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El Ministerio ralentiza los trabajos en la playa de Laida

EUROPA PRESS

El Ministerio de Fomento ha decidido bajar el ritmo de los trabajos que se llevan a cabo en la playa de Laida, en Ibarrangelu (Bizkaia), después de que la reunión celebrada este miércoles entre la Demarcación de Costas del País Vasco, el Ayuntamiento de Ibarrangelu, Diputación Foral y Gobierno vasco, que en su día consensuaron la actuación, para evaluar la alegación presentada por el Ayuntamiento de Mundaka en la que se pedía que se pararan o se ralentizaran los trabajos.

En dicha reunión, técnicos del Ministerio han presentado al resto de las administraciones el estado de los trabajos ejecutados hasta la fecha.

A su vez, todas las partes han aceptado que, si bien se entiende que los estudios llevados a cabo hasta ahora para definir las actuaciones en curso han sido los “adecuados y suficientes”, ante la inquietud generada y la propuesta del regidor de Mundaka, se prescribe un plazo de unos días al objeto de que se analice tal alegación y, de ser el caso, se presente un informe o estudio que pudiera avalar o refutar los anteriores. Mientras tanto, el Ministerio bajará el ritmo de los trabajos.

Coincidiendo con ello, la Demarcación de Costas del País Vasco ha aclarado en un comunicado que “en todo momento” ha actuado de manera “correcta” en la actuación en la playa de Laida. “Los trabajos se están llevando a cabo conforme a lo acordado entre las citadas administraciones, con un seguimiento diario de las zonas en las que se actúa”, ha aseverado.

La Demarcación de Costas ha recordado que, tras los temporales acaecidos a principios de 2014, muchos fueron los puntos de la costa vizcaína que resultaron dañados. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente reparó 59 de ellos, de manera consensuada con el resto de administraciones, con una inversión final de más de 4 millones de euros.

En concreto, la playa de Laida fue una de las más perjudicadas, ya que perdió inicialmente más de 150.000 metros cúbicos de arena de su zona seca. La situación se fue agravando a lo largo del año 2014, en la que tal pérdida de arena alcanzó la cifra de unos 300.000 metros cúbicos, llegando la playa seca a desaparecer en pleamares, reclamándose una solución desde Ayuntamiento, Diputación Foral y Gobierno vasco.

Las peculiares características de este arenal, ubicado en un entorno ambiental privilegiado, obligaron a los técnicos del Ministerio a exigir unas condiciones especiales antes de acometer cualquier inversión en la reparación de dicha playa.

Entre ellas, se encuentra que la solución para los bañistas debía estar consensuada por la totalidad de las administraciones ambientales con competencias en la zona (Ayuntamiento, Diputación Foral, Gobierno vasco y Gobierno de España), avalada por estudios técnicos, y con inapreciable afección al resto de agentes de la zona (a la navegación y al surf, fundamentalmente).

En base a estas premisas se ha venido trabajando durante meses con el apoyo de la fundación AZTI, ampliamente conocedora de la dinámica litoral en la zona, hasta que se ha consensuado la actuación que se está llevando a cabo, y que se ha entendido por todas las administraciones implicadas como la más idónea.

Técnicamente era viable plantear otras soluciones que aseguraran la existencia de una playa de unas determinadas dimensiones, y que aguantara año tras año ante temporales ordinarios. Sin embargo, estas soluciones rápidamente se descartaron, ya que habrían supuesto una modificación del sistema, por la necesidad de espigones o por tener que recurrir a importantes dragados.

La mejor solución

La solución adoptada, denominada técnicamente “reperfilado de playa”, se basa en mover arena en el mismo sentido que lo hace la naturaleza, esto es, se trata de recomponer el perfil que una playa tiene en verano.

Esta técnica es usada en multitud de playas vascas justo antes del comienzo de la temporada veraniega (Plentzia en Bizkaia, o Zurriola u Orio en Gipuzkoa), en las que la arena durante el invierno se ha desplazado desde la zona alta de la playa hacia la zona sumergida.

La actuación consiste básicamente en, durante las bajamares, recolocar la arena con medios mecánicos (camiones y palas excavadoras). Este movimiento de arena generado artificialmente es el que de manera natural existe en toda playa. Lo único que se hace con esta actuación es “acelerarlo”.

Esta solución no garantiza la existencia de una playa seca de unas determinadas dimensiones. Ante un año climático con temporales relevantes, la arena volvería otra vez de la playa seca a la zona sumergida. Por esa razón, se habla de solución blanda y reversible. Sin embargo, esta solución tiene ventajas como que genera playa seca durante el verano, no modifica la dinámica litoral y supone una inversión económica razonable.

“No solo se han seguido los cauces reglamentarios, sino que se ha ido incluso más lejos. Este tipo de actuaciones, de reparación mediante reperfilado, no obligan a tramitación ambiental alguna (de hecho, se llevan a cabo sin ninguna tramitación en multitud de playas anualmente)”, ha explicado Costas.

Sin embargo, se optó por conseguir la exención ambiental que permite la normativa mediante Acuerdo del 20 de marzo del Consejo de Ministros (BOE 8 de mayo de 2015), por la que declaran excluidas del trámite de evaluación ambiental diversas obras de emergencia para reparar los efectos de los temporales. Para ello, la actuación se acompañó de anejo ambiental con diversas medidas, entre las que se encuentra, por ejemplo, la de un seguimiento arqueológico en la zona de trabajo.

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