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ENTREVISTA | Luigi Zoja, sociólogo y psicoanalista

“Los hombres están perdiendo la vergüenza a quedarse en casa cuidando de los hijos”

El escritor Luigi Zoja. FOTO: I.A

Iñigo Aduriz

Desde Homero y Virgilio hasta hoy en día, el sociólogo y psicoanalista italiano Luigi Zoja (1943) interpreta la paternidad desde un particular punto de vista de lo que es el carácter masculino. Acaba de publicar en España El gesto de Héctor (Taurus, 2018), un libro considerado como una referencia sobre la figura del padre.

En su libro habla con cierta nostalgia de la decadencia de la figura del padre. Llega a hablar del genocidio de los padres. ¿A qué se refiere?

Ese es el extremo, porque no es un genocidio en el que ha habido un nazismo. Se trata de la modernización. Creo que todos tenemos una nostalgia de contenedores más estables bien sea en la familia o bien en la sociedad. Eso corresponde, en parte, a lo que llamábamos el patriarcado. Incluso la política muestra un terrible miedo a esta falta de estabilidad. El problema es cómo se soluciona, porque una gran parte de las soluciones políticas me parecen peligrosas en la medida que son nostálgicas.

¿Qué es lo que le falta a la sociedad actual en lo referido a la paternidad?

Hay muchas más familias monoparentales, e incluso cuando hay leyes como en Italia o en España absolutamente modernas para la equiparación entre hombres y mujeres, los hijos se suelen quedar con las madres. Hay un porcentaje alto de hijos que están creciendo sin padre. En algunas ciudades como París o Nueva York ya hay una mayoría de hijos que crecen sin padre y es lo que presumiblemente en los próximos años vamos a ver generalizarse. Se trata de una ausencia estadística. También hay una ausencia simbólica del principio paterno, que no funciona como lo hacía antes.

¿Considera que existe alguna diferencia entre crecer con un padre o hacerlo con una madre en sociedades occidentales en las que se promulga la igualdad?

El problema es el principio psicológico del padre, que es el que falta, aún cuando no falta el padre. Una paciente me dijo una frase muy icónica: “el padre de una familia campesina tradicional italiana era un tirano, pero era un padre. El padre de una familia de clase media actual es un idiota sentado frente a la televisión”. Si me entiende, simbólicamente, cuando hablamos de la ausencia de padre no estamos hablando solo de estadísticas. En muchísimos casos no hubo divorcios pero la desaparición del padre tuvo lugar. Porque criticando los excesos del patriarcado se criticó excesivamente el principio del padre en la familia. La dificultad es tener este principio paterno aún en una familia de lesbianas. Una de las dos mujeres o incluso una mujer soltera tiene que tener en su temperamento algo de maternal pero también algo de paternal. Es decir, enseñar a los hijos a respetar unos límites.

¿Qué significa ese algo paternal?

Debemos diferenciar lo que es una persona con los cromosomas XY de la figura del padre. Porque muchas veces en una pareja gay hay dos seres con esos cromosomas pero no hay una figura del padre, y otras veces el padre puede ser una mujer soltera que ha sido abandonada por su esposo pero ha logrado un equilibrio en la educación entre libertad y límite.

Por eso le preguntaba cuáles son esos supuestos valores de la figura paternal.

Los que tradicionalmente cumplían la función pedagógica. Tradicionalmente se llamaba madre a la persona física cuya tarea era satisfacer los deseos del niño, que era una continuación de amamantarlo, etc. Y, siempre en la sociedad tradicional, el principio del padre era enseñar a los hijos que existen unos límites.

Entiendo por sus palabras que sí puede haber una figura paternal en una única mujer que cría sola a sus hijos, en parejas de gays o lesbianas…

En principio sí. El problema es la alternancia entre el principio maternal y el paternal. Y, también, dentro de la identidad masculina, la alternancia entre la figura del guerrero y del padre afectuoso. Dentro de los héroes griegos, Héctor es un padre afectuoso que abraza a su hijo. Tiene esta identidad masculina compleja, con un instinto bastante guerrero pero habiendo aprendido a ser padre. Pero Aquiles y todos los héroes de la Iliada son máquinas de guerra bastante primitivos, como los animales. Incluso hay una repetición en la memoria de la especie de lo que pasó. Todavía vemos que los grandes monos varones compiten y, cuando tienen éxito en los duelos, tratan de formar un pequeño harén. La naturaleza masculina requiere de una educación.

