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Atajar la violencia ultra

A golpes con el muñeco de Pedro Sánchez en la manifestación ultra en Ferraz en Nochevieja.
2 de enero de 2024 21:59 h

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Las huestes ultras que asedian desde hace semanas Ferraz (donde se ubica la sede nacional del PSOE) despidieron el año ahorcando un muñeco de Pedro Sánchez después de apalearlo al grito de “hay que hacer esto al de verdad”. Ha sido un grado más en la violencia desplegada o incitada por la derecha española a la que hemos visto crecer sin pausa. Lo siguiente puede ser una tragedia y no será porque no se haya advertido de su peligrosidad. No son cuatro pirados, es una estrategia de derribo que no se para ante nada para conseguir el poder y que ha tergiversado la realidad hasta límites increíbles de asumir para mentes cuerdas.

Los problemas no se resuelven, desde luego, con cambiar la hoja del calendario. Y 2024 se viene con esa agresiva campaña cargada de manipulaciones contra el gobierno que, confiados en su impunidad, no ha ocultado a sus instigadores. Mantenida durante toda la legislatura anterior, se ha agudizado desde que el PP de Feijóo no consiguió los votos suficientes para formar gobierno. Se habían creído sus propias encuestas falsas, al parecer, y el chasco les cayó como vitriolo en el estómago. La culpa era de Sánchez, que se atrevía a pactar con otros partidos cuyos diputados electos apoyarían su investidura. Nadie salvo Vox y UPN apoya al PP. Nadie más les quiere apoyar pero las alianzas se mide por la ley del embudo: los socios de ultraderecha del PP son perfectamente asumibles -pese a las políticas que despliegan- pero no los del PSOE.

Ya no es tiempo de reiterar hasta la extenuación la hipocresía de las amnistías válidas e inválidas para esta derecha. Ninguna de sus excusas. El problema se centra en que han desatado una campaña de odio y violencia que se va incrementando y que con cuatro años de legislatura por delante va a ser insufrible, si no algo peor. Y, sobre todo, que cuentan con medios extras para contribuir a su campaña.

En este azaroso cambio de año se juntaron varios temas de interés: las democracias europeas endurecen las leyes migratorias por temor a la creciente ultraderecha. Es la forma de servir los gobiernos en bandeja a las marcas blancas del fascismo. Hasta Macron lo ha hecho. Ha normalizado las ideas de la ultraderecha, como desarrollaba en detalle Enric González. En junio hay elecciones europeas, a esa Europa que gestiona un enorme presupuesto van a emplear quienes consigan la mayoría. La ultraderecha puede ser decisiva en ese punto. Vemos al otro lado del Atlántico el harakiri de Argentina que presenta ya los resultados previstos. Y luego está lo más cercano: España.

Un gobierno progresista -con “sus cosas” sin duda- pero dispuesto a trabajar y con aliados sólidos, de momento, perfectamente constitucionales. El problema de España y en el complicado contexto mundial descrito es que aquí la derecha viene primada con los medios a los que subvenciona, encima con nuestros impuestos. Varios compañeros periodistas han hecho trabajos interesantes sobre ese saco opaco de la llamada publicidad institucional que gestionan las comunidades autónomas y de su arbitraria correlación con su verdadero establecimiento en el mercado audiovisual.

Un buen resumen de Pere Rusiñol en Tinta libre sobre esa burbuja mediática -que subvencionamos sus víctimas- nos da cuenta de que “la desaforada multiplicación en Madrid de medios digitales sin valor periodístico ni apenas información tiene secreto y se llama financiación institucional con dinero público de la Comunidad de Madrid”. Tenemos de un lado esos medios etéreos sin audiencia, pero muy regados y promocionados, que colocan mensajes concretos, y luego el viraje a la derecha de buena parte de los tradicionales.

Gran número de estos y otros datos significativos parten de un reciente macrosondeo del CIS -con casi 27.500 entrevistas- que hemos escudriñado muchos periodistas. “Sólo el 1,2% de los lectores de prensa señalaba a El Español como medio utilizado para informarse, y el 1,7% a Okdiario, pese a sus audiencias teóricas archimillonarias, muy lejos del 25% que citaban a EL PAÍS e incluso el 5,8% de elDiario.es”, resume Rusiñol.

Hay que estar muy atentos, porque forman parte de los que, en lugar de informar, venden un producto no periodístico -Ayuso porque es la gran Reina Midas de esa financiación- y atacan a la competencia: al Gobierno. “Dentro de esta burbuja mediática madrileña es simplemente imposible entender por qué Pedro Sánchez y sus secuaces no están ya en la cárcel”, dice irónica o amargamente Rusiñol. En la cárcel, o colgado por los pies en un puente, o ahorcado tras ser asesinado a palos. Si a alguien le parece que esto es libertad de expresión o una dialéctica asumible es que vivimos en una sociedad de moral muy laxa, sobre todo de muy poca memoria histórica. Porque así han crecido los fascismos que ahora dan un paso más hacia la violencia. Y es grave. Nos podemos ver en breve en una situación en la que se consagren políticas muy dañinas para las personas más vulnerables y que se impongan con violencia, como en el caso de Argentina. En realidad, para la inmensa mayoría salvo los beneficiarios directos.

