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Softpower: el poder blando que fortalece

Director Adjunto de Innova&acción
Vista general durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos Tokyo 2020 en el Estadio Olímpico , Tokio, Japón

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El softpower fue definido por Joseph Nye, un especialista en relaciones internacionales de la Universidad de Harvard en 1990. El concepto nace y se extiende rápidamente por entornos académicos, políticos y económicos. Nye lo define de la siguiente manera: “un país puede obtener los resultados que quiere en la política mundial porque simplemente otros países —por querer compartir sus valores, emular su ejemplo, aspirar a lograr su nivel de prosperidad, etc.— quieren seguirle”.

Los recientes juegos olímpicos de Tokio han sido un claro ejemplo de este poder blando. Los miles de drones formando la bola del mundo encima del estadio olímpico, en la ceremonia inaugural, será una de las imágenes de los juegos para el recuerdo en donde arte y tecnología conviven en armonía. El enorme esfuerzo que ha hecho el pueblo japonés en sacar adelante los Juegos Olímpicos en plena pandemia de Covid-19 quedará para la historia. El país nipón ha dado muchas señales interesantes en estos JJOO más allá del deporte. Una que me gustaría destacar es que, pese al gran empuje de China, ellos han demostrado que siguen siendo una referencia en tecnología, innovación, diseño con un discurso propio y diferencial. 

Todo este discurso de contemporaneidad siempre tiene unas profundas raíces en su cultura. Han conseguido que esta se expanda por todo el mundo y que sea perfectamente reconocible desde el punto de vista de su arquitectura, gastronomía, tradiciones… El país inventor del Judo, que se podría traducir como camino de la flexibilidad, nos demuestra que lo sutil y aparente blando realmente fortalece. Ellos sabían que estas Olimpiadas era una oportunidad para demostrar su softpower al mundo y desde mi punto de vista lo han conseguido. 

La cultura y el deporte forman parte de este softpower al igual que la educación, la tecnología o la empresa. Hay países para los que este poder es asunto de estado. Los casos más cercanos y destacados son Francia y Reino Unido. En Francia, la cultura y el deporte es una prioridad nacional y su impulso definitivo llega desde la presidencia de François Mitterrand en 1981 hasta nuestros días, gobierne quien gobierne. Los franceses aportan al mundo el concepto de excepción cultural. Este término significa que el fomento de la cultura es de interés nacional, por lo que merece un trato diferencial desde el punto de vista de inversión, protección y estímulo. Además, la excepción cultural supone defender a la industria cultural y creativa propia con todo su poderío diplomático ante cualquier ataque. Francia lo ha demostrado en numerosas ocasiones, como cuando se enfrentó a la todopoderosa industria audiovisual estadounidense en tiempos de François Hollande o poniendo en valor su aportación al movimiento olímpico con la imagen de Emmanuel Macron en la ceremonia inaugural del vacío estadio Olímpico de Tokio saludando entusiasmado a la delegación olímpica francesa. Este concepto de excepción cultural ha sido incorporado por muchos otros países como Reino Unido, Alemania... Lamentablemente España no lo ha incorporado por razones que escapan a toda lógica.

Podríamos decir lo mismo del Reino Unido en términos de compromiso con la excepción cultural y la defensa a ultranza de la industria cultural y creativa como asunto de estado. Recientemente se ha publicado el trabajo “The UK Creative Industries”, que lleva como subtítulo “Unleashing the power and potential of creativity”, que lo podríamos traducir como liberar el poder y el potencial de la creatividad. En este estudio, cuyo prólogo escriben de forman conjunta los secretarios de estado de Digital, culture, media & sports junto al de Business, Energy & Industrial Strategy, me gustaría destacar un párrafo de este magnífico trabajo que directamente traduzco al castellano “las industrias creativas son las industrias del futuro. Son un motor de crecimiento económico y creación. Impulsan la innovación y hacen comunidades en todas partes del Reino Unido, lugares más felices y más saludables para que vivamos.”

Los ingredientes que demuestran el liderazgo mundial británico en Softpower se muestran en este trabajo: primero con un compromiso político al más alto nivel e interministerial impulsado por la presidencia del país; segundo, con mucha inversión pública y privada sostenida en el tiempo y finalmente, con una visión estratégica clara. Todo esto lo podemos comprobar en el citado trabajo. Conviene recordar para dimensionar el dato que la industria cultural y creativa, en la que los británicos incluyen al deporte, ha aportado el 11,7% al PIB el Reino Unido en 2019. En ese mismo año el turismo, uno de nuestros principales motores económicos, aportaba en España el 12,4% del PIB

En el presente artículo he querido poner algunos ejemplos sobre cómo el denominado poder blando realmente fortalece la economía y la imagen de los países tanto interna como externamente. Acabo con el dato revelador que de los 10 primeros países del medallero de los recién concluidos Juegos Olímpicos de Tokio, 7 coinciden con el ranking “the softpower 30” que analiza las principales potencias en este campo. España no está entre los 10 primeros ni en el medallero ni en el softpower ranking. Esperamos que en los próximos juegos de Paris 2024, en el país de la excepción cultural, podamos hablar de que España está entre los 10 primeros países tanto del medallero como del ranking de softpower y nos demos cuenta de manera definitiva de que realmente el poder blando fortalece.

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