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“La tecnología digital que usamos ha sido creada para ser adictiva”

Nuria Oliver desea contribuir a una Academia que inspire a futuras ingenieras

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“Las grandes empresas tecnológicas son las que están decidiendo el futuro de nuestras vidas cuando no debería ser así. Tenemos que ser nosotros los que decidamos cómo queremos usar la tecnología y a dónde queremos llegar”, enfatiza Nuria Oliver, investigadora de la relación entre la tecnología y la sociedad, el ordenador y el cerebro, quien ha participado en el XX Congreso Internacional de Interacción Persona- Ordenador, organizado en el marco de los cursos de verano de la Universidad del País Vasco. oliver también ha sido declarada 'Ingeniera del año' y ha ganado, entre otros, el premio Jóvenes innovadores del MIT.

Según Oliver, la tecnología que usamos ha sido diseñada para ser adictiva. “Nuestra atención vale dinero y es lo que las empresas monetizan. Es como el caso de las tragaperras, nuestra atención se basa en un premio aleatorio. Ni es seguro ni metemos monedas si sabemos que no hay premio. La evidencia de la recompensa es mucho más vinculante, cuando es aleatoria. Con el móvil, Twitter, Facebook o YouTube pasa lo mismo. Estamos pendientes de los likes que podemos recibir a lo largo de todo el día”.

Como miembro del grupo de expertos de la Comisión Europea que prepara informes sobre el uso de la inteligencia artificial y sobre el uso de la Big Data, subraya la importancia de fomentar la compartición de esos millones de datos que están en poder de empresas particulares con los distintos gobiernos y ONG. “La economía de datos”, apunta, “es responsable de 700 billones de euros que en este momento no son accesibles para el sector público. Con ellos se pueden diseñar políticas de salud pública por ejemplo, entendiendo la movilidad humana en casos de epidemias o en desastres naturales. ¿Cuántas personas pueden ser afectadas y dónde están? Consultando la actividad celular de la zona, como los teléfonos móviles, podemos planificar las actuaciones necesarias”.

El poseer los datos sobre la movilidad humana permite diseñar sistemas de transporte inteligentes que eviten atascos o calculen las emisiones de CO2. Y además en todo el globo, porque los teléfonos móviles están desperdigados por todo el mundo, incluido el no desarrollado. En la actualidad, hay más móviles que seres humanos. “El desarrollo de las zonas más pobres e ir cumpliendo el primero de los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU puede aprovecharse también del uso inteligente del Big Data para conocer por ejemplo el número de personas de una región y medir su grado de pobreza. Los censos muchas veces, si es que existen, están obsoletos”.

Respecto a la crisis climática destaca que los datos no se pueden utilizar para revertir la situación, pero sí pueden ayudar a determinar qué acciones se deben tomar y dónde. Por ejemplo, partiendo de datos meteorológicos sobre sequías, temperaturas, precipitaciones modeladas con técnicas de inteligencia artificial “se puede determinar el impacto y las acciones a tomar en el caso de las migraciones humanas. Medir el impacto climático e identificar las zonas más afectadas”.

Desaparición del teléfono móvil

Según Oliver, el teléfono móvil tal y como lo conocemos va a desaparecer. De hecho, el smartwatch o teléfonos de actividad es una manera de disgregar el móvil. “Sus funcionalidades se dispersan por el cuerpo. Ya hablamos de tatuajes o pequeños chips subcutáneos que controlan algunas funciones fisiológicas o biológicas en casos de enfermedades como la diabetes o en casos de control de las constantes de un deportista de élite. Podemos miniaturizar ciertas funciones del móvil y distribuirlas a través del cuerpo y aumentar sus funcionalidades”.

Nuria Oliver se lamenta de que la comunicación entre las personas se está reduciendo a los mensajes de texto. Una comunicación muy empobrecida. “Los seres humanos nos caracterizamos por ser una especie social. La comunicación de humano a humano es muy rica. Hasta un 70-80 % de la comunicación es no verbal. Vale más el cómo se dice. Todo se pierde con los mensajes de texto. Es uno de los grandes retos. Podemos tener las funciones en un móvil o en diversos chips, si al final lo reducimos todo a mensajes de texto, no estamos mejorando la comunicación humana”.

“La biología”, añade, “es muy sabia y lo que no se utiliza se pierde. Si no desarrollamos nuestra inteligencia social y emocional, lo normal es que las perdamos. Me preocupa porque si perdemos nuestras habilidades, las consecuencias para el 'homo sapiens' podrían ser terribles, quizá convertirnos en otra especie”.

Nuria Oliver considera que es posible una recuperación del contacto interpersonal físico, en primer lugar, porque la tecnología “nos hace más eficientes y tenemos, por ende, más tiempo para estar con los demás”. En segundo lugar, gracias al desarrollo de comunicación interpersonal con hologramas en 3D y la comunicación háptica, “podríamos comunicarnos de manera más rica con personas que están lejos”.

En la interacción de la “inteligencia y la tecnología existe un grandísimo potencial. Los grandes retos a los que nos enfrentamos no los vamos a poder afrontar sin la ayuda de la tecnología. No es la solución, pero sí es parte de la solución. No vamos a poder desarrollar una medicina de precisión y personalizada sin el uso de la inteligencia artificial, ni afrontar el cambio climático etc. etc.....

El potencial es inmenso, pero “tenemos que ser nosotros los que decidamos cómo queremos usar esa tecnología y a dónde queremos llegar. Como sociedad no nos sentimos empoderados para decidir qué es lo que queremos hacer con la tecnología. Solo pensamos que alguien – fundamentalmente las grandes empresas tecnológicas- son los que están decidiendo el futuro de nuestras vidas cuando no debería ser así”.

El problema es que hay poco conocimiento tecnológico en la sociedad y en la clase política. Así es mucho más fácil el control social. “Por eso es tan importante invertir en educación. Hay que abandonar el modelo de la segunda revolución industrial y enseñar a niños y adolescentes la cuarta, que es en la que estamos”.

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