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Grecia arranca las máscaras de la Unión Europea

Rosa María Artal

El  resultado del referéndum griego ha sido el triunfo rotundo e indiscutible de la dignidad de un pueblo. Y aún puede añadir otro decisivo logro: ha despojado a la política actual y, en particular, a la Unión Europea de todas las caretas en las se envuelven. Aunque disimulen, muestran ostensibles sus vergüenzas al aire. Y es el objetivo más perentorio sobre el que actuar.

Antes y después de la consulta a los ciudadanos griegos, propuesta por el gobierno de Syriza, hemos asistido a un cúmulo de desafueros.  Les sobran las urnas, no entran en sus objetivos empresariales. Lo han declarado por activa y por pasiva.  En cabeza, los socialdemócratas alemanes Martin Schulz y Sigmar Gabriel. El primero, ascendido a Presidente del Parlamento europeo, ha llegado a declararse partidario de colocar a un gobierno tecnócrata, otra vez, y en gesto manu militare. El segundo, mano derecha de Merkel en el gobierno, afirmó tras conocer el No de los griegos que implicaba la ruptura de todos los puentes de Tsipras con el resto.  Desafío, chantaje, los políticos se han empleado a fondo. También en España. Desde el fosilizado ex presidente Aznar a la ministra de Agricultura. Desde un Zapatero que justifica su patética cesión por “ayudar a Grecia”, al actual presidente que pide no “ceder” ante Syriza. Pensando como siempre en sus propios objetivos políticos.

Sumemos a unos medios de comunicación oficiales que llaman a los ciudadanos de un país a “derrotar a su gobierno”, como hizo El País, o que se ríen públicamente del presidente de Grecia como la enviada especial de TVE, una tal Susana Burgos, contratada para la redacción paralela que ha desplazado a los auténticos profesionales. Varios diarios, aún siguen vomitando su rabia y servilismo desde las portadas. 

Sobraban las razones para no aceptar un nuevo hachazo de los acreedores a Grecia. A esa Grecia, quebrada y corrupta, que forjó y sostuvo el sistema. Basten unos pocos datos de las exigencias requeridas: bajar aún más unas pensiones de 600 euros en su mayoría, subir el IVA, no incrementar  los impuestos a las empresas con más de medio millón de euros de beneficio y olvidarse de los convenios colectivos que Syriza quería recuperar (Conservadores y PASOK habían aceptado su supresión). Este último punto resume, en mi opinión, la clave ideológica de los acreedores. En un país con una grave crisis social desde que se iniciaron los rescates -con la errática directriz merkeliana de la austeridad-, pocos remilgos tendrán los asalariados en aceptar cualquier condición. Exigir su desprotección firmada es tratarlos como los rehenes de un secuestro. A los ciudadanos, por los errores de sus bancos y sus políticos. ·

Esto es ideología, es despotismo y coacción. Ejercido con dudosa legitimidad. Por ejemplo, solo los alemanes han elegido a Merkel para que rija sus destinos, no el resto de los ciudadanos europeos. Nadie a Lagarde y su FMI que viene a suponer una rueda de cemento al cuello del que cae en sus manos. Tampoco el mando de Draghi nos ha sido consultado, a pesar del currículo que arrastra. Mientras, la UE se diluye en numerosas instituciones prácticamente decorativas, porque quien manda es el Consejo, es decir, los presidentes y jefes de Estado de los países y, para que no se agoten sus señorías, el Eurogrupo. Un organismo “informal”, no constituido, como denunció el propio Varoufakis, que quita trabajo a sus superiores.

Tsipras, Varoufakis , el gobierno de Syriza han dejado su verdad oculta a la intemperie. Con una jugada arriesgada que sin embargo apelaba a la dignidad y a la democracia. El ministro de finanzas ha terminado de descolocar a los autoproclamados dueños y guardianes de las esencias, al dimitir “para facilitar la negociación con los acreedores”. Porque la izquierda tiene proyectos colectivos y no se amarra a las poltronas, ha dicho. Los Rajoy del mundo miran, aterrados, a su silla de poder no vayan a perderla. El retorno a la democracia ha hecho envejecer a la política y al periodismo oficial.  Era el retrato de Dorian Grey escondido en otra habitación, descompuesto por cesiones, trampas, mentiras, injusticias y traiciones.

No nos equivoquemos. Los países no son empresas dedicadas a la obtención de beneficios para sus dueños que parecen ser unos entes a los que llaman Mercados. El logro de ese fin no puede estar por encima de las personas y sus necesidades, como incluso obligaron a firmar a España en el famoso artículo 135. No nos conmueve que baje la bolsa o se frene la pretendida recuperación. Es una falacia. Tenemos a España creciendo, mientras miles de personas se sumen en la pobreza y aumenta obscenamente el porcentaje de ricos. Así funcionan las “recuperaciones” de la religión neoliberal que no admite contestación sino fe ciega. Porque, si miramos fuera, vemos que México crece aún más que España, mientras añade a la desigualdad social, el tener a la mafia sentada en algunas instituciones y el acallar a tiros la disidencia. Desde unos pobres chavales que protestaban, al reciente asesinato de dos periodistas. Incluso podemos dirigir nuestros ojos a China para ver cómo explota su burbuja y pierde la bolsa un 30% en dos semanas. Comentan que no nos intranquilicemos: los grandes prebostes tienen su dinero e inversiones a salvo, “solo” se hunden los pequeños comercios e industrias. O sea, el país, sus ciudadanos. Menos mal.

Su negocio no es el nuestro. Su  club tiene reservado el derecho de admisión y utiliza a menudo como norma la ley del embudo. Su democracia parece una parodia. De representantes, empleados, de la soberanía popular –y no es un radicalismo de ultraizquierda sino que figura en la Constitución española y en todas las democráticas-, han pasado a ser los directores de su empresa. Con sus Consejo de Administración como el Eurogrupo, el banco o la policía.

El FMI y la propia unión europea, entonces CEE, se crearon para erradicar la resolución violenta de los conflictos. Hoy,  vuelve a crecer la ultraderecha cerril que suele aparecer en las grandes crisis económicas, sin que los Amados Líderes de Europa con su FMI de estandarte levanten ni una queja. Pero sí actúan y con inusitada virulencia contra los gobiernos que como el de Syriza se ha propuesto luchar por su gente y que les “desafía” con un referéndum. Las personas son las que ponen en peligro su empresa. La suya, constituida con el  esfuerzo y la vida de todos nosotros.

Habrá que permanecer atentos a cómo digieren el NO griego. A cómo actúan para cortar el “contagio” a España, Portugal, Italia, o a ese olvidado y masacrado Chipre. Cuanto más agudicen la venganza, más deslegitimados quedan. Un día será tal la indignidad que el Dorian Grey podrido saltará a las portadas de sus diarios y a las pantallas de sus televisiones. Porque, si no es así, la auténtica tragedia contra la ciudadanía se habrá consumado. 

 

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