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¿Qué nos falta por saber del emérito?

El rey emérito Juan Carlos I, en una imagen de archivo. EFE/Mario Ruiz

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Bienvenidos a una nueva edición de nuestro concurso favorito, ‘Un, dos, tres, responda otra vez’. Si el otro día proponíamos imaginar ideas chungas para cargarse Doñana (con poco éxito, todo está ya inventado), hoy jugamos a adivinar cuáles serán las próximas revelaciones escandalosas sobre el rey emérito. ¿Qué nos falta por saber sobre Juan Carlos I, qué se publicará en próximas fechas? Venga, denle al coco, un, dos, tres, responda otra vez: ¿Nuevos hijos no reconocidos? ¿Otra cuenta en un paraíso fiscal? ¿Una amante-comisionista que no teníamos fichada? ¿Su papel dudoso el 23F? ¿Comisiones pagadas por una dictadura, porcentaje sobre cada barril de petróleo? ¡Tolón, tolón, tolón! ¡Qué poca imaginación!

No es fácil fantasear sobre las andanzas del rey emérito, porque cualquier comportamiento inapropiado que se nos pueda ocurrir, a él ya se le ocurrió antes. Pero además, casi todo ya lo sospechábamos, a falta solo de que se publique y sea oficial. Cuando este jueves nos contaron que tiene una hija secreta, nuestra sorpresa fue cero: llevamos décadas con el runrún de que tiene no una, sino al menos media docena de hijos no reconocidos. Hoy son muchos los periodistas fastidiados por no haber dado ellos una noticia que era de todos conocida. Como esa, muchas otras que siempre han circulado en el periodismo y la política, pero también en la calle, y que están a falta solo de un dato, un documento o un testimonio que las valide y puedan publicarse en un periódico o libro.

Lo más escandaloso del emérito no son sus hijos extramatrimoniales ni sus chanchullos fiscales. Lo más escandaloso es que todo era un secreto a voces, y que los mismos que hoy lo “desvelan” lo sospechaban hace décadas. Pero no lo contaron entonces, no lo investigaron, no se atrevieron o no les pareció apropiado publicarlo. Hoy sí, cuando Juan Carlos I es un pimpampum que nadie sostiene y del que se puede contar todo, o casi todo. En días así, hay que recordar a quienes sí lo investigaban y contaban en su día, pagando un precio por ello.

Háganse a la idea de que queda mucho por salir, y que seguirá llegándonos por entregas. Un interminable goteo de revelaciones que parece una voladura controlada, la típica maniobra informativa con control de daños: soltar de a poquito, uno a uno los escándalos, porque contarlo todo de una vez sería insoportable. No para salvar la insalvable reputación del emérito, que ya está en el “Top 5” de peores reyes de la historia de España; sino para evitar que su aparatosa caída dañe el edificio monárquico. Fíjense el cuidado que ponen siempre, en cada revelación, de dejar fuera a Felipe VI, que puede pasar a la historia como un nuevo “rey pasmado”: no se enteraba de nada de lo que hacía su padre.

(Ah, y a quienes dicen eso de “son asuntos de la vida privada” al hablar de la hija secreta, perdonen que me ría: “sin isintis di li vidi prividi”. Aparte de que también le dedicó dinero sospechoso, hablamos de alguien cuya familia extensa tenemos que mantener, y cuya descendencia es un asunto de Estado. Vida privada...)

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