¿Y si Angela Merkel no quisiera que Rajoy pidiera ahora el rescate?
Varios diarios europeos de referencia creen que hoy, en la reunión de los ministros de economía de la eurozona que se celebra en Chipre, España recibirá fuertes presiones para que solicite el rescate. Pero alguno introduce una hipótesis distinta. La de que Alemania podría estar interesada en que la petición española se retrasara. El diario francés Les Echos, citando a un “responsable de la zona euro”, lo cuenta así: “En su negativa a pedir ayuda, España podría haber encontrado un aliado inesperado en Alemania. Berlín estima que le sería difícil obtener el apoyo de su parlamento a la financiación de un nuevo programa de ayuda y, por tanto, podría colocarse paradójicamente del lado de España cuando el asunto se debata”.
Esa hipótesis ya se había barajado como rumor, pero sin ponerla en boca de nadie relevante. El que ahora se vaya consolidando podría confirmar que la sentencia del Tribunal Constitucional alemán –que, junto con la derrota de los partidos euroescépticos en las elecciones holandesas, ha sido entendida en general como un alivio en la crisis del euro- no sería tan balsámica como muchos han creído.
El debate sobre la sentencia –así como sobre el anuncio del BCE de que comprará sin límites deuda publica de los países que lo soliciten- sigue ardiendo en la prensa alemana. Der Spiegel ha criticado al Tribunal con estas palabras: “Karlsruhe [la sede de éste] no frenará la integración europea porque no puede. Los magistrados habían creado unas expectativas entre los ciudadanos que ellos no eran capaces de satisfacer. Nunca había estado tan claro que los mejores días del Tribunal Constitucional quedan muy atrás”. Pero el Frankfurter Allgemeine (por no hablar de los diarios derechistas Bild y Die Welt) no cede en su postura y subraya la letra pequeña, es decir, las condiciones limitativas de la sentencia al apoyo financiero alemán a los países en dificultades: “Los jueces han de frenar los daños potenciales para el contribuyente alemán. El máximo tribunal no ha excluido una interpretación contraria al Mecanismo Europeo de Solidaridad [que es donde saldrían los fondos para ayudar a España]”.
Eso confirma, como era de esperar, que la batalla política no ha acabado. Y no se puede descartar, en los términos apuntados por Les Echos, que mientras no se incline más a su favor, Angela Merkel prefiera que una petición española de rescate no le estropee la fiesta, que ya bastante difícil lo tiene. En definitiva, que Rajoy podría haber encontrado un aliado de peso para retrasar la demanda española hasta después de las elecciones gallegas, ahorrándose durante varios meses -¿hasta diciembre? - el anuncio de más recortes. Porque, aun en el supuesto de que la UE no exigiera nuevas condiciones (tal y como han apuntado Almunia y otros), la mera exigencia de cumplimiento de los niveles de déficit actualmente requeridos exigiría reducir drásticamente gastos, porque España sigue sin acercarse a los objetivos.
Pero, más allá de esta última novedad en el asunto, y a la espera de algún dato que la confirme, el alivio que el anuncio del BCE y la sentencia del Tribunal alemán ha traído a los mercados es visto por algunos como una situación que puede ser pasajera. Esto ha escrito Stephen Fiedler en el Wall Street Journal, un firme partidario de la austeridad en Europa a toda costa: “Uno de los riesgos es que la relajación de la crisis haga disminuir la presión para tomar medidas. Por otra parte, el Gobierno alemán sigue insistiendo en que, cuando llegue la ayuda, España cubra todas las pérdidas que los fondos de salvamento puedan sufrir en sus bancos. Y si Rajoy sigue retrasando su petición de rescate, incluso durante pocas semanas, la demanda de bonos españoles puede evaporarse y los tipos de interés pueden volver a subir. Entre otras cosas, y a pesar de la mejora de los mercados de los últimos días, no hay ninguna evidencia de que los compradores extranjeros de bonos que han abandonado España en los dos últimos años hayan decidido volver”
Más allá de estas incógnitas –y de que los más negros presagios sobre el futuro del euro siguen presentes, al menos como hipótesis: el financiero Georges Soros acaba de decir que a la moneda única le quedan tres meses de vida a menos que Alemania cambie de política- lo cierto es que las urgencias económicas europeas han dejado de mandar en las primeras.
Lo que en ellas ahora campea es la creciente tensión entre el islamismo árabe y Estados Unidos, que ha pillado de sorpresa a Washington –y a todo Occidente-, confirmando una vez que lo que ocurre en esa crucial zona del mundo se escapa de su influencia y hasta de su conocimiento. Le Figaro, un diario que apoyó sin límites la ayuda militar a los rebeldes libios, dice esto en su editorial de hoy: “Si la primavera árabe se saldara con el triunfo de un islamismo intolerante y antioccidental, las democracias no podrían evitar preguntarse sobre su apoyo militar y político a los revolucionarios”.
Y una nota final sobre el amplio eco que ha tenido en la prensa extranjera el auge del independentismo catalán. La pone el Financial Times: “La crisis de la eurozona es en parte culpable del mismo porque ha expuesto sin piedad a la luz la fragilidad de los acuerdos fiscales internos de España. Los catalanes se sienten ultrajados por tener que contribuir con un 9 % de sus ingresos a la caja central de Madrid mientras tienen que pedir ayuda para pagar sus gastos corrientes. El Partido Popular de Rajoy está utilizando la crisis para recentralizar España, creando un peligroso cóctel de penuria fiscal y de exigencias nacionales. Se avecina una crisis constitucional”.