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¿Hará frío este sábado en Madrid?

La plaza de Colón, en las marchas del 22M. / Efe

Isaac Rosa

La previsión del tiempo pronostica para mañana sábado frío y lluvia en Madrid, el invierno que no acaba de irse. En cambio hace un año por estas fechas, el sábado 22 de marzo de 2014, salió un día soleado, primaveral. Pareciera que la meteorología nos tira a la cara una metáfora facilona de cómo están las calles un año después de las Marchas de la Dignidad, en vísperas de una nueva convocatoria.

Si comparamos el 21M de este año con el pasado 22M, la temperatura ha bajado varios grados. En los medios, que hace un año calentaban los días previos y en cambio esta semana apenas hablan del tema. En las redes sociales, volcadas entonces y esta vez más discretas. Pero también en los convocantes y participantes, muy lejos de la expectación que levantaron las marchas del 22M desde semanas antes, con miles de caminantes por las carreteras y cientos de autobuses desde toda España que este año no habrá.

Ha pasado un año, pero parece una década, de tanto que ha cambiado el paisaje. Te asomas a un periódico de marzo de 2014 y te encuentras otra España, en la que reinaba Juan Carlos I, el bipartidismo no se había enterado todavía de su fin de ciclo, Cataluña caminaba firme hacia la consulta y, aunque ya existía Podemos, nadie se habría jugado un café a que un año después iban a ser los protagonistas. Una España, la de marzo de 2014, donde la temperatura callejera iba en aumento.

Aquel sábado de marzo culminó varios años de protesta callejera in crescendo, que habían pasado por huelgas generales, acampadas, plazas tomadas, rodeos al Congreso, Gamonal y otras estaciones hasta llenar Madrid aquella mañana. El 22M fue un éxito. Tanto que ese día la protesta tocó techo y, por tanto, murió de éxito: se encontró con que ya no podía ir más allá, más lejos, más grande; y que había que pensar en otra cosa, dados los pocos frutos recogidos tras varios años en la calle.

Además, la noche de aquel 22M acabó como todos recordamos, las cargas policiales y el apedreamiento de un grupo de antidisturbios acorralados nos dejaron mal cuerpo, sensación de que en cualquier momento se nos podía ir de las manos, que el estallido sería incontrolable la próxima vez.

Nunca sabremos si la vía callejera estaba agotada, si el exitoso 22M era un callejón sin salida o había que insistir. Lo cierto es que tras el 22M llegó el 25M de mayo, las elecciones europeas que sacudieron el tablero y sacaron el “Sí se puede” de las calles para plantarlo en las instituciones. De entonces acá muchos ciudadanos cambiaron de propósito: el objetivo ya no era llenar la calle, sino llenar las urnas. No es casualidad que la mayor manifestación desde entonces haya sido de apoyo a un partido político.

Ahí seguimos, esperando a que abran los colegios electorales. Los de Andalucía este domingo, los municipales y autonómicos después, los catalanes, los de toda España al final de 2015. Para entonces, al final del ciclo electoral, veremos si el cambio de objetivo ha merecido la pena, si hicimos bien dejando la calle y dedicando todas las fuerzas a organizar candidaturas, primarias y estructuras orgánicas que no existían hace un año ni se esperaban.

Nada me gustaría más que comerme este artículo mañana sábado. Que Madrid se llenase otra vez pidiendo todo ese “pan, trabajo y techo” que un año después sigue faltando. Salgamos mañana a la calle, no sea que acabe saliendo el sol y no estemos allí para verlo.

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