En el libro dice que el edificio del patriarcado apoya su pedestal sobre la biología. El machismo sigue haciendo lo mismo.

Regresa, desafortunadamente, a ese ámbito, sí. Después de un siglo de esfuerzos feministas, a favor de una mayor democracia de género, desgraciadamente tenemos una sociedad en occidente demasiado machocéntrica. En lugar de ser patriarcal es machocéntrica, lo que es aún peor, más agresiva.

¿Porque la patriarcal tenía otros valores?

Uno tendría que hacer la distinción entre el patriarcado y la figura del padre. En Italia se habla del ‘il buon padre di familia’. Cuando no se sabe decidir algo se dice que puede decidirlo el buen padre de familia. Así que en la tradición sí ha existido ese buen padre, no solo ha habido padres que mataban a hijos o maltrataban a las mujeres.

¿Por qué cuando hay una separación en la mayoría de los casos los hijos se quedan con las madres?

Particularmente en una sociedad, latina, tradicional y católica como es la de España o Italia hay un conservadurismo geográfico que es mucho más difícil vencer que en Suecia o incluso o en Alemania. Pero en casi todos los países se decide así porque incluso en los escandinavos, donde existe una mayor paridad en el cuidado de los hijos, no hay una paridad total. En las parejas, cuando deciden separarse, existe una tendencia a dejar a los niños con la madre.

También dice en su libro que, atendiendo a cualquier momento de la historia, los padres suelen estar menos involucrados en la crianza de los hijos.

Se va haciendo cada vez mejor. En Italia ha habido cambios muy pronunciados. Tenemos estadísticas que muestran que en los últimos 20 años está cambiando a mejor. Pero todavía el 70% de los esfuerzos suele estar a cargo de la madre.

Pero cada vez son más padres los que se quedan en casa para el cuidado de los hijos. ¿Se están perdiendo complejos?

De un lado, se están perdiendo complejos. Y, de otro, no podemos reducir todo a una cuestión de género. También está vinculado a la situación económica general. En todo Occidente, incluso en los países donde las mujeres tienen más derechos, es un poco más fácil para los hombres encontrar un trabajo y se les paga un poco mejor. Es complejo, pero es cierto que el tabú absoluto, la vergüenza de los hombres a quedarse en casa se está perdiendo. Hasta hace poco, cuando yo hacía una conferencia titulada ‘La ausencia del padre’, incluso cuando se hablaba del padre, la mayoría de los asistentes eran mujeres. Hace 20 años había demasiado pudor entre los padres porque si hablas de paternidad tienes que hablar de tus sentimientos. Y es muy importante, porque una relación entre padre e hijo sin sentimientos es una cosa terrible. Y afecta a la generación que sigue. Yo como psicoanalista lo veo todo el tiempo cuando mis pacientes me dicen que sus padres eran demasiado fríos, etc. Esto está cambiando muy lentamente.

Se sigue asociando hablar de sentimientos con la debilidad.

Pero, al contrario, me parece que es una debilidad la incapacidad de hablar de algo tan importante como la relación con tu hijo.

¿Qué se puede hacer desde las instituciones para que la igualdad entre madres y padres a la hora de criar a sus hijos sea más real?

Ya existen esos principios de las instituciones, pero no se disfrutan. En Italia existe la posibilidad de disfrutar de la baja de paternidad, pero la cogen sobre todo las mujeres. Cuando me separé, iba muchas veces a la guardería a por mi hijo, la maestra comenzaba la reunión hablándoles a las madres. Yo era la excepción. Pero con poquísimo esfuerzo la maestra me ayudaba a tener una conexión con mi hijo. Los padres tienen la posibilidad de ir y hablar con los profesores. Esto está cambiando, pero lo hace muy lentamente.

¿Cómo hacer ese cambio?

Yo hago mi trabajo y usted tiene que hacer el suyo. Los periodistas tienen que hablar de esto y educar a su público.

¿Ve un riesgo de involución, de que esa democratización de la figura del padre vaya para atrás?

Seguramente, porque hay una nostalgia de la estabilidad y de cosas seguras. Pero volvemos a que la identidad masculina es más compleja que la femenina porque el padre está construido por la cultura y la educación. Si desaparecen esa cultura y esa educación lo que emerge es el machismo. Los movimientos feministas esperaban un mayor equilibrio entre lo masculino y femenino pero, por ejemplo, no se ve una presencia suficientemente femenina en la política y en las instituciones, y se ve un regreso a figuras que no son de padres sino de machos.

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