Es inaudito este ataque desaforado a Pedro Sánchez que ha saldado con éxito una legislatura complicada, con políticas sociales y hasta con una subida de la bolsa a niveles de récord no conocido en 14 años. La presidencia de turno del Consejo de la UE ha aumentado su relevancia internacional, diga lo que diga el PP y su corte mediática. Pero es que hay gente convencida de que Feijóo ganó las elecciones o de que Sánchez ha utilizado métodos ilegales para lograr su investidura. A cambio no se enteran -o no creen- que Ayuso dedica a la sanidad publica menos dinero que ninguna otra comunidad y que es su decisión no la de los gobiernos centrales, a modo de ejemplo. La estrategia de ventas es clarísima. Ayuso es omnipresente en portadas, es el producto de marketing de mayor éxito comercial en mucho tiempo. Producto que, como nacido de tal gestación, viene con trampa. Caen varias como ésta -de octubre- al año en distintos medios. Haciendo política a través de la prensa.

Anuncia el PSOE que está estudiando todas las vías legales contra los que ahorcaron el muñeco de Sánchez, y donde están tanto los participantes como los organizadores y el canal oficial del evento que se convocó en la calle Ferraz. Bien, excelente. Pero siempre hay que ir a las raíces y desde luego los instigadores de esta feroz campaña se han implicado públicamente. Empezando por el líder de Vox que mentó la soga y el cuelgue, parece que la idea cuajó.

De base, en profundidad, es la derecha extrema que ya se muestra sin disimulo en el PP. Partido que ha deslegitimado al Congreso desde el primer día de la legislatura. Han tratado de imbuir en Europa la idea de que España ya no es un Estado de Derecho.  Entretanto ellos se niegan a renovar el Poder Judicial, siendo un partido que ha controlado la Justicia 22 de los últimos 27 años gracias a los bloqueos de su órgano rector CGPJ.  Esto es más que una campaña política sucia.

En el desencadenante del ataque a Sánchez, encontramos al expresidente Aznar, que dio el pistoletazo de salida.

Aguirre, Gamarra, Feijóo, Mayor Oreja, Miguel Tellado… les han llamado terroristas, amigos de terroristas, han llamado algunos de ellos a levantarse contra Sánchez. Un alcalde de un pueblo de Valladolid publica un montaje en el que la Guardia Civil detiene a Sánchez. Un alcalde. ¿Qué creerán quienes han confiado en él al punto de votarle? Ayuso, varias veces, ha sido la más explícita con declaraciones de una gravedad extrema que siguen impunes, desde llamarle hijo de puta en el Congreso a incitaciones enormemente comprometidas: “Esto lo tenemos que resolver entre todos, contamos con la Corona, con el poder judicial, con las fuerzas armadas”.

Gente con pocas luces o muy manipulable o que vea solo por el ojo derecho tiene motivos para creer lo que no es. Para bien y para mal incluso en el daño que a ellos mismos se infieren.

El macroestudio del CIS vuelve a mostrar que la mayor parte de los ciudadanos se informan por televisión, nada menos. Y en segundo lugar por la prensa, tanto en papel como virtual. Que solo el 20% de los periódicos españoles es percibido como izquierda o centro izquierda. Y que hay 12 comunidades autónomas en donde los encuestados no perciben ningún periódico de izquierda o centro izquierda: Andalucía, Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Ceuta, Melilla, Extremadura, Galicia, La Rioja, Murcia y Navarra. La mayoría regidas por el PP, varias de ellas junto a Vox. Y en Asturias y Navarra sí hay periódicos de izquierda. Más que distinguir entre periódicos de izquierda o derecha, yo me atendría al rigor de sus informaciones y, en todo caso, a la selección de temas que pueden interesar más a una audiencia conservadora o progresista.

La desinformación es una pieza clave, sin duda uno de los más graves problemas para la democracia actual. Recordarán que también lo reflejó el Eurobarómetro de la UE. El apoyo a la derecha y a la ultraderecha de muchos medios conservadores o el uso de dinero público para comprar sus favores sitúa a la sociedad en un desequilibrio muy peligroso . Diciembre ha sido un mes en el que he tratado con profusión el tema, al hilo de la actualidad y porque es de extrema trascendencia. Hay múltiples datos y argumentos que hacen inviable seguir tragando estas amenazas. Hay que acabar con esto. No nos podemos permitir un año cuatro más así, ni un año, ni un día. Y de todos los focos a afrontar los primeros son los políticos desaprensivos que utilizan nuestro dinero para dañarnos a través de medios de comunicación de más que dudoso rigor en su cometido.

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