Correos no “pasa” el corte
“Afronto esta nueva etapa teniendo muy presentes a los más de 51.000 empleados del Grupo Correos, así como a sus familias, cuya vida gira en torno a esta gran empresa. Sin duda, lo mejor que tiene la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos es su capital humano, sus trabajadoras y sus trabajadores”. Así se estrenaba el nuevo Presidente Juan Manuel Serrano en la Carta que el 23 de julio nos dedicaba a toda la plantilla de Correos S.A.
Desde luego no puede discutirse que este hombre tiene la marca del PSOE de Pedro Sánchez: marketing político y buenas palabras dirigidas a la mayoría trabajadora. Ahora bien, la realidad -que es siempre la más tozuda- viene a demostrar que las cosas se cambian con nuestra acción y no con declaraciones melosas. Y para muestra un botón.
El verano en Correos se ha saldado de la peor forma posible. La sobrecarga de trabajo ocasionada por la bajísima tasa de contratación y el incumplimiento del ya de por sí bochornoso “acuerdo de coberturas” (que abrió la puerta a tener secciones de reparto permanentemente sin cubrir, cargando ese trabajo entre el resto de la plantilla del centro) ha generado todo un caos laboral perjudicial tanto para la salud de los trabajadores como para la satisfacción de los usuarios del servicio. Compañeros que entraron a través de las nuevas bolsas de empleo eventual el pasado 1 de junio han decaído voluntariamente al ver los entresijos de lo que supone trabajar en Correos por no hablar de la cretina actuación de algunos jefes que, a través de evaluaciones negativas, han fulminado a nuevos eventuales en lugar de enseñarles a desempeñar correctamente sus labores.
Ante esta insuficiencia flagrante de plantilla, la directiva decidió realizar una ampliación de las bolsas de empleo temporal el 19 de septiembre. Pocos meses después de haber iniciado los nuevos listados ya se ponía de manifiesto la ineficiencia de unas bolsas cortas, renovadas con mucha gente sin experiencia en la empresa, que lejos de servir para sacar adelante el volumen de trabajo, se han utilizado para impulsar el “plan renove” de la plantilla que Correos S.A. está ejecutando de acuerdo al proceso de privatización que pretende consumar en los próximos años, promoviendo así la exclusión social y el aumento del paro estructural en nuestro país.
Por otra parte, la ya de por sí restrictiva política en lo que se refiere a días de libranza también ha llegado a cotas extremas. La empresa ha restringido de forma sistemática dichos permisos (en especial al personal eventual), lo que de facto supone una discriminación hacia este colectivo que ya oscila el 35% del total de la plantilla. Por ejemplo, en los grandes centros de clasificación muchos eventuales sólo han conseguido días libres a cambio de acudir a trabajar algún festivo, ya que tanto las vacaciones (a pesar de que el ET las recoja como días para el disfrute) como los días de “asuntos propios” han sido mayoritariamente denegados.
No obstante, el peor saldo se ha producido en la siniestralidad laboral. Recientemente se ha conocido a través de CGT Correos que de los accidentes laborales producidos en la empresa aproximadamente la mitad recaen sobre el colectivo eventual. El suceso más dramático tuvo lugar el pasado 28 de agosto, cuando fallecía en accidente laboral nuestra compañera Irene en Vitoria a los 39 años de edad mientras repartía en moto. La cifra de accidentes crece aunque Correos (como tantas otras empresas) intenta ocultarlo en el cajón de las “enfermedades comunes”. El empeoramiento de las condiciones laborales guarda una relación directa con el aumento de la siniestralidad en el trabajo. Sin duda, la explotación, la presión constante de las jefaturas y la extensión de la precariedad son enemigas de los derechos, de la salud y de la propia vida.
Actualmente, Correos está de nuevo ocupando titulares debido al accidentado examen de consolidación de empleo que tuvo lugar el 30 de septiembre y que ha resultado todo un fiasco a nivel organizativo. Las irregularidades ya están dando paso a algunas impugnaciones y habrá que ver qué sucede en futuros procesos con tan mal precedente. Las exigencias que Correos se autoimpone distan mucho del nivel que cada día se nos exige a las plantillas en el puesto de trabajo. Esta consolidación ya de por sí había levantado todo tipo de ampollas. No se comprende que la empresa estuviese sin ofertar plazas fijas durante ocho largos años (mientras se destruían más de 15.000 puestos de trabajo) y ahora saque convocatorias consecutivas que pretende hacer pasar por oposiciones (cuando no se accede como personal funcionario) y en las que el número de plazas se puede medir con “cuentagotas”.
Es más, desde sectores en lucha como las Plataformas de Eventuales de Correos (Madrid, Valencia, Sevilla, etc), Correos en Lucha o CGT, se viene defendiendo la total reposición de la tasa de empleo destruido desde hace una década y la consolidación a través de la conversión progresiva de los contratos eventuales en indefinidos respetando como mérito esencial la antigüedad en la empresa. Así se lograrían aliviar las inmensas cargas de trabajo actuales, disminuir la tasa de parados del país y prestar un servicio digno en favor de la comunidad y no de las grandes empresas. Al mismo tiempo se evitaría que, sobre todo los jefes de algunas organizaciones sindicales, conviertan el acceso a un puesto de trabajo fijo en un lucrativo negocio más propio de una academia.
Llegados a este punto, resulta imposible no volver a leer las azucaradas palabras del Presidente Serrano con las que iniciábamos el artículo. Una nítida diapositiva de lo que ha supuesto la llegada del PSOE al gobierno central -al menos hasta que Moncloa y Unidos Podemos se han atrevido a plasmar un acuerdo histórico de cara a los PGE del próximo año.
Los problemas esenciales que afectan a la mayoría trabajadora exigen soluciones y no colocar las buenas palabras y el marketing publicitario como pivote. Ahora es el momento de demostrar que el mencionado acuerdo no es una cuestión excepcional y tomar cartas por parte del gobierno de Pedro Sánchez en el devenir de Correos S.A. donde la inacción del nuevo presidente sigue agudizando la crisis de derechos de toda la plantilla y la grave situación del sector público. A fin de cuentas, conviene no olvidar que somos lo que hacemos y no lo que decimos.