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Héroes que lloran y están hartos de pelear: cuentos para construir otras masculinidades desde la infancia

Una ilustración de "Héroes en zapatillas".

Patricia Gea

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Aunque una buena parte de la literatura infantil todavía sigue recreando estereotipos machistas, empiezan a surgir libros y cuentos que presentan otro tipo de referentes masculinos. La demanda lo exige: muchos padres y madres no quieren que sus hijos se eduquen como tipos duros, vehementes y desprovistos de sentimientos. ¿Es que no puede un superhéroe cuidar de su bebé, resolver los conflictos hablando en vez de peleando, o llorar sin parecer débil? ¿No puede estar un cuento protagonizado por un niño trans, un caballero andante con tutú o un joven que cuida de su abuela?

La cooperativa Pandora Mirabilia, que trabaja para incorporar la perspectiva de género a la comunicación, la formación y la cultura, ha demostrado con su último CD de audiocuentos, Héroes en Zapatillas, que no solo se puede incorporar ese tipo de protagonistas, sino que además es necesario. El proyecto, que ha iniciado una campaña de crowdfunding hasta el próximo sábado 12 de diciembre, está compuesto por seis audiocuentos y seis canciones, pensados para niños de 5 a 12 años (y sus familias), en los que se presentan chicos de todo tipo: caballeros con tutú, nietos cuidadores, viajeros amistosos…

“Tenemos muy claro cómo trabajar con los referentes femeninos, visibilizarlos y empoderar a las niñas, pero, ¿qué hacemos con los niños? También hay que sacarles de los estereotipos, darles otros modelos y romper con las viejas masculinidades”, dice Soraya González, coautora de Héroes en Zapatillas. Se dieron cuenta de esta necesidad después de haber publicado hace seis años una colección de cuentos ('Un cuento propio') protagonizados por mujeres que la historia no ha dado a conocer. “Nos llegó entonces una gran demanda de padres y madres con hijos varones que pedían un cuento protagonizado por chicos y que pusieran en valor otras cualidades más allá de la valentía, la acción, la competencia, la agresividad o el poder”.

En ese momento el equipo de Pandora Mirabilia se puso a trabajar en ello. “Teníamos bastante claro lo que queríamos visibilizar. Llevamos, por ejemplo, a los personajes masculinos al ámbito privado, a todo aquello que tenemos en la agenda feminista, como los afectos, los cuidados o la crianza. Presentamos la resolución de conflictos de manera dialogada, relaciones de cooperación entre niños, superhéroes que no son rivales sino que son amigos y se cuidan, hay incluso una historia de amor entre dos de ellos”, explica Marta Monasterio, coautora del proyecto. No se trata, dice, de sacar una moraleja o ejercer de “moralistas”, sino de abrirles la mirada con un abanico de representaciones masculinas y femeninas diversas. “Los niños y las niñas ya tienen esa diversidad, pero no se le hace hueco en los cuentos, las canciones, las familias o los colegios”, apunta.

Los cuentos muestran, además de nuevas masculinidades, nuevas formas de entender las relaciones entre hombres y mujeres, niños y niñas. “Hemos colocado arquetipos femeninos que se suponen como malvados, como la medusa, en papeles que no dan miedo y que establecen una relación de amistad con los personajes varones”, explican las autoras. Y como en el mundo real también hay diversidades sexuales y de género, una de las historias está protagonizada por un niño trans.

“Sin embargo, aunque sí recoge aspectos de su transición, no es ese el motor de la trama porque queríamos mostrar que un niño trans es mucho más que eso. Hemos puesto en el centro una relación de amistad de balcón a balcón durante el confinamiento, en la que uno de los niños antes se llamaba Lucía”, aclaran. “Abordar estas historias en los niños puede parecer complicado, pero ha sido más sencillo de lo que creíamos. Todo es más fácil de explicar desde su mirada. No han pasado por el filtro de los prejuicios. A veces las etiquetas las ponemos los adultos”.

Cada cuento está atravesado por un tema que el equipo de Pandora ha creído imprescindible abordar desde la perspectiva feminista. “Hay un niño que conoce a un superhéroe que se dedica, básicamente, a cuidar a su bebé, un príncipe que renuncia a su reino porque no le interesa el poder o un caballero andante al que le gustan las estrellas”. Las impulsoras del proyecto conciben el cuento como una herramienta cultural que transmite valores y legitima unos u otros estereotipos e instituciones, por eso creen que es necesaria una ficción infantil que ponga en el centro la igualdad y la tolerancia a la diversidad. “Aprendemos nuestra identidad de género a través de los discursos y relatos culturales”, apunta Irene García Rubio, coautora.

“El modelo de hombre hegemónico, a pesar de todos sus privilegios, también genera sufrimiento. Ser el más malote, el más valiente, el más competitivo, el más autosuficiente, implica perseguir un modelo difícil de alcanzar y con un alto coste. Los niños se autocensuran a medida que van creciendo, aprenden a reprimir sus emociones, a no parecer frágiles, a ocultar su vulnerabilidad y sus sentimientos. Dejan de llorar, de disfrazarse con vestidos, incluso de mostrar que les gustan cosas como cuidar plantas”.

Los libros infantiles, dicen, pueden ser un dique de contención de las violencias machistas, y han de trabajar para ello en una doble dirección. “Tenemos que enseñar a las niñas a defenderse y ser autónomas, pero también a los niños a relacionarse desde el respeto y el conocimiento mutuo”. Por eso es imprescindible ampliar la mirada sobre qué significa ser hombre y “hacerlo en positivo”, es decir, invitando a soñar e imaginar otros modelos desde el disfrute, por ejemplo con los cuentos y la música.

Irene García explica que han elegido el formato CD con audiocuentos porque “aunque pensamos que el audiovisual les retiene más la atención, hemos comprobado que el sonoro también funciona. A los niños y las niñas les encanta que les cuenten historias aunque ya sepan leer”. La clave, concluyen, está en hacerlo atractivo: “A veces lo educativo es muy moralino, no tiene en cuenta la tensión dramática u otros aspectos literarios, estos audiocuentos están planteados para que un niño se quede quieto durante diez minutos escuchando una historia que tiene efectos especiales, que va acompañada por música de todo tipo, desde cumbia, a pop y reggaeton, y en diferentes formatos narrativos, desde un cuento rimado en romance, hasta la radionovela y la fábula”. Aunque parezca que ha pasado de moda, dicen, “tenemos que recuperar la tradición oral, el arte de contar”.

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