Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Feminismos de todas

Manuela, de 9 años, en la manifestación de la Plataforma 8M de Toledo

28

Una de las periodistas referentes en este oficio, Lydia Cacho, ha publicado un libro que, en medio de la bronca en la que está inmerso una parte del feminismo, representa un mensaje de firmeza pero también de esperanza que muchas echamos de menos y especialmente esta semana. Para escribir ‘Rebeldes y libres’ (La esfera de los libros) se entrevistó con chicas de entre 11 y 16 años que viven en distintos puntos de España. Cacho, luchadora y abanderada también del feminismo, parte de la premisa acertada porque reniega de etiquetas y de esta manera consigue que a través de la opinión de las jóvenes con las que conversa se demuestre cómo el feminismo crece y se reinventa sin renunciar a sus objetivos. 

Es un libro que sirve para mirar al futuro sin olvidar que este movimiento no ha empezado hoy (aunque escuchando a algunas políticas y políticos parece que sea así). “La historia del feminismo es la historia de tres siglos de mujeres en defensa de sus derechos”, como recuerda la escritora M. Àngels Cabré. Muchas lucharon y luchan en situaciones peores que las de aquí para conseguir que este sea un mundo más digno.

Hay varias frases que describen cómo este es un movimiento en evolución y en el que no todas las visiones tienen que ser coincidentes pero en la que ninguna debería ser excluyente. Una de las reflexiones que da que pensar es la que expone Basima, una chica de 14 años: “El feminismo dice que es la igualdad; yo como musulmana no me siento incluida cuando ellas hablan. Sí quiero que tengamos los mismos derechos, que dejen de pensar que porque somos de otra raza, religión o color de piel pues que no somos tan iguales, ¿me entiendes?”. Combatir el racismo, que a menudo está mezclado con el prejuicio de clase, es una obligación para todas las feministas. ‘Mujeres, raza y clase’ (Akal), de Angela Davis sigue siendo una obra de referencia para entenderlo. 

Esa lucha, la del feminismo interseccional, no es incompatible con reivindicar las cuotas en los órganos de poder, públicos y privados, como pretende la nueva ley de representación paritaria aprobada este martes por el Gobierno. Es evidente que solo con garantizar la presencia por porcentajes no basta. Se requieren medidas que faciliten la conciliación, una mayor flexibilidad laboral y mejoras en servicios como las guarderías. Pero eso no quita que conseguir que se aceptasen las primeras cuotas fue un hito (ojalá llegue un día en que no sean necesarias) y quien ahora minimice esos avances, sea desde la derecha o la izquierda, se equivoca.

El reparto de carnets entre buenas y malas feministas que escuchamos en algunos debates o los exámenes de pureza solo nos perjudican a todas.Tener que recordar esta obviedad prueba que es el momento de tomar aire y no debilitar una lucha que sigue siendo más que necesaria.

La olla a presión en que se ha convertido el Madrid político se ha trasladado, un año más, a la manifestación de este 8M en la capital. Mientras en ciudades como Barcelona la marcha ha sido unitaria, en Madrid la tensión política, que no es ajena al calendario electoral, ha contagiado la reivindicación en la calle. Los debates y la contraposición de visiones permiten avanzar. Ahora bien, anteponiendo la tolerancia y sin estar todo el día aleccionando desde las tribunas sobre cómo debemos ejercer el feminismo. No hay una única manera.

Es a partir de la pluralidad que se puede reforzar el movimiento, siempre que sea desde el respeto. Y claro que hay debates que arrastramos desde hace décadas. Por ejemplo, no existe un acuerdo sobre qué hay que hacer con la prostitución. Pero como bien ha argumentado Elisabeth Duval en este diario, no hay que confundir el apoyo a las posiciones abolicionistas con el discurso antitrans y eso es algo que cada vez pasa más en algunos sectores a los que les cuesta entender que si no es transversal no es feminismo.

Sirva esta conversación entre dos jóvenes que aparece en ‘Rebeldes y libres’ como ejemplo para serenar ánimos o intentarlo (al menos entre quienes no se juegan su futuro laboral en unas elecciones). Una joven comenta: “Yo soy no binaria y no quiero etiquetas”, a lo que otra responde: “Yo soy mujer y necesito que me llames mujer, yo te llamaré como tú desees”. 

No debería ser tan complicado.

Etiquetas
stats