Con motivo del día de la Constitución Española, el 6 de diciembre, se ha celebrado en el colegio Nuestra Señora de Atocha de Murcia un acto sobre la Constitución y los Derechos de la Infancia con la presencia de Víctor Marín, consejero de Educación, José Luis Díaz Manzanera, fiscal superior de la Región de Murcia y el magistrado de menores, Rafael Romero. En dicho acto se izó la bandera y se leyó un manifiesto sobre la Carta Magna, y esto motivado y vinculado a la aprobación de la asignatura el año pasado con el título La Constitución Española y la Unión Europea.
Viendo esta noticia me surgen varios pensamientos y varios sentimientos, que se pueden resumir en tristeza e indignación. Pensaba en esos menores de Santa Cruz a los que cerraron su centro y que se había pedido una intervención para protegerlos tanto a la Fiscalía Superior como a la Fiscalía de Menores, pero no hemos obtenido respuesta y el resultado ha sido el cierre de este centro, que no presentaba ningún problema e, incluso, era modelo de integración.
Hay que tener en cuenta de que todo eso pasó con el agravante de una segregación racial, puesto que han separado a los menores no acompañados de sus otros amigos y los han llevado a otro centro, desarraigándolos y rompiendo los lazos de amistad. Es una gran contradicción celebrar la Constitución Española y los derechos de la infancia y no hacer nada, hasta el momento, por esa infancia del centro de menores de Santa Cruz y permitir el cierre por motivos racistas y xenófobos. Estaba en sus manos intervenir y no han hecho nada, solo dejar pasar el tiempo y, por tanto, desproteger a estos menores y que los racistas que promueven la deshumanización logren sus objetivos llenos de maldad y derroten a la Constitución y a los derechos de la infancia.
También pensaba en esos menores que necesitando una plaza de comedor escolar no la van a tener o en esas familias que tienen mucha dificultad en comprar todo el material escolar a sus hijos e hijas, porque como dice el Artículo 27: “Todos tienen el derecho a la educación”. A esto podemos sumarle la gran dificultad de compatibilizar la vida laboral y la vida familiar, que incluye la educación de los hijos e hijas en la vida familiar. Nuestra Constitución defiende el trabajo digno y el pleno empleo y estamos muy lejos de ello y la infancia sufre esta pobreza, porque no hay que olvidar que existe una pobreza infantil en nuestra Región del 40,7%, la más alta del país, con una pobreza severa infantil del 20,8%.
No quisiera terminar este artículo sin hacer mención al drama de los desahucios, al inmenso dolor de las familias y al inmensísimo sufrimiento de la infancia que sufre una situación traumática, destrozando sus vidas y robándoles su infancia. Se sigue desahuciando a familias con menores, sin obviar que estos procesos conllevan romper las familias y desgarrar la vida de unos niños y niñas que no entienden por qué tienen que abandonar sus hogares y alejarse de sus amigos y amigas de la calle y de la escuela.
Espero que la próxima vez que se celebre la Constitución Española y los Derechos de la Infancia se realice en un contexto de dignidad y de coherencia porque de lo contrario nos situaremos en la hipocresía política, judicial y educativa que alimenta la inhumanidad que destruye la infancia.
Seguiremos esperando noticias del fiscal superior y de la Fiscalía de Menores del escrito que presentamos colectivos de cristianos y cristianas sobre el cierre del centro de menores de Santa Cruz, unidos a otros colectivos que también presentaron otras denuncias en la misma línea. No perdemos la esperanza y seguiremos creyendo que no hemos matado del todo al ser humano que toda persona lleva dentro y pueda resurgir. Lo dicho, sentimos tristeza e indignación y, pesar de todo, seguiremos caminando.
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