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Comedor escolar, educar desde la raíz

Dos niños en un comedor escolar.

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Septiembre es el mes de la vuelta al colegio y esto para muchas familias supone una serie de costes extra que no siempre tienen posibilidades de asumir. Además, la vuelta al cole 2021 se produce en un contexto de empeoramiento de la situación económica de los hogares y con un aumento significativo de la carencia material severa. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y la última Encuesta de Condiciones de Vida, el 27% de los menores de 16 años se enfrenta a una situación de riesgo de pobreza o de exclusión social. La población infantil en situación de pobreza extrema supera el 13%. Han empeorado los indicadores de todos los hogares con menores de edad a cargo, y especialmente en los hogares monoparentales (más específicamente, por mayoría, monomarentales).

Los datos de la pobreza infantil en España son alarmantes y deberían estar provocado acciones urgentes de alto impacto. Si queremos terminar con desigualdades sistémicas hay que aumentar la inversión en educación así como su eficacia. Invertir en educación es más urgente que nunca y hay que hacerlo desde la raíz, con una visión holística, incluyendo las herramientas y las medidas necesarias que garanticen la equidad y compensen las desigualdades de origen. Como mínimo habría que equipararla con la media de la UE del 4,7% sobre el PIB.  Esta inversión sería determinante para mantener el ritmo de reducción de la tasa de pobreza infantil que se había conseguido durante el periodo de recuperación posterior a la crisis, entre 2014 y 2019, y que ahora se ha invertido. España –cuarta economía de Europa– queda en el vagón de cola de la UE en esta categoría, solo por delante de Rumanía y Bulgaria.

En este contexto revindicamos el espacio del mediodía, el del comedor escolar, como parte indispensable del derecho fundamental a la educación. El comedor escolar garantiza una comida nutritiva diaria, fundamental para el rendimiento, en un país dónde medio millón de niños y de niñas no comen carne, pollo o pescado cada dos días. Pero, más allá, el comedor escolar proporciona un espacio de protección, socialización, educación y formación en valores. Contribuye a mitigar las diferencias y a reforzar la igualdad de oportunidades de todos los alumnos y alumnas. Este espacio del mediodía nos permite abordar muchas diferencias sistémicas desde la raíz, construir un sistema más justo desde la base.

En vísperas del nuevo curso, ya sabemos que muchos alumnos y alumnas se quedarán sin acceso al comedor porque no cumplen con todos los requisitos administrativos o porque la administración no ha resuelto aún las peticiones que se hicieron entre abril y mayo. En el último ejercicio del que disponemos datos, estimamos que se dieron becas y ayudas para comedor de educación obligatoria al 11% de los alumnos y las alumnas matriculadas, dato que no cubriría el porcentaje de niños y niñas que hemos dicho que sufren pobreza extrema (13.3%) y quedaría muy lejos de los que están en pobreza relativa, un 27,1% del total de niños y niñas menores de esta edad. 

El coste del comedor escolar para las familias es un porcentaje alto de los costes extras vinculados a la vuelta al cole (puede llegar casi al 50%) a los que hay que sumar los costes habituales para hacer frente a pagos en la vivienda principal, como la hipoteca, el alquiler, la comunidad o los suministros básicos, como la electricidad, gas o compras esenciales. Así, este año, ha subido en cinco puntos el porcentaje de hogares donde viven niños, niñas y adolescentes que han tenido dificultades para hacer frente a estos pagos, situándose en un 15%. Y la situación se recrudece, en los hogares monoparentales con uno o más hijos menores de 18 años, donde este índice pasó del 18,3% en 2019 al 20,7% en 2020. 

Muchos de estos datos de pobreza constituyen los predictores más certeros sobre las oportunidades que en un futuro tendrán los niños y niñas que viven en situación de mayor vulnerabilidad. En España, según la propia Estrategia del Gobierno 'España 2050', nacer y vivir en familias de bajos ingresos condiciona las oportunidades de educación y desarrollo profesional en mayor medida que en otros países europeos. La pobreza infantil supone un lastre para la reducción del abandono escolar y la mejora de los resultados educativos, y condiciona la igualdad de oportunidades en y desde la infancia. Esta estrategia también muestra su preocupación por la persistencia de la transmisión intergeneracional de la desventaja educativa: un 45% de quienes han nacido en hogares con estudios básicos se queda en ese mismo nivel, y solo el 32% de niños/as de familias con estudios básicos logra alcanzar estudios superiores.

Un sistema educativo que penaliza a las familias con mayores necesidades no responde al marco normativo internacional y vulnera el principio esencial de una educación equitativa. Es urgente reaccionar y actuar y hoy pedimos que, mientras que ponemos en el horizonte la universalidad del comedor, se haga extendiendo el número y cuantía de las becas de comedor escolar, a la vez que se dotan de mayor flexibilidad los requisitos para su obtención. Necesitamos poder garantizar a todos los niños y niñas que empiezan el nuevo curso un derecho fundamental y básico. Urge actuar para que todos los niños y niñas que vuelven al cole en los próximos días puedan hacerlo con ilusión y con sus necesidades más básicas cubiertas. Es una cuestión de justicia y de garantía de los derechos de la infancia más fundamentales. 

Educo es una ONG de cooperación global para el desarrollo y acción humanitaria presente en España y otros 13 países, que actúa desde hace más de 30 años a favor de la infancia y en defensa de sus derechos, en especial el derecho a recibir una educación de calidad.

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