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Leonor, heredera de una institución obsoleta

La Princesa Leonor tras el acto de jura de la Constitución en el Congreso de los Diputados, a 31 de octubre de 2023, en Madrid (España).

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Desbordan la capacidad de asombro y de experimentar vergüenza ajena en las frases que dedican a Leonor de Borbón, una joven que acaba de cumplir 18 años sin haber mostrado nada relevante en particular. A diferencia de sus primos hermanos, algunos de los cuales fueron bien precoces en dar la nota. No es el caso. Aparenta ser una chica bien educada y es de esperar, por ella misma, que así siga como motor de vida. La intención parece que la lleva.

Ahora bien, atraganta ver a personas hechas y derechas diciendo públicamente cosas tales como que La monarquía se reinventa con Leonor, Leonor se casa con la Constitución, o aludir a una supuesta trascendencia histórica de la jura de Leonor. Periódicos serios algunos de ellos, ya venían así desde hace días. Y el peloteo almibarado y desbordante fue en aumento hasta el gran empacho de este martes con la suntuosa jornada de entronización de la heredera de la dinastía Borbón, que no de la Constitución como ha aseguraba otro titular entusiasta. Firme esperanza, la imagen de un éxito compartido, la generación de Leonor, seguían a toda portada con personas que no tienen que ver con ella ni expresan la realidad española a los 18 años.

Lo más ajustado a la verdad es cuando hablan de la construcción de una imagen. Es eso: marketing. Y la política y prensa cortesana se apuntan sin sonrojo a la gestión, con probable éxito. La lástima es que no vivimos tiempos de princesitas rubias de cuentos de hadas (nunca en realidad lo han sido). Hasta esa supuesta reinvención de la monarquía acarrea tal lastre con el abuelo Juan Carlos, con tíos, tías y primos -por no remontarse mucho más allá- que no se comprende cómo pueden atreverse a decir que Leonor lo va a borrar y reparar solo por el hecho de existir y ser hija de su padre.

Es justo en este momento de exaltación de la prevista sucesora cuando a la monarquía le saltan las costuras. Toda la suerte del mundo a Leonor de Borbón Ortiz, pero no tiene sentido que se admita su futuro empleo como Jefa del Estado español solo por motivos hereditarios. Estamos en el siglo XXI en unas sociedades cargadas de problemas de extremo a extremo del planeta.

Todo cuanto rodea este montaje es tan irreal y arbitrario que desafía la lógica. Leonor es heredera al trono porque no tuvo un hermanito varón, dado que sigue la prelación de estos en la sucesión al trono. Sin contar la accidentada continuidad dinástica que se cita como valor supremo de la institución. Los Borbones llegan a España tras el abandono del rey Amadeo de Saboya, harto de este país. Retomar la tradición de manos del dictador Francisco Franco y saltándose al heredero real, el padre de Juan Carlos, no es algo que prestigie a la Corona precisamente. Los mismos que abortaron las dos Repúblicas afirman que no funcionan aquí. “Las repúblicas están dotadas de válvulas de seguridad, desde la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales a los procesos destituyentes, las monarquías solo dejan dos salidas a sus titulares, ambas con desgarro: la abdicación o el derrocamiento. Les salva la inepcia política de sus impugnadores y el permanente chantaje de que la alternativa aparezca como una invitación a asomarse al abismo. Un miedo que, es cierto, les debemos históricamente a los Borbones”, concluye en elDiario.es Fernando Hernández Sánchez en un artículo pleno de claves.

Una sobredosis de vergüenza ajena se nos ha venido encima con los fastos de la mayoría de edad de Leonor. Las salvas de cañonazos, los Rolls Royce a pares, los carteles, las banderas, los pasteles “gratis” que pagamos todos los ciudadanos y dice regalar en Madrid, Ayuso, permanente novia en las bodas y reina en las entronizaciones. El almíbar por el que se deslizan y estrellan medios y escribientes cortesanos. Los cuatro minutos de aplausos que le han dedicado los depositarios de la soberanía popular -presentes- rendidos a la hija del rey y nieta del emérito ha sido de los tragos más duros. El PSOE republicano sumado a la derecha intensa que sigue al padre, sobre todo desde que hizo más que reinar un aciago día de septiembre. Cuatro minutos, plagados de segundos como panacea. Afuera hay otros. Muchos de ellos aspirando a tener como forma de Estado una república. Nunca se nos consultó qué queríamos.

Prepárese Leonor de Borbón Ortiz como le han programado o como ella desee, y luego preséntese a unas elecciones, si le parece. Es como funciona la gestión verdaderamente democrática de los países. Es cierto como muchos temen que en una hipotética república pueden salir elegidos auténticos desastres y así lo vemos para numerosos cargos actuales, pero el acceso a la información, la educación, la libertad real, son mecanismos más saludables que las herencias y, como dice Fernando Hernández Sánchez, finitas en el tiempo y solucionables cuando fallan. Salga elegida Leonor por su capacitación y no porque nació en el seno de la dinastía Borbón. Nada menos, por cierto.

Sé que es raro que se especifique esto, pero si pensamos seriamente en lo que le están haciendo a esta joven vemos que tampoco es demasiado envidiable. Pensemos en lo que es pasar los días en ese empalagoso merengue de adulaciones que pretende alejarla de la realidad y aprovecharse de sus favores. Su autonomía, su libertad incluso, es reducida, hasta para elegir pareja de vida. Con los resultados que de sobra conoce y conocemos en su propia familia. Lo llaman vocación de servicio y no lo es. No hay porqué. Una institución que ejemplifica los privilegios, la desigualdad, no funciona como concepto. Y encima suele escaparse de sus propias reglas con no poca dosis de hipocresía. Se gestiona como personas normales no ungidos de falsas glorias.

Van a seguir convirtiéndola en una figura decorativa para lograr fidelizaciones a una institución obsoleta y sin embargo su puesto futurible tiene relevancia, no digamos lo que le ha servido a su abuelo e incluso a su padre. Necesita instruirse en la verdad. Es bien evidente que en esa familia muchos de ellos huyen de la verdad precisamente como de la peste. Todo el mundo merece esa oportunidad cuando empieza, también Leonor de Borbón Ortiz.

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