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Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar

Coalición de gobierno: enemigos íntimos

El presidente del Gobierno, Pedro Sanchez (c), preside la tradicional foto de familia de la nueva composición del Ejecutivo en las escalinatas del Palacio de la Moncloa este martes para asistir a la primera reunión del Consejo de Ministros del nuevo gabinete de Pedro Sánchez.

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Desde el día después de la toma de posesión, se ha puesto en duda la viabilidad y la salud del Gobierno minoritario formado por PSOE y Unidas Podemos en enero del año pasado. También se llegó a cuestionar su propia legitimidad por parte de algunas fuerzas políticas, algo que el tiempo ha contribuido a laminar. 

En estos 18 meses de andadura, las tensiones entre socios han sido evidentes y públicas. En ocasiones por diferencias sustanciales en materia energética, de inmigración o de vivienda. En otras muchas, por anécdotas irrisorias cuyo recorrido limitadísimo no ha impedido que, sumadas todas, la imagen de cohesión de la coalición se haya visto afectada.

Pero, ¿hasta qué punto estas situaciones han generado desgaste entre sus votantes? ¿Cómo perciben los electorados del PSOE y de Unidas Podemos la marcha de este experimento político? ¿Cómo de longeva puede ser esta amistad? 

Vaya por delante que la opinión de los votantes es sólo un ingrediente más en la ecuación. Existen otras razones por las que los socios mantienen o rompen un acuerdo de gobierno. La teoría dice que el socio minoritario trata de recomponer un perfil propio a partir de la mitad de la legislatura, de cara a unas nuevas elecciones. Pero fuera del Gobierno siempre hace frío y, enfrente, los partidos de la derecha están movilizados y coordinados. Además, el riesgo de aparecer como responsable de la muerte de la coalición suele actuar como pegamento. 

Dicho lo cual, si observamos los datos del CIS, comprobamos un desgaste continuo en los dos partidos que sustentan al Gobierno, de entre 7 y 8 puntos. Eso siempre deja inquietos a los equipos, que suelen hacer responsable a la fórmula de coalición de los males en las encuestas. Pero no es extraño que la propia acción de gobierno, el paso del tiempo y una perspectiva electoral lejana provoque estas bolsas de votantes desmotivados en ambos partidos, haya o no una coalición mediante. 

Más indicativo es, sin embargo, la simpatía que los votantes de un partido sienten hacia el otro socio de gobierno. Sería como ver si los socios se siguen llevando bien, si esa intimidad ha fructificado. Actualmente, los socialistas que declaran alguna simpatía por Unidas Podemos son apenas un tercio de los que lo hacían en noviembre de 2019. En la otra dirección también se detecta la erosión y encontramos la mitad de votantes de UP que hace 18 meses, expresando alguna simpatía por el PSOE. 

En este punto, podemos afirmar que parte de los votantes de PSOE y UP se resienten de la acción de gobierno y culpan al socio de gobierno de ese resultado. 

La valoración de Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo, sin embargo, ha ido aumentando lenta y progresivamente a lo largo de toda la legislatura, también entre votantes morados. Se entiende un cierto reconocimiento a la gestión de Pedro Sánchez en todo el bloque ideológico de la izquierda y contrasta con la opinión que los electores de UP tenían del presidente antes de anunciar el acuerdo de gobierno, que era nefasta, en una escala de 30 a 3. Con recorridos diversos, actualmente ambos electorados expresan similar confianza en la labor del presidente del Gobierno. 

La otra cara de la moneda es Pablo Iglesias. El ex líder de Podemos nunca llegó a tener predicamento entre los socialistas, pero su valoración se despeñó con el transcurso de la legislatura. Sus números antes de anunciar su salida del Gobierno habían descendido también entre sus propios electores. El ascenso de Yolanda Díaz arroja unos números extraordinarios. Su valoración es muy positiva en ambos electorados; entre los morados arrasa, pero entre los socialistas multiplica por 5 las cifras de Pablo Iglesias. Sorprende aún más cuando se pregunta “a quién prefiere como presidente del Gobierno”: los propios votantes de UP llegaron a preferir a Sánchez por delante de Iglesias (noviembre 2020). Actualmente, Díaz pisa fuerte entre los suyos e incluso un 10% de los votantes del PSOE la prefiere antes que a Sánchez como presidenta del Gobierno, cuando en la etapa de Iglesias ese porcentaje no llegaba al 1%.

El cambio de liderazgo en Unidas Podemos en el Gobierno es, sin lugar a dudas, la decisión que más ha contribuido a alinear intereses en la coalición de gobierno. La mayoría de indicadores se modifican, al alza o a la baja, con epicentro en ese hito. Ha eliminado elementos de fricción entre los votantes de izquierda, devolviendo la ilusión a algunos y seduciendo a otros que, si bien no la votarán nunca, les ayuda a tender puentes. 

¿Qué nos espera en los próximos meses?

Unidas Podemos ha afrontado una etapa difícil al tener que llevar un doble juego apoyando el Gobierno y demostrando descontento para presentar credencial de outsider. Es probable que este juego se agudice para marcar perfil propio. No obstante, la proximidad ideológica de ambos partidos hace más difícil construir una narrativa de ruptura de la coalición, pues comparten agenda. Es más sencillo para la CDU y el SPD romper la gran coalición en Alemania o para los partidos italianos romper el gobierno de concentración nacional, que para socialistas y morados acabar con su acuerdo.

La estabilidad del Gobierno se construye sobre la estabilidad parlamentaria, no sólo para hacer viable un Ejecutivo sino para aprobar su agenda legislativa. En este sentido, los acuerdos a los que ha ido llegando el Gobierno, que recordemos está en minoría, con otros grupos parlamentarios, les han permitido ganar más de 9 de cada 10 votaciones en la Cámara Alta. En ocasiones los apoyos se han conseguido sobre la bocina, pero está claro que la estrategia funciona, lo que da más motivos al Gobierno para continuar. 

Sin precedentes en esta etapa política y de manera poco ortodoxa, con discusiones públicas y privadas, palabras gruesas y subidas de tono, pero también con reconciliaciones apasionadas llenas de afecto, el PSOE y Unidas Podemos han sabido sacar provecho a su enemistad. Los que se conocen y se quieren, son los que más daño se pueden hacer. No obstante, la escasa simpatía entre votantes respecto del otro partido, es un signo de las grietas en la relación. 

Esta amistad podría acabar como la de Joaquín Sabina y Fito Páez que, tras 9 meses de colaboración musical, presentaron Enemigos Íntimos, un disco hecho a cuatro manos, con música y letra de ambos compositores, algo sin precedentes en la música española. Pero cancelaron la gira antes siquiera de comenzarla. No se soportaban más y rompieron la relación. Su íntima amistad saltó por los aires. Fue necesaria una década para volver a ver a los artistas reconciliados y colaborando de nuevo. La delgada línea del amor y el odio entre enemigos íntimos.

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