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El apoyo educativo al colectivo gitano baja 100.000 euros en cuatro años

Escolares de etnia gitana en clase.

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

El apoyo educativo al colectivo gitano afincado en Álava ha sufrido una importante merma en los últimos cuatro años. Según los datos manejados por la Asociación Gao Lacho Drom las ayudas que recibían en el 2010 para desarrollar ese cometido alcanzaban los 140.000 euros mientras que la cifra prevista para desarrollar los programas educativos de septiembre del 2013 a agosto del 2014- unas cantidades pendientes de cobrar- se situarán entorno a los 40.000 ó 50.000 euros. “Damos gracias porque mantenemos otras ayudas pero el bajón del Gobierno vasco nos afecta en un área básica para nosotros”, confiesa Rosa Romero, coordinadora de la entidad. Los principales destinatarios de esta dotación eran los alumnos de primaria y secundaria, que acceden gracias a la prestación a clases de refuerzo escolar. Pero la asignación económica también se comparte con actividades de apoyo a familias para que desarrollen cursos de diversa índole, informáticos por ejemplo y se emplea para la intermediación entre centros educativos. “Ahora mismo hay dos personas en Vitoria para realizar estas tareas y para la Rioja Alavesa, que tenemos una población importante tenemos otras dos pero que trabajan horas sueltas a la semana porque no nos da para más con este recurso”, revelaba Romero.

Los recortes aplicados por el Gobierno vasco coinciden con unos niveles de demanda de cursos de formación y apoyo a la escolarización nunca antes conocidos. La crisis ha azotado sin piedad a la comunidad gitana que vive en Álava, compuesta por unas 3.000 personas en su mayoría con baja cualificación profesional y escasos estudios que engloban las listas de parados de larga duración. Estas personas luchan por reinsertarse en el mercado laboral y han apostado por la formación para combatir el desempleo ya que no encuentran hueco en el sector de la construcción, su principal fuente de ingresos hasta hace unos años. por otra parte, la venta ambulante o la venta de chatarra- actividades complementarias para algunos y para otros un medio de vida- han dejado de ser rentables. Tras casi tres años en desempleo, con los subsidios agotados y dependientes de una RGI cuya percepción “se pone en duda en cada renovación”, su única alternativa es reciclarse en otros gremios. De ahí su creciente interés por estudiar.

Desventajas para la reinserción laboral

La Fundación Secretariado Gitano, especializada en programas de empleo e inserción laboral ha registrado también un aumento significativo de solicitudes para cursos formativos. “Si el pasado año atendimos a 200 personas este año vamos para trescientas y pico. Estamos hablando de un colectivo que padece las consecuencias de la crisis de una manera más agudizada que el resto de la población. No podemos obviar que sigue siendo una minoría étnica en riesgo de exclusión que combate en desigualdad de condiciones no sólo en el mercado laboral sino a la hora de aspirar a cursos del Servicio vasco de Empleo, cuyas pruebas de selección muchos no son capaces de superar”, advierte la portavoz de la entidad Nuria Cruz. El Secretariado Gitano hacía publico un informe la pasada semana que desvela que el 48% de los jóvenes gitanos entre 20 y 24 años no reciben no formación ni trabajo. Pese a los avances conseguidos al reducir el absentismo y el fracaso escolar, el camino por recorrer es largo para este colectivo desaventajado frente al resto de la población. “Los niveles educativos hasta los 14 años no están mal pero a partir de esa edad se abre la brecha”, recalcaba Cruz. Por ello ambas organizaciones insisten al destacar la importancia de los refuerzos educativos que permitirán no perder las posiciones ganadas y contribuir a elevar los niveles conquistados.

Ante este desalentador futuro, el ánimo entre la comunidad decae. “De nos ser por el colchón y el compromiso familiar, muy arraigado entre los gitanos, muchas de estas personas estarían en la calle. Comen batallones en una misma casa, generalmente la de los abuelos y repiten menú día tras día: toneladas de patatas. Y al no poder afrontar los alquileres, muchas familias comparten pisos”, relata Romero que hace una llamamiento a todas las instituciones para que mantengan las ayudas al colectivo gitano “ahora que es cuando más las necesitan”.

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