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El gas merecedor de los Fondos Europeos para alcanzar una economía sostenible y libre de emisiones

Secretaria General de Sedigas
Gas.

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La urgencia climática se ha acentuado con la pandemia de la COVID-19. La necesidad de impulsar una recuperación verde tras la crisis se ha puesto de relieve y está entre las prioridades europeas y también a nivel nacional. En este escenario el gas juega un papel esencial en la transición hacia una economía verde, libre de emisiones y que apueste por la economía circular. Pero para poder desarrollar su potencial como energía limpia el gas debe tener acceso a los Fondos Europeos. 

Hablamos de un combustible de bajas emisiones, alta eficiencia, con una tecnología y unas estructuras muy desarrolladas que está sirviendo a la industria y a la movilidad para descarbonizarse. Las otras tecnologías no están aún lo suficientemente desarrolladas como para sustituir al petróleo y al carbón en determinados sectores y procesos (industria, transporte pesado terrestre, marítimo o ferroviario), por lo que el gas es la forma rápida y óptima para atajar la emergencia climática. Es el combustible para completar la transición energética hacia un futuro que ha de ser neutro en emisiones, ya que la competitividad de nuestra economía, que se encuentra en plena transformación, depende en buena medida de ello.

El sector del gas, consciente de la urgencia climática, está haciendo esfuerzos e inversiones muy importantes para la descarbonización, buscando apoyo institucional para el desarrollo de gases renovables, biometano e hidrógeno, que, además, circularán por las actuales infraestructuras gasistas, ahorrando así otras inversiones. En este sentido, España cuenta con una gran ventaja, ya que disponemos de una red de gas natural que supera los 11.000 km y en la que ya se han invertido más de 15.400 millones de euros en los últimos años, gracias a lo cual se pueden garantizar el suministro y almacenaje de los gases renovables. 

Por otra parte, el desarrollo tecnológico de alternativas menos contaminantes ha de llevarse a cabo a la par que se sustituyen opciones más extendidas y más contaminantes, como el gasóleo de las calderas, por otras más limpias, como el gas natural y la electrificación que se está produciendo. 

En lo que se refiere a la demanda del gas natural, cabe destacar el aumento del consumo para ciclos combinados, lo que está permitiendo la descarbonización ordenada de la generación eléctrica de España. Los ciclos combinados produjeron un 25,5% de la electricidad de julio y un 23,9% de la de agosto, alzándose como la fuente de energía eléctrica más usada durante los dos meses de verano. 

En 2019 ha aumentado un 80% con respecto al año pasado, para la generación de electricidad, hasta alcanzar 111 TWh, la cifra más alta desde 2010. El mayor consumo corresponde al sector industrial, que representa alrededor del 54% de la demanda total de gas natural, alcanzando los 214 TWh, en torno a un 2% más con respecto al año anterior. Es la cifra más alta desde que se tienen registros desagregados de consumo industrial. Aunque la demanda ha crecido en casi todos los sectores industriales, lo ha hecho especialmente en el sector servicios.

En lo que se refiere a la demanda doméstica de gas natural permanece también constante debido a que es uno de los sistemas más eficaces, limpios y baratos de los que existen actualmente. Asimismo dada la emergencia social y la acuciante situación económica, los españoles no se pueden permitir la renovación integral de los sistemas de calefacción de sus hogares. 

La alternativa más rápida, viable y eficiente

Para el desarrollo y penetración de gases renovables para el consumo en hogares y en movilidad, necesitamos que el país cuente con una amplia red de opciones energéticas homogénea en la que todos los consumidores pueden elegir la tecnología más eficiente. Es más, ahora mismo el gas es la única opción viable para que el transporte marítimo abandone el gas natural, por lo que es necesario realizar inversiones para dotar de las capacidades necesarias a los puertos.

El desarrollo del gas, tanto natural como renovable, contribuye a la eficiencia energética, a la generación de riqueza y empleo del país. Un claro ejemplo de ello es el biometano, el cual tiene un alto potencial de desarrollo tecnológico y se calcula que la aportación del sector al PIB ascendería a 472 millones de euros para 2030 con una tasa de crecimiento del 45,2%. En esta misma línea, el desarrollo de esta tecnología podría crear un empleo total de entre 15.000 y 25.000 puestos para ese mismo año, entre los que se encuentran tanto empleos directos como indirectos; estos últimos producidos por el efecto arrastre de la tecnología al sector servicios. Además, los entornos rurales más vulnerables saldrían beneficiados ya que este tipo de gas ayuda a la fijación del territorio.

En este momento, la emergencia climática, social, económica y la poca madurez de otras tecnologías que puedan sustituir a hidrocarburos más contaminantes y extendidos como el gasóleo, hacen que el gas sea la alternativa más rápida, viable y eficiente. Todas estas ventajas hacen que la participación del gas natural en el futuro mix energético sea fundamental para alcanzar los objetivos derivados del 2030 y para llegar a una economía de neutralidad climática de aquí a 2050.

Los fondos europeos tienen que permitir el bienestar social, la competitividad económica y la transición energética, por lo que el gas es el vector para lograr una transición acompasada, eficaz y sostenible. Un hecho del que son conscientes en la Unión Europea como así se ha defendido por Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, señalando el apoyo preferente al desarrollo del hidrógeno en sectores como la movilidad y poniendo de manifiesto que este gas limpio para algunas industrias pesadas y para el sector de los transportes “es la alternativa perfecta a los combustibles fósiles. Ahora bien, para ello es necesaria una transformación sistémica”. Para esta transformación es esencial que el gas acceda a los Fondos Europeos que permitirán que España pueda cumplir los objetivos marcados de reducción de emisiones de la UE para 2030-2050, a la vez que se desarrolla la economía, se preserva el medioambiente y logramos una mejor calidad de vida. 

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