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¡Madrileños! ¡A las cosas!

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid

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“¡A las cosas!”, gritó en una conferencia Ortega y Gasset en 1939 durante uno de sus viajes a Argentina. Las cosas eran lo importante, lo que debería estar en el primer plano del debate público, los problemas de los ciudadanos, lo duradero, lo inmodificable, lo que no debiera cambiar gobierne quien gobierne y haya o no elecciones. Madrid bien podría ser hoy esa Argentina orteguiana en la que cualquiera que sienta fatiga pandémica y política podría plantarse ante Ayuso y exigirle que pare, que se deje de extremismos, de personalismos, de nimiedades, de provocaciones, de palabras incendiarias y que se ocupe de una vez de lo que toca. Lo que toca, ante una pandemia sin resolver en la que Madrid sigue a la cabeza en incidencia acumulada y saturación de UCIs se explica por sí solo con los números. Ahí van algunos.

Dato: En España desde que empezó la pandemia y hasta el 31 de marzo se han notificado un total de 3.284.353 casos confirmados de COVID–19 y 75.459 fallecidos, según las estadísticas elaboradas con información de las Autonomías por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias.

Dato: Madrid es, con 625.215 casos, la Comunidad Autónoma con mayor número de enfermos diagnosticados. En los últimos 14 días ha registrado 17.951 nuevos infectados y en la última semana de marzo, 9. 936.

Dato: 91.736 madrileños han precisado hospitalización y 6.723 ingreso en UCI desde que comenzó la pandemia. En los últimos siete días, 431 personas fueron ingresadas y 47 necesitaron cuidados intensivos.

Dato: Madrid ha realizado en el último año solo 143.357 pruebas diagnósticas: 74.242,  PCR y 69.115, antígenos; 2.151,41 pruebas por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de Cataluña, Ceuta, Extremadura, Navarra o País Vasco.

Dato: Madrid es la Comunidad con más fallecidos desde que comenzó la pandemia. Hasta la fecha, 14.564 y 53, en los últimos siete días.

Hasta aquí las cifras. Luego, están la presidenta madrileña y los decibelios de su discurso sin haber empezado aún oficialmente la campaña. Ayuso no habla de muertos, ni de infectados, ni de incidencia acumulada, ni de riesgos altos o bajos, ni de por qué cerró los centros de atención primaria en Semana Santa y suspendió la vacunación para miles de madrileños.

Lean porque esto es de lo que habla: “El PSOE es un refugio de golpistas, batasunos, okupas y bolivarianos” que tiene como socio a una una formación “comunista, antisistema, abiertamente guerracivilista y cuyo objetivo declarado es acabar con el modelo de 1978”. Sigue: “Dan homilías feministas mientras han multiplicado el desempleo femenino, ”enfrentan a la escuela pública a la privada y a la educación especial con la general; polarizan y enfrentan la sanidad pública con la privada; hostigan a la empresa privada y la enfrentan con lo público; denuestan y ridiculizan el sector servicios, la hostelería y el turismo; desprecian la agricultura y enfrentan al sector primario y terciario con el industrial“.

Conclusión: “España está en peligro” porque el Gobierno de Sánchez “sólo practica la propaganda” y está obsesionado “con batallar” contra Madrid.

La Juana de Arco de la hostelería madrileña –que no ha destinado ni un solo euro a ayudas directas para los bares por los que tanto clama– no tiene más tema que Sánchez. No habla de pandemia, sino de libertades y de la identidad madrileña, que debe ser algo que solo siente ella porque Madrid es “esa España dentro de España” que no necesita a más España que la que ella representa. 

Hay una competición a cara de perro entre la factoría Redondo y la factoría Rodríguez en la que el primero ha marcado una estrategia de campaña para Gabilondo que evite el enfrentamiento y rompa con la dialéctica de los insultos y las amenazas entre bloques mientras el segundo pide más madera para acabar con Sánchez el próximo 4M.

Pase lo que pase hasta entonces, Ayuso irá a lo suyo. A Sánchez, a España, a los bares, a los okupas, a los filoterroristas y a los bolivarianos. Si Ortega levantara la cabeza y recordara hoy aquello de que “el filósofo es el hombre que rumia pausadamente” y no se adornaba mucho ante sus oyentes porque lo que importa no era él, sino “sólo las cosas de las que vamos a hablar”, su prédica sería hoy: “¡Madrileños, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos”. Pues eso. El 4M, habrá que estar, quiera o no quiera Ayuso, a las cosas... Y a los datos.

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