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No los llame eurobonos, llámelos como quiera

Iñigo Sáenz de Ugarte / Iñigo Sáenz de Ugarte

Rajoy volvió de Chicago convencido de que no hay salvación para España fuera de Merkel. A diferencia de otros líderes europeos, el presidente del Gobierno no se ha alejado ni un centímetro de la línea marcada por Berlín y el BCE con la esperanza de que en última instancia sea el banco central el que salga en ayuda de España con la compra de deuda soberana.

El hecho de que no se haya producido en las dos últimas semanas no parece ser un motivo de preocupación. En público, claro.more

Otros países tienen más voluntad o margen de maniobra para probar nuevas ideas, que son precisamente las mismas de las que Merkel no quiere oír hablar. El efecto Hollande no se acaba en el presidente francés. Varios líderes han puesto sobre la mesa posiciones similares que no pasan por que el BCE siga comprando bonos, sino por cambios estructurales en la financiación de la eurozona.

En Alemania el frente común Gobierno-oposición-prensa da muestras de fisuras. Los socialdemócratas ponen condiciones a la firma del pacto fiscal --sus votos son necesarios para alcanzar la mayoría necesaria de dos tercios-- y algunos periódicos se desmarcan de los pasos de Merkel, como este editorial del Financial Times Deutschland.

Quizá haya que llamarlos de otra manera. Quizá si los eurobonos no se llamaran eurobonos, sino, digamos, 'pacto de consolidación de la UE' o 'proyecto de circulación monetaria de unidad europea', entonces la canciller, Angela Merkel, podría abandonar su oposición. Después de todo, apenas quedan razones objetivas para esa oposición, basada principalmente en las dudas sobre sus propios votantes.

En la cumbre del G-8, no fue sólo el socialista francés François Hollande el que habló a favor de los eurobonos, sino también el tecnócrata primer ministro italiano, Mario Monti, y el primer ministro británico David Cameron, un conservador que apoya la austeridad. Con independencia de las legítimas preocupaciones, han llegado a la conclusión de que una unión monetaria sólo es viable a largo plazo si los estados miembros se apoyan entre sí.

Según el diario, confiar en que Grecia permanezca en la eurozona o que si se produce su salida, eso no afectará a los demás países, es una esperanza vana. Ha llegado el momento de hacer algo, y no de esperar a que escampe la tormenta. Por ejemplo, “enviar un fuerte mensaje a los inversores de que no tienen que temer por la supervivencia de la unión monetaria”. La llamada a la acción que hace el FT no consiste en los largos discursos y comunicados de costumbre ni en continuar esperando a que la austeridad sane, o mate, al paciente.

Eso sí, que no les llamen eurobonos.

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