El Maquiavelo de la no violencia
No ha habido aparición televisiva de Pablo Iglesias en la que no se hablara de sus pintas, como si su aspecto y su manera de vestir fuera más importante que el contenido de su mensaje. Sin cortarse un pelo, los comentaristas -y las comentaristas- han buscado manchas en su corbata roja así como liendres en su coleta. De esta manera, el Canal Único de Información ha contribuido a las labores de despiste.
El otro día, para su último debate, Pablo Iglesias se colocó un jersey con cuello de caja que venía con una marca en su tetilla izquierda, y que es un guiño a las 198 maneras de lucha no violenta expuestas por el activista Gene Sharp en uno de sus manuales.
En este caso, a los comentaristas -y a las comentaristas- les pillaba un poco lejos el asunto, por lo cual, Gene Sharp pasó desapercibido durante las horas y los días que siguieron al debate. Con todo, Gene Sharp no puede pasar desapercibido para nosotros por ser algo más, mucho más, que el inspirador de una marca de ropa.
Gene Sharp murió hace poco más de un año y apenas se habla de él en nuestro país, pero su memoria sigue viva cada vez que hacemos la burla a nuestros amos. Su filosofía llevada a la acción tiene como base la desobediencia pacífica y su aplicación resulta demasiado peligrosa para el orden establecido, ya que, de ponerse en práctica, se derrumbarían por completo las estructuras de poder que mantienen la obediencia de los sujetos.
Las propuestas de Gene Sharp son para llevarlas a cabo en todas las direcciones posibles, empezando desde la base, esto es, rompiendo los lazos de castigo y recompensa que nos enfrentan a todos los que estamos dentro de la boca del mismo lobo. Son posturas sencillas, pero no por ello fáciles de tomar, ya que el sistema que nos somete no permite ignorar del todo el poder con el que nos aplasta. Para llevar a cabo la sagrada indiferencia de los desobedientes, se requiere conciencia crítica y el ejercicio de una voluntad en estado óptimo.
Gene Sharp fue el Maquiavelo de la no violencia, un hombre libre que, inspirado por Tolstói, por Thoreau y por uno de los primeros anarquistas ilustrados como lo fue Étienne de La Boétie, nos enseñó que si existen reyes, es porque existen súbditos. Con esto, el otro día, en el último debate, cuando empezaron con la sugerencia de libros, eché en falta que Pablo Iglesias no regalase a Pedro Sánchez el manual de Gene Sharp para que aprendiera las pautas de desobediencia cada vez que se viese obligado por el Capital a pactar con la derecha.