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O pollo asado o Pablo Motos

Un pollo asado en hora valle

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Hace años que la gente del coaching viene advirtiéndonos en sus tuitcards o como se llamen de la necesidad de salir de la zona de confort. ¿Te has quedado en el paro? Sal de la zona de confort. ¿Tienes trabajo? Sal de la zona de confort. Bien, pues gracias a la nueva factura eléctrica, esto ha dejado de ser el mantra de los silicon coelho para convertirse en una necesidad financiera de muchas familias.

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, ideóloga del polémico cambio, recomienda pensar fuera de la caja eléctrica. Para empezar, dicen, deberíamos encender los aparatos de uno en uno. El consejo, que podría pasar por una cita mal traducida de El arte de la guerra, implica que habrá que elegir: o chicharro o Wyoming. O pollo asado o Pablo Motos.

Pero la CNMC no se detiene ahí. También recomienda desplegar estrategias de ahorro, y pone algunos ejemplos creativos. Se puede, por ejemplo, concentrar toda nuestra demanda energética el fin de semana, renunciando a ese ridículo lujo burgués llamado vida. También podemos poner el lavavajillas por la noche, desde las doce hasta las siete de la mañana, de manera que no solo tú saldrás de la zona de confort, sino también tus vecinos.

Los datos apuntan a que la mayor víctima de la subversión horaria será el planchado. Resulta que planchar, además de tedioso y alienante, es una de las tareas domésticas que más energía consume y, por tanto, también una de las más caras. De nuevo, habrá que elegir: o arrugado o somnoliento.

No descartemos que, con el tiempo, planchar acabe siendo tan oneroso que se convierta en símbolo de estatus. Forbes retratará en su portada a destacados empresarios planchando a pleno sol para que pensemos: ¡quién pudiera! El planchado se sumará a la lista de actividades soporíferas que los pudientes cultivan por razones gregarias, como montar a caballo o ir al tenis.

Es posible incluso que se inauguren clubs privados de planchado. The Iron Society, since 2021. Hombres de pelo cano, aburridos de gastar dinero, se juntarán en los salones para planchar sus camisas en la debida intimidad. Allí donde el poder susurra, donde se mueven los hilos del país, compartirán consejos para que los cuellos no se apelmacen. El lino, mejor un poco húmedo. La lana, siempre caliente.

Nada de esto debe llevarnos a la desesperación. Según cálculos de la CNMC, si cambias tus hábitos con el empuje suficiente, puedes acabar pagando incluso menos que antes. Basta con elegir cuidadosamente tus renuncias. También eso lo dijo Sun Tzu: “No pongas el lavavajillas, que todavía caben más cosas”. Apócrifo.

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