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Carta abierta a Pedro Sánchez

Policías de Marruecos retienen amontonados a inmigrantes subsaharianos tras un intento de saltar la valla fronteriza de Melilla.

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Excelentísimo señor presidente del Gobierno: en este momento se halla usted sentado sobre 37 cadáveres. La cifra es provisional, probablemente sean más. Digo que es probable que sean más porque, de ser menos, las autoridades marroquíes no estarían en el cementerio de Nador echando apresuradas paladas de tierra sobre sus cuerpos, sin haberles hecho la autopsia ni identificarlos. Esto último supone enterrar con ellos la posibilidad de que sus familias sepan qué pasó con sus hijos, con sus maridos, con sus padres, con sus hermanos… Supone condenarlas a la angustiosa incertidumbre. Supone un segundo crimen. 

Usted ha calificado la masacre perpetrada por las autoridades de Marruecos contra estos migrantes a las puertas de Melilla como un asunto “bien resuelto”. ¿Habría  dicho lo mismo si, en vez de ser negras, las víctimas hubieran sido rubias y hubieran tenido los ojos azules? Buena parte de ellas eran sudanesas y tenían derecho a asilo. ¿Habría dicho lo mismo si hubiesen sido ucranianas? ¿Lo habría dicho mientras yacían amontonadas en una explanada y los policías las tanteaban con la punta de sus porras para comprobar si aún estaban vivas? ¿Lo habría dicho mientras golpeaban a las que aún respiraban? 

Señor presidente, usted, a quien incluso le han intervenido el teléfono móvil,  ¿ignora cómo trabaja el régimen de Mohamed VI? ¿No sabe cómo salpica la sangre de la mafia? Todos los organismos de derechos humanos conocen que el régimen de Marruecos es una dictadura que detiene y condena de forma arbitraria. Y que tortura: ahí están Aminetu Haidar, los presos de Gdeim Izik, las hermanas Jaya… 

Menciono a víctimas saharauis, aunque hay asimismo numerosos marroquíes con los que han experimentado los verdugos. Si me refiero solo a aquellas es porque fue con las que sobreviven en el Sáhara ocupado por Marruecos y con las que malviven en los campamentos de refugiados de Tinduf, con quienes pagó usted a los verdugos del Majzen, el equivalente marroquí del Kremlin, a cambio de que le hicieran trabajos como el de Melilla. Esta matanza es lo que se obtiene por vender a 300.000 saharauis. El mismo número de habitantes que tiene Bilbao. ¿De verdad pensó que no se vería salpicado? 

Hace solo unos días, su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, pidió a la OTAN que reconociera la migración irregular como una “amenaza híbrida”. Lo mismo dice la ultraderecha europea. Es verdad que las imágenes de los inmigrantes agonizando en la explanada de Nador perturban tanto como algunas fotografías de los campos de concentración nazis. ¿No sabe Albares que sus palabras responden al mismo credo? 

En la carta a Mohamed VI donde usted hizo caso omiso de la responsabilidad de España como potencia administradora del Sáhara, tal como ha dictaminado la ONU,  y vendió a los saharauis, calificó la autonomía propuesta por el rey de Marruecos como la base “más seria, realista y creíble” para resolver el conflicto del Sáhara Occidental. Vista la masacre perpetrada a las puertas de Melilla, ¿mantiene sus palabras? ¿Considera “creíble” una autonomía bajo una dictadura capaz de  semejante atrocidad? ¿Qué cree que hacen con los saharauis las fuerzas de ocupación desplegadas en la antigua colonia española? He viajado allí muchas veces: puede leer mis crónicas en el archivo de El País sobre las torturas a menores, las violaciones, la expulsión de los estudiantes en pateras hacia Canarias… 

Tal vez abrigue usted la esperanza de que la masacre de Melilla no se repetirá: abandónela. Mohamed VI no perderá la oportunidad de hacerle cómplice de sus crímenes una y otra vez, una y otra vez. Solo se detendrá cuando considere que puede sacarle algo más por sus servicios. Le confiaré cómo lo hará: incumplirá el pacto que ustedes tienen ahora (ha roto todos los acuerdos migratorios que ha firmado con España, y cuando digo todos quiero decir: todos) y le pedirá más: un trago de las aguas territoriales de Canarias, ventajas para los tomates que él cultiva en Dajla, apoyo contra Argelia...  

Señor presidente, los mafiosos siempre terminan chantajeando a sus clientes. Y generalmente estos se lo merecen.

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