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Acabar con el cambio climático es una cuestión política (y por eso es difícil de cumplir)

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¿Por qué no lo arreglasteis cuando podíais? Esta será la pregunta que nos podrán hacer las generaciones futuras, nuestras hijas, nuestros nietos... Se referirán a la acción para mitigar el cambio climático, acciones que permitan lograr un aumento de “tan solo” 1.5 °C, tal y como advierten los expertos para no llegar a un punto de no retorno. ¿Y qué les podremos contestar? Habrá variedad en las respuestas, habrá quienes dirán que hicieron lo que pudieron, pero que no tenían el poder suficiente para cambiar tanto la sociedad. Habrá quienes dirán que no pensaban que el cambio climático avanzara tan rápido. Otros, que en aquel momento nos teníamos que recuperar económicamente porque había habido una pandemia y otros, simplemente no contestarán de la vergüenza que supone haber dicho que esto no era culpa del ser humano.

De todos modos, poco importará la respuesta, porque los efectos devastadores estarán presentes y nuestros hijos y nuestras nietas lo sufrirán. Esta semana se ha conocido el informe del grupo de trabajo de mitigación de cambio climático del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC), formado por un grupo de científicos de más de 60 países que a partir de su conocimiento científico nos dicen hoy lo que tenemos que hacer los responsables políticos para llevar a cabo una reducción real de emisiones. Este informe nos dice las cosas muy claras: Tenemos que actuar ya, aún podemos reducir a la mitad las emisiones para 2030. Tenemos la tecnología, tenemos los recursos económicos y, sobre todo, tenemos la capacidad de acelerar la transición energética. Además, también somos capaces de cambiar de forma sustancial nuestra manera de vivir. 

Pero la base de este informe ya la conocíamos desde hace tiempo. Sabemos que si no reducimos de forma drástica las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, la temperatura subirá, los ecosistemas colapsarán, se reducirán las lluvias y el acceso al agua, se producirán fenómenos meteorológicos más extremos e intensos y crecerán las zonas inhabitables del planeta. Estamos ante el reto más importante de la humanidad y que afecta a todas las ramas de todos los gobiernos. Insistimos, todos los gobiernos de todo el mundo saben lo que deben hacer para mitigar los efectos del cambio climático y actuar para reducir las emisiones, y nosotros, en las Islas Baleares, somos conscientes de que lo tenemos que hacer a pesar de que algunos no lo hagan. 

El cambio climático se puede combatir desde lo local, proponiendo políticas y regulando sectores que hasta ahora podían hacer y deshacer lo que fuera en nombre de la libertad de mercado económica, sin tener en cuenta el daño que podían hacer al planeta. Sabemos que Europa está actuando y está dando pasos, pero son insuficientes. Mientras recomienda un despliegue de renovables, hojas de ruta para adaptarse al cambio climático o estrategias para mejorar la movilidad electrificada, todavía apuesta por la quema de gas o incluso del carbón en algunos de sus estados miembros o califica como inversiones verdes la energía nuclear o el gas natural.

En Baleares hemos hecho un buen trabajo, sin embargo, nos queda mucho camino por recorrer y tenemos que darnos más prisa. Hicimos una ley de cambio climático pionera y ambiciosa, hemos aprobado un registro de huella de carbono para que las empresas vayan reduciendo sus emisiones, hemos acelerado la implantación de renovables, hemos establecido criterios para que el sector turístico reduzca sus emisiones y apueste por un modelo circular y sostenible... pero no es suficiente. Tenemos que ser más ambiciosos, porque este sí es el reto más grande al cual la humanidad se enfrenta, y buena parte de esta lucha se tendrá que ganar esta década. El cambio climático no es una pandemia que paraliza la economía de los países y causa centenares de miles de muertes; pero cada año será el causante de más muertes y más pérdidas económicas que la COVID-19. El cambio climático no es una guerra donde se desplazan millones de personas de forma abrupta y causa devastación y muertes; aun así el cambio climático ya desplaza y todavía desplazará a centenares de millones de personas por falta de acceso al agua o alimentos y devastará zonas que dejarán de ser habitables por el calor extremo o por el crecimiento del nivel del mar.

En definitiva, se trata de una cuestión estructural que necesita acciones y decisiones contundentes que logren así revertir una situación de injusticia que no hace otra cosa que tomar el derecho de las generaciones futuras a vivir en un mundo habitable. Para hacer frente a este gran reto, necesitaremos hacerlo de forma colectiva, pero serán el Estado y las Administraciones públicas quienes tendrán que marcar este cambio de dirección. Las lógicas que hasta ahora han regido sobre el crecimiento económico y la prosperidad ya no son compatibles con el mantenimiento de la vida tal y como la conocemos. Tenemos que cambiar, pero esto no significa vivir peor. Podemos vivir con menos consumo de productos, de energía, de movilidad... y vivir mejor. Se trata de evitar la pregunta que da título a este artículo y poder decirle a nuestros hijos, mirándoles a los ojos, que “lo dimos todo para que vosotros pudierais tener el mejor planeta posible, haced lo mismo”.

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