La derecha española con su motosierra
Hemos visto avanzar y extenderse a la peste ultra avisando de lo que se avecinaba y, hasta ahora, no se ha hecho nada para impedirlo. Una falla evidente en los Estados de Derecho ha permitido entrar otra vez en el cauce –como en los años 30 del siglo pasado– a las distintas marcas del fascismo. Hemos ido contemplando la promoción y ascenso de la extrema derecha en España, alertando de su peligro. De recibir 57.733 votos totales en 2015, un 0,23%, con los que no consiguió ningún diputado, pasó a más de tres millones. Ahora, aun en declive, gracias al PP de Alberto Núñez Feijóo cogobierna en varias de las 11 autonomías en las que ganaron los populares. Dejando, ambos partidos, una fuerte impronta en recortes de derechos.
La codicia y la violencia han dado saltos de gigante en estos años. Una intensa crisis del capitalismo que pagó la sociedad, la tijera de la austeridad que la agravó para los ciudadanos, una guerra en Europa y un resurgir del genocidio de los palestinos a manos de Israel, una merma de valores, sin duda, nos han traído a este hoy en el que la ultraderecha se ha hecho ya con poder en diversos países. La suma de todos sus desvaríos acaba de tomar posesión en la presidencia de Argentina, convertida este domingo en un cónclave mundial de la nueva cara del fascismo, más rocambolesca y descarada que nunca. Estuvieron todos en el agasajo, sobró alguno.
Santiago Abascal, que de luces anda escaso, estaba tan entusiasmado con la compañía de ultras acreditados que contempló la posibilidad de ver al presidente Sánchez colgado por los pies a manos de las turbas que andan agitando y a los que ellos llaman “el pueblo”. Porque a ese esperpento es a quien se dirigen esas proclamas, vestidas de amenaza. Su grupo le apoya: “Es la suerte de muchos dictadores”, dicen. Un partido que forma parte del Parlamento y no distingue entre democracia y dictadura debería ser excluido de él. Sin contemplaciones.
Y menos mal que por fin se reacciona. El PSOE llevará a la Fiscalía las declaraciones de Abascal contra Sánchez y los ataques a las sedes socialistas. Estiman que inhabilita a quienes lo promueven. Veremos en qué sector de la justicia recae. No se puede seguir así. La democracia no puede admitir más ataques dirigidos a su esencia. No es libertad de expresión, es de agredir. Y callarse, una cesión inadmisible y peligrosísima. Falta ya tiempo, observen a qué conduce mirar para otro lado y hasta tomar a broma algo tan grave. Así ha venido creciendo.
Las consecuencias que pide el PSOE al PP en su alianza con Vox no se van a producir. Los populares no solamente oponen siempre “un pero” que vuelca la culpa en la víctima, sino que en el fondo sus líderes actúan de forma muy similar. En Buenos Aires, pesos pesados del PP como la recobrada portavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo o la expresidenta de Madrid Esperanza Aguirre han expresado su alegría por ver a un sujeto del cariz de Javier Milei dispuesto a ejercer su mismo concepto de “la libertad”, que reside en cargarse el Estado y que cada cual se apañe como pueda, salvo los ricos que serán los beneficiarios de las compraventas. Milei miente en sus diagnósticos y en sus soluciones. Es el clásico populista de extrema derecha. Y se avecinan días muy duros para Argentina.
En Madrid espera la ahijada criada para la ocasión. Ayuso tampoco se ha quedado corta en insultos, agravios varios y bulos descomunales contra Pedro Sánchez. La muerte de 7.291 ancianos en las residencias a su cargo, sin asistencia médica por un protocolo despiadado que salió de su gobierno, sigue impune y la evidencia demuestra que en este país existen estas gravísimas lagunas de la justicia. Y de la sociedad capaz de avalar semejantes políticas.
Ayuso es la presidenta que no ha dejado de repetir mensajes absurdos que gustan a sus fans, como aquel “Toca elegir: ”O Sánchez o España“. La que envió a sus diputados en la Asamblea un mensaje bélico: ”Hoy la izquierda está acabada. Matadlos“. O la que ha acusado al presidente democrático del Gobierno de dictador y tirano y le ha llamado hijo de puta en el Congreso. Es lo que dijo, ya está bien de memeces con la fruta. La que día sí, día no, repite que ”el sanchismo está ocupando todo espacio político, institucional y social de manera totalitaria e ilegítima para cambiar el orden constitucional por la puerta de atrás“. ¿Totalitaria e ilegítima? Lo más terrible fue cuando el 9 de noviembre dijo: ”Esto lo tenemos que resolver entre todos, contamos con la corona, con el poder judicial, con las fuerzas armadas ...“. El jefe en la sombra, Aznar, había sido bien explicito: ”Sánchez es un peligro para España y hay que actuar. El que pueda hacer algo que lo haga“. Un peligro para los intereses que defiende esta infecta derecha, debe pensar. Dio el pistoletazo de salida, y detrás fueron todos. Y se ha tolerado. Y cada vez es mayor y más intenso el volumen de la violencia. Esto no es una oposición política es acudir al Parlamento con una motosierra.
De Feijóo, ¿Qué vamos a decir? Es un líder lamentable, convertido casi en una caricatura de sí mismo en el escaso tiempo que lleva en el cargo de presidente del PP. Tampoco ceja en sus insultos al Gobierno y en desvirtuar la realidad. Lo que más suele repetir es que el Estado de derecho se ha quebrado en España por culpa de Pedro Sánchez, y ha osado difundir tamaña insensatez en Europa. Este martes, Feijóo ha calificado el debate democrático de la ley de amnistía como “el día más triste en el Congreso” desde el golpe de Estado del 23F. Hay veces que buscando rentabilidad a los desafueros se pasan veinte pueblos. Los refuerzos en la portavocías sitúan, en lo más alto, a un Miguel Tellado que quería mandar al presidente socialista fuera del país “en el maletero de un coche”. Y añadan las patéticas algaradas callejeras que les conectan con lo más ultra y tramontano.
Lo decisivo es que, además, se atreven a seguir negándose a renovar el Poder Judicial y ése es un punto cumbre: háganlo como sea. Pasen de las palabras a los hechos, como anuncian. Cambiando mayorías o por cualquier otro medio, pero háganlo de una vez y acaben con esta desvergüenza. Que paguen quienes deban pagar, que los ciudadanos normales están hartos de tanta impunidad.
Las amenazas graves son delitos y más a un presidente del Gobierno: pueden entrar en el terreno de los magnicidios. Los atrincheramientos antidemocráticos también han de atajarse. Llevamos perdidos varios años ya. No cabe más espera. Y es que esta derecha españolista viene también con motosierra, ya ha acabado con la decencia, ahora va a por todos los derechos, a culminar ese asalto. Todos. La salud es uno de los bocados más codiciados. La verdadera libertad también. La de expresión ni les digo: entérense de qué pasa en Telemadrid. Vean el coro de voceros de la derecha en otros medios. Hagan el favor de echar la vista atrás para constatar qué pasa cuando no se actúa ante graves violaciones de la convivencia.
¿Habrá quedado suficientemente claro esta vez para cuantos deben enterarse y resolverlo?
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