Quieren convertir los derechos en privilegios
Pasaron de pedir tarima y refuerzo de autoridad para los profesores de enseñanza universitaria, a acusarles de vagos, insolidarios y privilegiados por sus vacaciones.
Pasaron de enaltecer a los médicos de la sanidad pública, como modelo a seguir en el resto de Europa, a decir que estos mienten cuando dicen que en Madrid se va a privatizar la sanidad, a reprocharles que defiendan sus privilegios, y a decretar, sin datos, que es mejor lo privado que lo público.
Pasaron de utilizar a algunos jueces conservadores como ariete contra el anterior Gobierno, a decir que es lógico que los jueces se manifiesten contra Gallardón cuando este les quita los privilegios de los días libres y les hace trabajar.
Los funcionarios fueron ensalzados por el PP cuando este partido estaba en la oposición y se puso al frente de la manifestación contra los recortes salariales que sufrió el colectivo; ahora han sido laminados en su imagen y presentados como privilegiados por tener trabajo, salario mensual y cafelito.
Respecto de los sindicatos no ha habido cambio: el PP y sus aparatos de propaganda los llevan fusilando al amanecer de consigna desde hace trienios.
En todos los casos citados, y en tantos otros, se sigue el mismo procedimiento: antes de recortar, atacar al colectivo recortable; antes de podar, presentar los derechos como privilegios; antes de desmontar los logros del estado de bienestar, echar la culpa de la pérdida de derechos a los que pierden derechos.
Fuera del catálogo de enemigos, la cúpula de los empresarios siempre ha sido buena para el PP, particularmente los que eran jefes (Díaz Ferrán) , y siguen siéndolo (Arturo Fernández), de la muy subvencionada y llena de liberados CEOE.
Cuando se ha demostrado que los más derechistas de la cúpula robaban a manos llenas, o daban por buenas, al trote, cuentas millonarias sin mirarlas, el PP no ha modificado su discurso: viva la reforma laboral, que facilita el despido barato y fortalece el espíritu nacional.