La factura de la crisis catalana (algo más que contenedores)
Como los daños de la crisis catalana los vamos a pagar entre todos, yo ya voy echando la cuenta, para calcular a cuánto salimos por cabeza. Este es un primer balance de daños, cosas que se han roto o perdido, en algunos casos ya irreparables:
-1.044 contenedores de basura quemados o dañados.
-Semáforos, papeleras, señales, mobiliario urbano.
-Aceras, pavimentos, jardineras, farolas, marquesinas.
-Media docena de coches quemados.
-Escaparates rotos, un par de tiendas saqueadas, 70 terrazas de bares dañadas.
-Destrozos en 221 vehículos de la Policía Nacional, 43 de los Mossos y 3 de la Guardia Urbana.
-Miles de pelotas de goma y proyectiles de foam (más de 500 se lanzaron en una sola noche).
-600 heridos, diez hospitalizados, un policía en estado muy grave, cuatro ojos reventados.
-199 detenidos, 28 en prisión provisional.
-La comunicación entre el gobierno central (“que condene la violencia”) y el govern catalán (“Quins collons!”).
-La convivencia entre independentistas y no independentistas (daño todavía por evaluar, no nos precipitemos).
-La credibilidad de algunos medios (que en algunos casos ya estaba bastante deteriorada) y de algunos periodistas que parecen haber jurado bandera, visto el ardor con que estos días toman partido por alguno de los bandos.
-La comprensión y la empatía hacia Cataluña en el resto de España, con el aumento exponencial de la catalonofobia (daño muy vinculado al punto anterior, pero no solo).
-Las vidas de nueve familias que llevan dos años con nueve de sus miembros encarcelados, y ahora condenados a duras penas y con pronóstico incierto.
-Para muchos ciudadanos de Cataluña y no pocos del resto de España, los últimos restos de confianza en el Estado de Derecho.
-La independencia judicial (que ya estaba bastante dañada, cierto).
-El respeto a la legalidad, en unas cuantas decisiones del Govern y de la mayoría parlamentaria de Cataluña en los últimos dos años.
-La moderación y lealtad constitucional del nacionalismo catalán durante décadas.
-La apariencia de neutralidad del rey (tras su discurso del 3 de octubre de 2017).
-El sacrosanto “consenso”, que como una apisonadora aplanó cualquier conflicto en España durante décadas (daño por evaluar, y no necesariamente a lamentar).
-La imagen exterior de España.
-La discreción del nacionalismo español (que durante años no necesitaba exhibirse demasiado), ahora crecidito y sin complejos.
-El regreso del “antiterrorismo”, que parecía haber perdido su razón de ser con el fin de ETA, y aquí está otra vez.
-El ensueño federal, que ya no tiene quien lo defienda.
-La posibilidad de un gobierno progresista tras las próximas elecciones (posibilidad seriamente dañada, cada día más).
-El ciclo político “del cambio”.
-La posibilidad de un referéndum pactado en Cataluña a corto o medio plazo.
-La solución al conflicto territorial por al menos otra década, quizás una generación entera.
-La democracia (daño difícil de calcular, pero me temo que importante).
Me paro ahí, que me estoy poniendo malo de ver la factura que nos va a dejar la larga crisis catalana, que no empezó esta semana ni tiene pinta de terminar pronto. Seguro que me dejo por incluir unas cuantas partidas; sigan sumando ustedes si quieren, o resten alguna de las anteriores si creen que la factura es demasiado abultada. Y si quieren ahorrarse algo, señalen a los responsables de cada destrozo, a ver si conseguimos que no se vayan sin pagar.
Que alguien pare esto, antes de que nos arruinemos.