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Borrador del mensaje navideño del rey

El mensaje del Rey fue seguido por 7,5 millones de espectadores

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Buenas noches. Me asomo a vuestras casas en mi sexto año como Representante Comercial en Jefe. Lo hago en estas fiestas en que los españoles cenamos juntos con una asistencia máxima variable en función de la autonomía. Una riqueza normativa que ejemplifica, quizás mejor que ninguna otra cosa, lo que nos define como país.

No soy ajeno a la situación que atraviesa España. Por eso quiero tener un recuerdo muy especial para las personas que este año más han sufrido. Me refiero, por supuesto, a mi padre. Como sabéis, Juan Carlos I se encuentra en un proceso de regularización fiscal que tan provechoso será para las arcas públicas. Por otra parte, conviene recordar que no tengo la menor idea de quién es ese señor y, en realidad, nunca me he fiado de él.

Este ha sido un año difícil en el que también mi familia y yo hemos sufrido las penosas consecuencias de la pandemia. Como los demás ciudadanos, estuvimos confinados en nuestro bosque de uso privado equipado con una vivienda de 1.800 metros útiles repartidos en cuatro plantas. Pasamos tanto tiempo dando paseos al aire libre que la Reina desarrolló una agorafobia de la que todavía hoy no se ha repuesto del todo.

Tampoco soy ajeno a la falta de empleo que atenaza nuestro país. Son muchas las mañanas que también yo me levanto de la cama sin tener nada que hacer en todo el día. Comprendo, porque la sufro, la desazón de esos millones de españoles que, como la Reina y yo mismo, se ven abocados a jugar al golf un miércoles sin que les guste siquiera.

Sois muchos quienes, a lo largo de este 2020, habéis expresado vuestro cariño a la Corona. En estos días, quiero acordarme especialmente de esos militares que, desde la humildad y el servicio a España, propusieron fusilar a 26 millones de compatriotas. Si bien sus métodos no encajan con la Constitución, haríamos mal en no apreciar su capacidad de sacrificio y superación, su disposición para anteponer el bien común a los intereses particulares. Unas cualidades que deberían inspirarnos a todos los españoles, salvo quizá a 26 millones.

Nuestro país ha hecho frente a situaciones difíciles en el pasado, como cuando los ingleses nos engañaron en Trafalgar o cuando Holanda nos metió 5 goles. Los desafíos que tenemos por delante no son menores. Para superarlos, los españoles debemos permanecer unidos, respetando en todo momento la distancia interpersonal que, hasta ahora, empleábamos solo con los catalanes.

Tenemos un gran potencial como país. Así lo demuestran nuestros bancos, que, a pesar de estar entre los menos solventes de Europa, raramente cobran por las transacciones dentro de la propia entidad. Y así lo ha demostrado también el personal sanitario que, protegido con celofán pegado a la cara con esparadrapo, se ha jugado la vida por sus compatriotas. Es por esto que la Corona liderará una campaña internacional que luche por colocar el esparadrapo en el lugar que le corresponde entre los productos adhesivos.

Con ese espíritu, mi familia y yo os deseamos a todos muy felices Pascuas, y lo mismo en euskera, gallego y catalán.

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