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El Pacto Migratorio que rinde Europa a Orbán y Meloni

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el canciller alemán, Olaf Scholz.

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El miércoles se anunciaba el cierre del acuerdo sobre el nuevo Pacto de Migración y de Asilo de la Unión Europea, todavía bajo la presidencia española del Consejo de la Unión Europea. Cinco acuerdos que vienen a enterrar definitivamente el derecho de asilo en Europa. A partir de ahora las personas que lleguen a nuestras costas y quieran solicitar asilo estarán en una “ficción de no entrada”, detenidas en lo que sólo pueden ser considerados como campos de concentración, incluidos los niños y niñas, y los Estados Miembros podrán pagar hasta 20.000 euros para rechazar acoger a estas personas que huyen de los conflictos, de la emergencia climática, del expolio de sus recursos naturales y de una profunda desigualdad.

La extrema derecha no gobierna pero manda en Europa, mandan sus ideas, sus propuestas racistas que dicen que algunas personas no tienen derechos por el hecho de haber nacido en otro país o ser personas racializadas. La extrema derecha ha mandado sobre una socialdemocracia incapaz de defender con la valentía suficiente los principios fundacionales de Europa. Dicen que así vendrán menos personas migrantes a Europa, a pesar de que sabemos muy bien que lo único que ocurrirá es que habrá más muertes en nuestras fronteras y que las personas deportadas a los mal llamados países seguros verán sus derechos humanos cruelmente vulnerados. No hay más que recordar cómo Túnez abandona en el desierto a personas migrantes para que mueran de sed y hambre.

La socialdemocracia europea, incluido el PSOE, ha dejado pasar la oportunidad de apostar por un acuerdo sobre la cuestión migratoria que defienda la realidad, que necesitamos vías legales y seguras para migrar como única forma de acabar con las muertes en las fronteras. Si las personas migrantes pueden pagar miles de euros por subirse a un cayuco o a una barcaza, perfectamente pueden pagar un billete de avión a Francia o a España. El problema, como siempre ha ocurrido, es que ninguno de los países europeos les da el visado para poder hacerlo legalmente. La extrema derecha ha logrado imponer su tesis, conseguir que las personas migrantes tengan que venir así, criminalizadas, humilladas, jugándose la vida, para poder construir sobre ellas el relato de una amenaza que no existe, pero que alimenta a sus votantes y sus planteamientos políticos racistas.

La firma de este Pacto coincide además con la profunda inacción de la Unión Europea ante el genocidio en Palestina. Con todo ello, la UE entierra gran parte de su identidad, de su credibilidad y legitimidad. Si la democracia, sus derechos sociales y políticos, no son para todos, entonces no es democracia. Necesitamos, hoy más que nunca, volver a lo que fuimos, aunque ya casi no lo recordemos. Volver a la esencia de una Europa que cree en los derechos humanos, no porque le interese sino porque forman parte de sus convicciones. Estoy convencida de que este pacto no representa la voluntad mayoritaria de una ciudadanía europea que quiere paz, cohesión social y vidas buenas para todas las personas. Es hora de salir a defender esa voluntad con todas nuestras fuerzas.

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