Vamos a frenar el odio a las personas migrantes
En todo el mundo, sobre todo en Occidente, estamos presenciando una inquietante oleada de xenofobia y racismo. Desde hace tiempo se da un aumento preocupante de expresiones públicas de intolerancia, lo vemos en Europa y lo vivimos en España. Y aunque la migración no es necesariamente el tema central en juego es ahí donde se desarrollan los discursos de odio para exacerbar el miedo, la exclusión y la discriminación hacia las personas migrantes.
Las crisis son el caldo de cultivo perfecto en el que proliferan aún más estos relatos racistas, permeando de manera alarmante en la sociedad. Y, ¡desde el 2008 vamos servidos! La infusión al miedo, rechazo y desconfianza es la intención que está detrás de los mensajes que transmiten estos discursos.
La forma en que se cuenta la migración no son elementos abstractos que se establecen de forma inofensiva en el imaginario común, sino que constituyen el molde del trato que se dispensa a las personas que migran o que buscan refugio, aplicando un doble rasero según su procedencia y color de la piel, como por desgracia hemos visto recientemente en la frontera Sur.
Ese meme o ese audio sobre ayudas sociales, esa pintada en la calle sobre niños, niñas y jóvenes africanos que viajan solos, ese contenido sospechoso que infunde miedo y rechazo hacia otras personas racializadas es desinformación creada a consciencia para que la veamos a diario y que corran como la pólvora por redes sociales o whatsapp. Son herramientas queconstruyen intencionadamente una forma distorsionada de percibir a las personas migrantesEl impacto de la desinformación o los bulos distorsiona la percepción, las creencias y el imaginario social de la población sobre las personas migrantes; también refuerza estereotipos y prejuicios e incrementa sustantivamente la exposición a narrativas de odio. Estas creencias, a su vez, impiden cambios políticos que son necesarios, tanto desde el punto de vista económico como social. Igualmente, sirven para perpetuar y justificar el racismo individual e institucional y además permiten que la migración sea utilizada como chivo expiatorio para encubrir cuestiones no resueltas como la desigualdad, desprotección social, empleo precario, acceso a servicios públicos fundamentales, evitando así que se ponga el foco en las verdaderas causas estructurales de la desigualdad y la pobreza.
El discurso de odio constituye una amenaza para los valores democráticos, la estabilidad, la cohesión social y la paz. Así, afecta directamente y de forma muy concreta a la vida de las personas migradas, a sus familias y a la sociedad en su conjunto, porque dificultan la buena convivencia y limitan su contribución y participación como bien público global.
Seguramente seas una de esas personas que han escuchado algún bulo sobre personas migrantes en alguna ocasión. A lo mejor eres también una de esas personas dentro del elevado porcentaje de población que cree que existe una intención deliberada de manipularlas a través de las redes sociales. Probablemente, a su vez, estés entre ese porcentaje alto de personas que está preocupada por la desinformación y su impacto en la vida real. Es posible igualmente que estés desconcertada y seas parte de la ciudadanía que declara que “hay tanta desinformación que ya no me creo nada” ya que existe una gran dificultad para distinguir lo que es verdad o mentira y, que elige vivir aislada de opiniones y narrativas contrarias a la tuya. Los bulos hay que frenarlos para evitar que otras personas sufran y consigamos dar pasos hacia una justicia social más fuerte y rica. Solas no podemos.
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