El picotazo eterno de Scorpions en Pamplona: la banda celebra 60 años de historia de amor con 12.000 seguidores
Los enamorados del histórico grupo alemán vibran en el Navarra Arena y reviven una noche clásica de hard rock que recordó a las veladas mágicas ochenteras
Rudolf Schenker, fundador de la banda Scorpions, en pleno directo MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
“El primer concierto de mi vida fue el de Scorpions en 1987, en el Velódromo de Anoeta”, comenta Isabel, una donostiarra que se ha acercado al concierto que la banda alemana ofrecerá en la capital navarra con motivo de su sexagésimo aniversario. “En aquel momento era una niña, y hoy vengo con la misma persona con la que fui aquel 10 de noviembre: mi amiga”, cuenta Isabel, que no esconde su felicidad en las primeras horas de la tarde.
Fans de la banda disfrutando del concierto MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
Paseando por las calles de Pamplona un 15 de julio por la tarde, los vecinos se preguntan si aún siguen las fiestas patronales de San Fermín que convierten la ciudad en el epicentro mundial de la celebración durante nueve días. Pero no: hace apenas unas horas, las fiestas se han dado por finalizadas con el tradicional “Pobre de mí” en la plaza del Ayuntamiento. A medida que pasa la tarde, en los diferentes bares y establecimientos hoteleros se percibe cómo la ciudad se prepara para un nuevo evento. Musical, en este caso. Uno que atraerá a aquellos que quieren revivir los viejos 'hits' de una banda mítica de los años 70 y 80. Para muchos, hoy toca guardar los atuendos blancos... y “volver al negro”.
Uno de los recepcionistas de un hotel del centro de Pamplona comenta: “La mitad de los huéspedes han venido por el concierto”. Y añade: “Cuando hay un concierto de reguetón, suele venir mucho público del sur; pero en los de rock, la mayoría viene del País Vasco”. Muchos de los que acuden a este nuevo 'remember' estuvieron en aquel concierto histórico en el Velódromo de la gira de 'Love at First Sting', el álbum que les catapultaría a la banda alemana a la fama mundial. Según relatan los presentes, aquel noviembre se vivió una noche inolvidable en pleno apogeo del 'heavy' metal, que quedó en la memoria de muchos de los 'heavys' –y también de los no tan 'heavy's– de la zona norte de la península.
Es un evento comparable a clásicos como el Monster of Rock del 1988 en la plaza de toros de Pamplona o el concierto de Dave Lee Roth, ex de Van Halen, en el Velódromo de Anoeta. De aquellos conciertos se sigue hablando, precisamente, entre quienes hoy recorren el trayecto entre el centro y el Navarra Arena, atravesando calles como la Estafeta, la Plaza del Castillo, la Avenida Carlos III el Noble, la Avenida de Zaragoza o la Calle Sadar.
Rudolf Schenker y Klaus Meine, alma y voz de Scorpions, en pleno directo sobre el escenario del Navarra Arena MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
Rugido eléctrico para el recuerdo
A las 19.00, Pamplona comenzaba a saturarse de autobuses y taxis que trasladan a miles de rockeros al Navarra Arena. Muchos de ellos no quieren perderse a los teloneros Dirty Honey, banda angelina que acaba de públicar su tercer albúm de larga duración.
Al rededor de las 20.15 horas salía a la escena el joven grupo formado en 2017, ofreciendo un 'hard rock' que bebe tanto del espíritu sureño de unos primerizos The Black Crowes como de la energía desbocada de los primeros Guns N' Roses. Entre las canciones interpretadas destacó 'When I'm Gone', que alcanzó el número uno en la lista Billboard Mainstream Rock Songs, una pieza con reminiscencias claras de AC/DC. Temas como 'California Dreamin' o 'Won’t Take Me Alive' no solo calentaron el ambiente: lo dejaron a punto de ebullición. A las 21.15, el público ya se encotraba impaciente, con familias enteras en primera fila portando pancartas, banderas y la esperanza de que algún fotografo inmortalizara el momento.
Puntuales, con precisión alemana, a las 21:25 horas Scorpions salieron al escenario tras la proyección de un video que repasaba sus 60 años de trayectoria. El cantante Klaus Meine tomó el centro del escenario, mientras Rudolf Schenker (guitarra), Matthias Jabs (guitarra), Pawel Maciwoda (bajo) y Mikkey Dee (bateria) recorrían la pasarela para alentar al público, que desde el primer momento respondió con entusiasmo a cada gesto de cercanía.
Tras la potente 'Coming Home', con su estructura en dos partes –una introducción melódica seguida de un hard rock acelerado–, llegó 'Gas in the Tans' del albúm 'Rock Believer' (2022), y 'Make it Real', del siempre olvidado 'Animal Magnetism'. 'The Zoo', también de 'Animal Magnetism', bajó el ritmo para ofrecer una de las partes ritmicas más creativas del quinteto, antes de dar paso al instrumental 'Coast to Coast' del clásico 'Lovedrive' del año 1979. En esta primera parte del concierto, Meine tuvo algunos problemas para alcanzar a ciertas notas y se le escapó algún desafine, pero eso empañó el espectáculo. El público valoraba, por encima de todo, que tras tantas décadas la banda siga llenando estadios y entregándose en directo.
