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¿Cómo se dice “abusos policiales” en catalán?

Una decena de jóvenes acampa anoche frente al banco expropiado de Gràcia

Isaac Rosa

Para el poco tiempo que llevan patrullando las calles, el historial negativo de los Mossos tiene mucho mérito. Han conseguido en solo diez años un nivel de cuestionamiento ciudadano que otras policías tardan décadas en consolidar. Si alguien pensó que la jovencísima policía catalana no sería lo suficientemente “dura” para garantizar el orden público, ahí tienen su historial de denuncias: nada que envidiar a las veteranas Policía Nacional o la Guardia Civil en los informes anuales sobre abusos.

Lo vemos estos días, con la actuación de los antidisturbios en Gràcia, calificada por las asociaciones vecinales como “insensata”, y que ayer incluyó porrazos a tutiplén en respuesta al violento lanzamiento de agua y harina. También lo vemos en la absolución de los acusados de reventar un ojo a Ester Quintana, que añade el marbete de impunidad que todo cuerpo policial parece atesorar.

Pero el historial es abultado, para el poco tiempo que llevan en las calles. Es conocida la dureza con la que se han empleado en protestas sociales, ya fuesen huelgas generales, el desalojo del 15M, la carga en el Parlament, Can Vies, movilizaciones estudiantiles… Estos días, por lo de Gràcia, los medios repiten eso de que hay “profesionales del alboroto” entre los manifestantes, un grupito que no falta en ninguna protesta. Pero se olvidan de recordar a los “profesionales de la leña” que tampoco faltan en el lado policial cada vez que hay que despejar la calle: porrazos, disparos, detenciones irregulares, infiltración en manifestaciones…

Sumen a lo anterior los siete ojos reventados en solo cinco años de balas de goma, los muertos al ser reducidos o ya detenidos, las palizas, el acoso a inmigrantes y otros colectivos vulnerables, y las denuncias de tortura que ya alcanzan un nivel equiparable al de otros cuerpos más veteranos.

Ya sé, ya sé: la mayoría de mossos respeta la ley y los derechos civiles, los abusones son una minoría. Pero eso mismo se puede decir de cualquier cuerpo policial que acumule denuncias: los malos siempre son minoría, pero están ahí, y manchan la imagen de todo el cuerpo.

Lo que hace democrática a una policía no es la inexistencia de abusos, sino que estos sean castigados y sus responsables apartados. Por el contrario, lo que distingue a los peores cuerpos policiales no es la existencia de abusos, sino su impunidad. Y hay que reconocer que los responsables políticos de los Mossos han logrado un nivel de impunidad que también parece impropio de una policía tan joven. La falta de colaboración cuando hay denuncia, las maniobras para lograr la absolución, el desinterés en investigar y en poner medidas preventivas, son mérito de los sucesivos responsables catalanes de Interior. Y no falta la colaboración del gobierno central que, llegado el caso, indulta por igual a mossos, policías o guardias civiles, para que no digan que les tienen manía a los catalanes.

Nos hemos pasado décadas achacando las carencias democráticas de los cuerpos policiales españoles a la herencia de la dictadura, la impunidad de la Transición, la falta de interés de los responsables políticos por acabar con viejas inercias. Y resulta que cuando podemos montar una nueva policía desde cero, nacida plenamente en democracia, sin herencias ni viejas costumbres, no nos sale mucho mejor. Es una pena, sí. Y tiene responsables.

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