En nombre de los sirios
El dictador Bashar al-Asad y sus amigos rusos gasean sin piedad a la población civil siria en nombre de los sirios. Donald Trump empieza a amortizar su incremento en el gasto militar bombardeando una base siria en nombre de los sirios, previo aviso a los rusos para que se aparten antes de que caigan esos 59 tomahawks que al parecer le han dado un perfil tan presidencial ante los ojos de medio mundo, siempre encantado de ver una película con héroe y final feliz. Los cínicos gobiernos europeos aplauden aliviados un ataque que les ahorra intervenir a ellos y también lo celebran en nombre de los mismos sirios a quienes tenemos encerrados al otro lado un Mediterráneo convertido en foso, valla y tumba a la vez. El día que todos dejemos de hacer cosas en nombre de los sirios y se les permita decidir su propio destino seguramente sea el día que cambie su suerte.
Hasta entonces, seguirán cayendo asesinados y masacrados en su propio nombre y por su propio bien a manos del ejército y los gases del dictador, las milicias armadas por Turquía, Irán o Arabia Saudí, Hezbollah, el ISIS, la aviación rusa, la aviación norteamericana o la indiferencia europea. Mientras se sigan acribillando y exterminando dentro de sus propias fronteras, los sirios serán una excusa y una coartada; y Siria será un banco de pruebas para los juegos de poder y geoestrategia de las dictaduras vecinas y las grandes potencias, además de un sustancioso negocio militar y armamentístico donde todos ganan y la cuenta siempre la pagan los mismos.
Quién necesita una estrategia o un plan cuando puedes tuitear todos los días y colgar tus videocomunicados en You Tube. A Donald Trump le ha venido bien recuperar por unas horas el papel de gendarme mundial que tanto gusta en el Partido Republicano de siempre, y de paso hacer un poco de teatro en sus promiscuas relaciones con Rusia. A Vladimir Putin tampoco le va mal fantasear un poco con ese papel de emperador viril y poderoso que por esta vez -y por ser tú, Donald- lo va a dejar pasar. A la UE siempre le ha resultado muy conveniente dejar que Estados Unidos haga el trabajo sucio y aplaudir cuanto haga falta sus intervenciones. Israel, Arabia Saudí, Irán o Turquía tienen más munición para armar sus intereses y Bashar al-Asad tiene más papeletas para ganar el puesto de nuestro hijo de puta en la zona.
Todo el mundo saca tajada en nombre de los mismos sirios que corren a esconderse de las bombas, del gas, de los drones o los suicidas. Todo por los sirios, para los sirios, pero sin los sirios. En Siria unos masacran a la población civil con armas llegadas desde Europa, Turquía o Arabia Saudí; otros con armas suministradas por Irán y otros con armas traídas desde Rusia. La bandera del vendedor marca la diferencia entre buenos y malos. Si se las vendemos nosotros o nuestros aliados, son de los buenos. Si se las venden los otros, son de los malos.