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Ayuso va a por todas

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a su llegada acompañada por su Jefe de Gabinete de Comunicación, Miguel Ángel Rodríguez

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Isabel Díaz Ayuso debe considerarse a sí misma un personaje superior, una política providencial, capaz de alcanzar las metas más ambiciosas. De lo contrario no se entiende por qué se ha metido en una aventura de tan incierto resultado como la que se deriva de anticipar las elecciones en la Comunidad de Madrid. Desoyendo a su jefe, Pablo Casado, y poniendo en cuestión la política que este ha emprendido para el PP de un tiempo a esta parte. Si Ayuso tiene éxito, hasta el puesto de Casado podría caer en un futuro en sus manos. Si fracasa, su trayectoria política podría acabar para siempre.

¿Dispone Miguel Ángel Rodríguez, el mentor de la presidenta, de sondeos tan incontrovertibles que le garantizan una victoria sin paliativos el próximo 4 de mayo? Los que hasta ahora se han conocido, aun siendo favorables a Ayuso, no le auguran un resultado tan contundente: el PP seguiría estando por debajo o empatado con el PSOE. Y Ciudadanos, aun cayendo, como en todas partes, hasta ahora no se ha derrumbado como ha ocurrido en Catalunya.

Puede que en las últimas semanas la situación haya cambiado un tanto. Pero el reparto de fuerzas electorales es una de las incógnitas del momento. No pocos políticos, incluso algunos de su partido, creen que Ayuso no tiene la partida tan ganada como la firmeza de sus pasos podría indicar. Hay unas cuantas variables que podrían jugar en su contra. La más decisiva sería la suerte de Ciudadanos. Si este partido consigue superar la barrera del 5% de los votos, requisito imprescindible para entrar en el parlamento madrileño, la presidenta lo podría tener muy mal para realizar su plan. Y Ciudadanos obtuvo el 19,4% de los votos en las elecciones regionales de hace dos años. Tendría que hundirse tan catastróficamente como en Catalunya para no superar esa barrera. Y no está claro a qué partido irían los votos que perdiera. Seguramente se los repartirían entre el PSOE, el PP y Vox.

Otra incógnita es qué le ocurrirá a este último. Vox parte de una posición baja, 12 escaños, frente a los 30 del PP y los 36 del PSOE y los 20 de Más Madrid. Los sondeos dicen que el partido de Abascal está al alza. ¿Pero a costa de quién? De Ciudadanos, sí, ¿pero también del PP? Hay pocas dudas de que Ayuso no tendría dificultades para pactar un gobierno con Vox. Otra cosa es que pudiera resistir la presión que Vox ejercería sobre ella en un gobierno de coalición. Y no sería pequeña, porque el objetivo prioritario y fundacional del partido de Abascal es ocupar el lugar del PP a la cabeza de la derecha española.

Pero la pregunta que está en el aire es si Ayuso y Vox sumarán los escaños necesarios para ganar a los partidos de izquierda, por mucho juego que les den los votos de Ciudadanos, y encima disputándose hasta la última papeleta entre ellos dos.

Y para responder a esa cuestión es preciso mirar justamente a la izquierda. En primer lugar, al PSOE. Los socialistas tienen a su favor que no van mal en las encuestas y que cuentan con el apoyo del gobierno central, que con el Boletín Oficial del Estado en su mano puede aprobar medidas que satisfagan a algunos sectores cruciales del electorado. Aunque también Isabel Díaz Ayuso podría actuar intensamente en esa dirección a pesar de que la Asamblea de Madrid esté disuelta.

El elemento que juega en contra del PSOE, cuando menos así opina buena parte de la dirección socialista, es el limitado gancho electoral de su actual líder local, Ángel Gabilondo. Hay pocas dudas de que será sustituido, pero, ¿tiene Pedro Sánchez los recursos, humanos y políticos, necesarios para propiciar una segunda operación Illa?

Luego están Más Madrid y Unidas Podemos. Su división en las anteriores elecciones fue una de las causas de que la izquierda no se hiciera con la Comunidad de Madrid. Si esa situación no cambia en estos comicios, esa doble oferta podría favorecer a Ayuso. Por el momento no hay indicio alguno de acercamiento entre ambas formaciones. Si lo hubiera, sería una gran noticia.

Con todas esas incertidumbres sobre la mesa, cabe concluir que la drástica maniobra emprendida este jueves por la presidenta de Madrid no tiene asegurado un final feliz. Puede que le salga bien, pero también es posible que le salga muy mal.

En ese segundo escenario, su carrera política habría acabado. En cambio, si gana podría convertirse en el personaje de referencia de la derecha. Y aspirar seriamente a sustituir a Pablo Casado a la cabeza del PP. Este tiene menos opciones que la presidenta: ninguno de esos dos supuestos le favorece. Si Ayuso gana tendrá que gobernar con Vox, un partido al que la presidenta se ha acercado todo lo posible en los últimos tiempos. Y eso para Casado supondrá la ruina de su indefinido proyecto de centro-derecha, separado sin ambages del partido de Santiago Abascal. Pero si Ayuso pierde, Casado perderá con ella y se quedará sin Madrid, que para el PP es la joya de la corona de la política española. Esa pérdida, unida a la que acaba de sufrir en Murcia y la actuación demasiado independiente de Ayuso, dejaría muy en entredicho el futuro de Casado.

Falta algo más de un mes y medio para saber en qué terminará la última correría de la política española, que cada día que pasa se aleja cada vez más del marco de cordura, seriedad y responsabilidad en el que debería estar firmemente asentado. Ya se ve en qué está terminando la de Albert Rivera, pasándose sin preaviso a la derecha. Las geniales ocurrencias de Pablo Casado que han cambiado la orientación política del partido más de una vez en dos años y medio tampoco han estado mal. La izquierda ha sido más modosita, aunque de la pelea entre el PSOE y Unidas Podemos no puede salir nada bueno.

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