El 'caso Koldo' y la 'trama PP'
El caso Koldo es deleznable. La responsabilidad política de quien lo contrató de asesor, el entonces ministro José Luis Ábalos, total. Su salida, torpe, tanto como la elección de Koldo García aunque él no se lucrara. La reacción del PP, lo peor, certifica el riesgo que constituyen para la dignidad de un país.
Es un ataque en tromba: la política y la prensa corruptas han visto un resquicio para lanzarse contra el Gobierno de Pedro Sánchez por el enriquecimiento con la venta de mascarillas de un asesor de un exministro. Y se arrojan hacia el presidente del Gobierno como salidos impolutos de sus cloacas pretendiendo dar lecciones de honestidad. El asunto de Koldo García metido en un ministerio es grave y se resuelve como lo hace la gente decente; asusta más la osadía sin límites de quienes carecen por completo de escrúpulos para lograr sus fines. Tenemos dos problemas de envergadura: la corrupción endémica y una derecha que es un peligro para la democracia.
El Partido Popular ha convertido la política española en un cenagal. Difícilmente encontraremos una democracia consolidada –prueba de que la española no lo es– con ese nivel de agresividad y de capacidad para retorcer la realidad. Con una desfachatez de dejar perplejos. Son tantos años ya así que era casi imposible superarse, y este equipo actual del PP lo ha conseguido.
El problema mayor es el inmenso deterioro de la convivencia y el daño que se infiere a toda la sociedad, que en este momento es rehén de los turbios intereses del partido más corrupto de Europa. Los hay tan ultras en la derecha, pero con políticas a ese nivel añadido de suciedad pocos debe de haber. La complicidad de sectores esenciales en la justicia y los medios de comunicación nos sitúan al borde de un acantilado.
Aprovechan todo porque a todo le sacan provecho. Al Gobierno del PSOE le ha surgido un caso de corrupción –el único desde que Pedro Sánchez es presidente– con un asesor del exministro José Luis Ábalos. Nos ha servido para constatar qué cantidad de seres desnaturalizados se lucraron con el dolor y la angustia de millones de personas en la pandemia. Ninguno merece disculpa. Ninguno. Este es un país en el que hay demasiados ladrones en puestos destacados, de toda la vida, desde la deleznable picaresca española de la que encima están tan orgullosos.
El PP es un inmenso lago cuajado de ranas, como las que habitaban el PP de Madrid en tiempos de Esperanza Aguirre, que no ha pagado por nada.
Porque el PP tiene “trama” de mascarillas y de muchos otros elementos; han invadido de indecencia múltiples campos. De Gurtel a Lezo, pasando por Guateque, sus procesos delictivos copan más de medio abecedario. Y además trama mediática, y trama judicial. Con esos lawfare tan oportunos. Borrando hasta 35 veces los discos duros de su tesorero, Luis Bárcenas. Sin querer saber quién es M.Rajoy en los papeles de la corrupción del pagano. Que podía ser el presidente Mariano Rajoy que le escribía SMS pidiéndole que fuera fuerte, y lo fue, y ya está en la calle como su esposa, cumpliendo en semilibertad sus condenas. Con una cloaca policial desde el Estado para sus fines de partido, desde sus cajas B, al ataque con dosieres inventados de sus adversarios que lograron hasta echar a la cuneta a Podemos, sin que se haya dicho casi ni palabra. Y que en sus razias interiores han terminado poniendo de presidente al amigo de un narcotraficante. Por cierto, que se permitió ir a Barbate en el asesinado de los Guardias Civiles a protestar contra el descontrol de la droga. Este es PP. Y una sociedad decente no se merece esta derecha; hay otras y debería exigirlas.
Isabel Díaz Ayuso se ha tomado como una venganza, diremos vendetta, que al PSOE le toque vía asesor ministerial lo que a ella le vino por vía fraterna. Sus medios –han sido varios– se permiten informar del tema como si fuera una noche de cristales rotos entre bandas rivales, dicen que ha consumado su venganza y contra Sánchez. Primero fue Casado, debe ser por osmosis.
Ayuso ha puesto firme al PP y se han echado todos al campo a decir incluso que Tomás Ayuso –que se lucró en menos cantidad, pero en mayor porcentaje, aunque la justicia… española no vio delito en ello– es un señor particular. Nada pasaba por la sede de la Comunidad, se le ocurrió entrar y le compraron el paquete. Hay que servir a Ayuso, que ya ven cómo lo pagó Pablo Casado.
Los dirigentes del PP son capaces de salir de ese estercolero de corrupción y trampas como si lo hicieran perfumados de la ducha. No vayamos a pensar que son todos iguales, dice Sémper que dio el pego a tantos. No, no, iguales no, mucho peores.
Y ya ni siquiera es pasar de largo por las mascarillas de su hermano; es que precisamente Ayuso tiene en su haber la terrible masacre de las residencias a su cargo, en ese mismo periodo, y la justicia española no actúa ni cuando confiesa que encerró a los ancianos enfermos y que murieron 7.291 porque “se iban a morir igual”, cuando los datos demuestran que es falso. Y alguien tendrá que explicar, mejor en investigación policial y judicial, qué pasó con el inservible Hospital Isabel Zendal, que pasó a costarnos 170 millones desde los 50 millones presupuestados. Dinero que hubiera servido para llevar hasta en limusina a los ancianos a un centro médico donde poder ser atendidos.
Este martes, Ayuso, que está de gira por los medios del clan y, marcando la diferencia con la mayoría, ha protagonizado una entrevista que da idea de lo que sería una España presidida por la estrella del PP.
Las consecuencias de las políticas sucias las pagamos todos. También quienes sostienen a una organización como el PP sin exigirle la mínima limpieza. Todos. Tras cinco años retenida la renovación del Poder Judicial ahora el PP exige una amplia reforma que aborde desde el Tribunal Constitucional a la Fiscalía General. Todo es ver si sigue controlando esos instrumentos tan útiles a sus manejos. Y ya no ve tan esencial la mediación de la UE, del comisario de justicia Reynders de su propio grupo parlamentario el PPE, porque no les da la razón. Y van a montar, dicen, una investigación en el Senado para la corrupción pero solo del caso Koldo. El PSOE piensa hacerla en el Congreso para todos cuantos se lucraron con la venta de los útiles sanitarios imprescindibles en la pandemia.
Imprescindible abordar el tema de la corrupción española: ha podrido buena parte de los cimientos de este país, pero también tienen que liberarnos de esta siembra de violencia y angustia premeditadas, de tener que asistir inermes a una desfachatez cósmica. Porque van unidas. Malo es el daño incluso a la salud que causa esta tensión diaria. Quizás el PP busca que pasemos de la política, para operar mejor, que solo vayan los fieles a fichar en las urnas sin cuestionarse nada. Últimamente me pregunto si han pensado los votantes del PP, los de la presidenta de Madrid, si esto se prolonga mucho… qué harían en la próxima epidemia, si ya son ancianos y están en un geriátrico que gestione Ayuso o cualquiera de sus clones. ¿Se han visualizado en esa situación?
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