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Ayuso chapotea en los crímenes de Txapote

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
4 de febrero de 2023 22:04 h

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Nadie espera moral y ética de un criminal sin escrúpulos. Se asume que quien tiene la sangre fría de descerrajar un tiro a una persona por tener unas ideas divergentes es la mayor escoria posible y que no se le puede pedir unos estándares mínimos de humanidad. El dolor provocado a las víctimas y la sociedad por los crímenes de Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, es indescriptible, por lo que hurgar en la herida de ese dolor por parte de quienes se erigen en sus defensores para utilizarlo contra un partido que también es víctima de esos crímenes pone a Isabel Díaz Ayuso en una posición moral más rastrera que la del propio Txapote.

Ayuso no tiene límites, no tiene freno, nunca rectifica y mantiene una posición fría y sin piedad con todo aquel que no piense como ella. No existe un ápice de compasión real si no es con unas lágrimas teatralizadas vestida de Madonna piadosa para una campaña de propaganda. Ni siquiera se le ha agitado un poco la conciencia después de que Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, le haya pedido que deje de utilizar su dolor, el dolor de las víctimas, para atacar a sus adversarios políticos que, además, también fueron víctimas de criminales sanguinarios como Txapote. Ayuso ni siquiera estaba en el PP cuando Consuelo Ordóñez había enterrado a su hermano y acudía a los funerales de miembros del PSOE enterrados por haber sufrido las balas en sus nucas de las etarras. Pero Ayuso ve en esas nucas despedazadas una oportunidad para medrar. Es lo único que le importa.

Fernando Múgica Herzog tenía 62 años cuando Kantauri se le acercó por detrás y le asesinó junto al despacho de Juan María Bandrés. El disparo le atravesó la nuca y la bala le salió por el ojo dejando la cara tan desfigurada que en un principio se creían que el asesinado era Bandrés, según contaban las crónicas de la época. Su hijo, José María Múgica, presenció el asesinato y llegó a ser encañonado por los asesinos. Su posición política con los pactos con Bildu es crítica porque no comprende que en Sortu puedan hacer política teniendo al exjefe de ETA David Pla en su organización. Su dolor y su posición es comprensible, cómo no va a serlo. Las víctimas tienen derecho a sentir su duelo de la manera que consideren y cada uno avanzará con unos tiempos y con unas opiniones divergentes. Por eso no puede hacerse política pensando únicamente a la opinión de unas cuantas víctimas e ignorando a las demás que piensan y sienten de manera divergente. Siendo conscientes, además, de que el país tiene que avanzar con una mayor ligereza, teniendo en cuenta a las víctimas, pero sin inmovilizarse por sus posiciones para poder construir un espacio de convivencia que les dote de las mejores condiciones para que ese duelo sea apacible y no sea agitado con intereses políticos canallas como los que mueven a la presidenta de la Comunidad de Madrid. 

Consuelo Ordóñez es hermana del dirigente popular asesinado por ETA Gregorio Ordóñez. Un nombre que en el PP sacan a pasear para manosearlo políticamente de manera recurrente cada vez que consideran que pueden perjudicar al PSOE con las víctimas. Consuelo Ordóñez se ha cansado de pedir que dejen de usar el nombre de su hermano para eso. Su hermano fue una de las víctimas de Txapote y estuvo en el funeral del dirigente del PSOE Fernando Múgica asesinado por Kantauri por el que también condenaron a Txapote a 82 años por haber sido colaborador necesario. Después de escuchar a la presidenta en la Asamblea de Madrid utilizar por segunda vez, tras hacerlo en el acto de presentación de candidatos en Zaragoza el pasado 14 de enero la frase “Que te vote Txapote” dirigida al PSOE, la hermana de Gregorio Ordóñez y presidenta del COVITE escribió: “Las víctimas merecemos ser tratadas con RESPETO, banalizar con un hashtag al asesino de tantos inocentes, entre ellos de mi hermano Gregorio Ordóñez, demuestra su falta de principios y lo poco que le importamos. ¡Así no! Sra Ayuso”.

Ayuso no se ha disculpado ni lo hará. No dejará de usar esa frase y promoverla entre su gente si considera que puede provocar desgaste entre quienes también fueron víctimas del etarra y, como Consuelo Ordóñez, le han pedido que muestre más dignidad y principios. Isabel Díaz Ayuso considera que la ética tiene que estar subyugada a su bien mayor que es lograr el poder. Es una lógica que la hace tan despreciable, más aún por el cargo que representa, como quienes usaron las mismas dinámicas contra sus enemigos cambiando las formas. Le da igual el dolor de las víctimas del terrorismo porque en esa sangre derramada ella solo ve votos que lograr.

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