¡Camarero, una de horarios laborales decentes!
Date una vuelta esta noche por los bares de tu barrio, acódate en la barra y comenta con los parroquianos la última polémica sobre los horarios de cierre de la hostelería. Hazlo en voz bien alta, que te oigan los camareros. Defiende como si fueran tuyos los argumentos que dan los empresarios, los tertulianos de derechas y la presidenta Ayuso, contrarios a adelantar la hora de cierre en bares y restaurantes, por no sé qué del clima y el carácter españoles, la libertad y la vida nocturna que es la envidia de Europa. Para asegurarte el efecto, hazlo después de medianoche, cuando ya estén fregando los baños y con las sillas volteadas sobre las mesas, pero tú pide otra cerveza y vuelve a contar lo del clima y la libertad y tal.
Puedes repetir el experimento a la mañana siguiente, que no será raro que te encuentres al mismo camarero a la hora del desayuno, y luego sirviendo comidas, que ya se sabe que los horarios españoles son la envidia de Europa. Hazlo, venga, igual así te enteras de lo que piensan los camareros, que en la tele casi siempre le acercan el micrófono a empresarios hosteleros y pequeños propietarios de negocios familiares; los mismos que graciosamente volverán a salir en la tele cuando llegue la semana santa o el verano quejándose de que no encuentran camareros, por qué será.
Pero mira, por una vez voy a estar de acuerdo con la patronal, los pequeños y grandes empresarios, los tertulianos de derechas y hasta la presidenta Ayuso: España es diferente. No se puede plantear que los bares cierren antes porque tenemos características propias que nos distinguen de otros países: un clima benigno, muchas horas de sol, carácter sociable, destino turístico, vida nocturna, gusto por la fiesta… y empresarios explotadores. Esta última característica no solemos incluirla en la idiosincrasia española, pero es tan decisiva como el buen clima o la socialización: sin empresarios explotadores no habría bares abiertos después de medianoche.
Porque el problema no son los horarios de cierre: que haya camareros a la una de la madrugada puede ser tan aceptable como que haya conductores de autobús, barrenderos o médicos trabajando a esas horas. Y sí, a mí también me gusta tomarme una cerveza a las tantas. El problema es que la cerveza me la sirvan los mismos camareros que ponen desayunos o sirven comidas a mediodía, sometidos a jornadas interminables, horas extra no reconocidas, sin plus de nocturnidad, con disponibilidad total, flexibilidad mal entendida y salarios de pena.
Hemos oído muchas veces eso de que España es un “país de camareros”, a veces con desprecio clasista, pero es cierto que señala una realidad: el peso que el turismo y los servicios, y particularmente la hostelería, tienen en España. Con más de un millón y medio de trabajadores, suele ser la hostelería quien más tira del empleo, sobre todo en temporada alta. Pero la frase está incompleta: España es un “país de camareros explotados”. No dudo de que hay empresarios honestos, pero seguramente es el sector con más abuso laboral junto a la agricultura, y todos lo sabemos aunque no lo decimos muy alto y nos hacemos todos un poco los tontos, no sea que nos cierren el bar.
Porque falta añadir otro elemento típicamente español para entender nuestros bares de horarios sin fin: somos el país con mejor clima y más ganas de fiesta, pero también uno de los países con menos inspectores de trabajo en proporción a la población trabajadora. Seguro que en eso también somos la envidia de Europa. Ahí debería poner el acento el Gobierno, en dotar de más recursos a la inspección como llevan años reclamando sus funcionarios. Sea de quien sea la responsabilidad. Y si luego quieren cerrar a las tantas, respetando los derechos laborales, estupendo, me pido la penúltima.
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