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¿Es lo mismo estar orgulloso de ser blanco que de ser negro?

Marcha neonazi por el centro de Madrid, en la calle Gran Vía. | Foto: Mercedes Domenech.

Moha Gerehou

Empezaré diciendo una cosa muy clara: si fuera blanco, estaría muy orgulloso de serlo. No me cabe ninguna duda de ello. Cómo no iba a estarlo si tengo un escudo dérmico que me protege de las sospechas de la Policía, salvo cuando doy motivos para ello. Cómo no sacar pecho de una condición que me permite acceder a una vivienda sin que piensen, al margen de razones objetivas, que ya no pagaré al quinto mes ni que la dejaré como el infierno de Dante.

Las redes las carga el diablo, y como si del noveno círculo del infierno imaginado por el poeta italiano se tratase, allí podemos encontrar algunas de las mayores muestras de orgullo por ser blanco que uno se puede imaginar. Las manifestaciones no son exclusivas de ese espacio, y por supuesto tienen su eco en la 'vida real', pero sí son exacerbadas en el mundo virtual. Como si de un Barça-Madrid se tratase, es habitual encontrarse con perfiles que, por poner un ejemplo, son 'mourinhistas' y orgullosos de ser españoles y blancos. Las dos primeras categorías pueden colar, pero la tercera patina: ¿qué implica gritar a los cuatro vienes que te sientes orgulloso de ser blanco?

La primera respuesta es la reafirmación de una superioridad evidente por la cantidad de ventajas asociadas a esa condición. La ventaja en muchas ocasiones no viene por tener privilegios, sino que el simple hecho de no ser discriminado ya es un punto a favor.

No es sano ni moralmente higiénico sentirse orgulloso de ser hombre en un sistema patriarcal, sacar a pasear tu condición de multimillonario cuando gran parte de la población no puede permitirse comer o sentirse satisfecho de ser hetero cuando las personas con otra orientación sexual muchas veces no pueden ni mostrar en público su condición. En el juego de los 'opresores y oprimidos', presumir de pertenecer al primer grupo denota un ombliguismo que asusta.

Sentirse orgulloso de ser blanco y contarlo por todas partes es una de las mayores muestras de superioridad que existen. Pero es que quienes levantan esa bandera dan a entender, sin posibilidad de lecturas alternativas, que lucharán por mantener ese estatus. Quien saca pecho por ser blanco no dudará en defender un legado que perpetúa una serie de discriminaciones de las que sistemáticamente se ha beneficiado, beneficia y beneficiará.

Probablemente haya quienes digan que existen personas que se muestran orgullosas de ser negras. Yo soy una de ellas. ¿Es una proclamación racista por mi parte? Nunca. Volviendo al juego de 'opresores y oprimidos', a día de hoy mostrarse orgulloso de ser negro en una sociedad diseñada por y para personas blancas se acerca a la proeza. No es fácil encontrar motivos para ello, cuando cientos de situaciones te llevan a pensar que un simple cambio en el color de piel quitaría de golpe decenas de situaciones negativas en tu vida. No son pocas las personas negras que en algún momento de sus vidas han deseado intercambiar su identidad racial.

Como cuando reapropias un insulto a tu colectivo para reivindicar tu lucha, sentirse orgulloso del color de piel cuando es objeto de discriminación es otra forma más de combate político, una forma de resistir a la intolerancia  y de defender la diversidad ante quienes buscan aplicar la teoría del “solo puede quedar uno”.

¿Se puede estar orgulloso de ser blanco, negro o azul oscuro? Sí. ¿Tiene las mismas implicaciones? Por supuesto que no. Reivindicar el orgullo de ser blanco es otra manera de proclamar la superioridad de una raza en la sociedad frente a los que son discriminados por su color de piel. Por eso, tal vez sea el momento de plantearse si existe la necesidad de subrayar un aspecto que de tan evidente raya el insulto.

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