismo cristiano, el islámico y el judío convergen en la muerte y la destrucción. Estos tres fundamentalismos consideran traidores a gente que profesa su fe, pero no sigue sus directrices.
Volviendo al fundamentalismo cristiano, lo podemos encontrar en los partidos de ultraderecha en Europa, donde se ubica la extrema derecha católica y todas las iglesias evangélicas; lo que también sucede, sin duda alguna, en España. Tienen claro que han de acceder al poder y utilizan todos los mecanismo a su alcance: medios de comunicación, noticias falsas o decir que el Gobierno actual es ilegítimo, con lo cual están incitando, de algún modo, a llevar a cabo un golpe de Estado. De nuevo, unen la biblia con las armas y el poder. Lo tiene clarísimo.
Muchas personas no creyentes, incluso ateos, nos interpelan y nos cuestionan diciéndonos que cómo es posible que un mensaje de Jesús que invita a la paz, al amor, e incluso al perdón a los enemigos se haya convertido para estos fundamentalistas en un mensaje de odio, poder, dictadura y muerte. Les digo que han destruido el mensaje de Jesús de Nazaret y que a quienes defendemos otras concepciones nos consideran comunistas, rojos, al tiempo que nos desprecian y piensan que deberíamos ser expulsados de la Iglesia y condenados socialmente. Se autoproclaman dioses de la vida y de la muerte, por eso bendicen armas, ejércitos, e invitan a la sublevación de los militares para establecer un orden religioso y capitalista.
A mí me cuesta entenderlo porque el mensaje por la paz, la justicia, la acogida, incluida a los extranjeros, la hermandad, el perdón, la solidaridad y la dignidad son pilares de la vida de Jesús de Nazaret. Y se puede compartir este compromiso con otras personas que luchan por estos mismos valores desde otras opciones humanistas o credos religiosos y políticos.
La extrema derecha está alimentada por la extrema derecha religiosa y la convierte en una amenaza para esa sociedad que busca y quiere la libertad y la convivencia pacífica porque matan, torturan y encarcelan en nombre de un Dios inventado que les hace creerse impunes e inmunes ante su crueldad.
Hay que seguir luchando contra cualquier fundamentalismo, defendiendo los valores que emanan de la declaración de los Derechos Humanos, perdonar esta insistencia y desentrañar sus mentiras y estrategias de miedo por el bien de la humanidad.
1