Después llegó el giño definitivo a la década de los 70, antes del éxito masivo, con un medley formado por 'Top of the Bill'/ 'Steamrock Fever'/ 'Speedy's Coming' / 'Catch Your Train'. Uno de los momentos más intensos de la noche fue 'Bad Boys Running Wild', eterno himno ochentero con toques de 'glam metal', corado por todos los presentes. Esta canción dio paso a la sección más emotiva de la noche: la de las baladas. 'Sent me an angel' y, sobre todo, 'Wind of Changes' desataron la emoción colectiva de casi 12.000 espectadores.
El inicio de esta ultima fue espectacular. En cuanto sonó el clásico silbido, el público supo que estaba a punto de escuchar una de las baladas más icónicas de la historia del rock, no solo por su riqueza musical, sino por su profundo significo político. Escrita por Meine en 1989, la canción se lanzó un año después, después de la caída del Muro de Berlín. Al final del tema, la bateria quedó sonando sola mientras el público coreaba el estribillo, y finalmente, sin ningún acompañante, el estribillo volvió a resonar en la voz colectiva del Navarra Arena.
Klaus Meine, el cantante de Scorpions, cantando uno de las canciones emblemáticas de la banda MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
'Loving You Sunday Morning' y 'I'm loving you', hicieron las delicias a los fans más hardrockeras, gracias a los riffs y solos distorsionados de Schenker y Jabs, marca inconfundible de la casa. A continuación, MÄ ciwoda y Dee ofrecieron conjuntamente un duo de bajo y bateria, que culminó con un solo apoteósico del ex de Motörhead, repleta de dobles bombos de infarto. Tras el concierto un fan comentaba: “Realmente consiguó motivar a todo los presentes”. Otro añadía: “Fue uno de los momentos clave de la noche. Muchos le conocíamos de Motörhead, y ese giño a su antigua banda, nos ha gustado a todos”.
Con 'Tease Me Please me', la banda mantuvo el pulso del concierto. Cuando Schenker comenzó a rasgar los primeros acordes del divertido 'Big City Nights', el público se sumergió en una fiesta eterna con sabor ochentero. No es casualidad: la canción habla exactamente de eso, de la diversión desatada en una gran ciudad, desde la puestad de sol hasta el amanecer.
Muchas parejas presentes en el Arena se abrazaban y compartían calor emocional cuando comenzaron los primeros arpegios de 'Still loving you', la balada por antonomasia de los ochenta. Fue el broche emocional con el que la banda parecía despedirse.
Tras unos minutos de oscuridad y silencio, unos tonos azules empezaron a aparecer en las pantallas principales, clara referencia al mítico álbum 'Blackout' del año 1982, para muchos, el más querido. Y de repente, estalló el riff más esperado de la noche: el de 'Blackout', interpretado con furia por Schenke. “Fue el mejor momento de la noche. Ese inicio me transportó al 82, me sentí adolescente de nuevo”, comentaba una seguidora al finalizar el concierto.
Y ahora sí, llegaba el momento de decir adiós. Lo hicieron con la canción que lo cambió todo: 'Rock You Like a Hurricane'. Detrás de ellos, un gigantesco escorpión iluminado acompañaba la despedida ante un público consciente de que esta noche llegaba a su fin. Después de casi dos horas de un sudoroso y eléctrico concierto, las luces se apagaron.
Los más pequeños también disfrutan del espectáculo de Scorpions en el Navarra Arena MATTIN IZAGUIRRE EGUIGUREN
“Estamos los que teníamos que estar”
A comienzos de los ochenta, Meine perdió la voz. Los médicos le dijeron que el problema no tenía solución. En aquel momento, el cantante no podía imaginar que, 45 años después, seguiría siendo el 'frontman' de la banda. Cuando Meine comunicó a Schenker que debían buscar un nuevo cantante, el guitarrista fue tajante: “Te esperaremos en el estudio”. Y así fue. Meine regresó y grabaron el disco que les devolverían al centro: 'Blackout'.
Una fan, que ha ido al concierto junta a su amiga y sus dos hijos, explica: “Los descubrí con 12 años y los vi con 18. En aquel momento, fue lo mejor que me podía pasar. Y hoy ha sido el mismo recuerdo, la misma vivencia y la misma alegría. Son mi grupo fetiche”. Y añade sonriendo: “Encima he conseguido transmitírselo a mis hijos. Desde que nacieron les he inculcado los Scorpions. Se han animado a venir, igual que mi amiga del alma. Estamos los que teníamos que estar”.