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El precio a pagar

Mick Jagger (der.), junto al Guernica.

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Cualquiera puede fotografiarse con el Guernica de Picasso como hizo el líder de los Rolling Stones, Mick Jagger en su viaje a Madrid. Más aún, puede estar un rato a solas en cualquier sala, incluso de noche. Puede, si paga. Y no es barato. Hasta 4.000 euros la hora en las salas de la colección permanente o 1.200 por ver los cuadros más “caros” mientras fuera luce la luna. Los Museos Nacionales alquilan sus espacios para visitas privilegiadas, aportando ingresos extra. El ranking de lugares y precios que detalla ElDiario.es muestra la escala de valoraciones.

Hay precios que cuestan muy caros, probablemente todos en conceptos como desigualdad y justicia, pero es cierto que unos son menos prescindibles que otros y cuesta creer que sean los de más valor. Nunca fue lo mismo valor que precio.

Un nuevo fármaco contra el cáncer de colon, probado en Nueva York, logra resultados espectaculares. La muestra es aún muy pequeña pero todos los pacientes tratados han visto erradicada por completo la enfermedad. Habrá que continuar experimentando. El problema es el precio: 11.000 dólares la dosis, que se suministra cada 3 semanas durante 6 meses. Un tratamiento muy costoso que no está al alcance de todos los bolsillos. Ocurre en multitud de casos. A menudo, muy a menudo, hasta la salud y la vida dependen del tamaño de la cuenta corriente.

Cualquier tratamiento podría extender su aplicación en función de la economía de escala. Si son muchos los usuarios, se abarata el proceso. Pero actualmente rige a rajatabla el egoísmo y no interesan gastos sin beneficio anexo para alguien. Cunden los ejemplos. Bien cerca. En carne propia de muchos ciudadanos.

El exmarido de María Sevilla, la mujer indultada recientemente por el Gobierno, recauda 100.000 euros en pocos días para denunciar por ello a la ministra Irene Montero. Quieren, pueden y eligen esa prioridad de su dinero. Una justicia asequible, al alcance del ciudadano, serviría al menos para equilibrar las demandas ideológicas. 

Un precio verdaderamente inasumible es el de la imbecilidad de ciudadanos subyugados por cantos de sirena, usados como bayetas de suelo y que dañan a toda la colectividad. Proliferan sin duda las trampas que crean espejismos, el desencanto por las promesas incumplidas o las expectativas creadas. Por esas sombras fantasmagóricas que vemos pulular inermes para desactivarlas. Pero es una falta absoluta de lógica no pensar en la realidad, en la salud y la vida ajenas y propias, equivocar los culpables, no ver a dónde conducen las sendas del odio y la injusticia.

El Congreso de EEUU documenta cómo Trump montó el “intento de golpe” en el Capitolio. Fue él quien organizó la conspiración. Y ni siquiera llamó a la Guardia Nacional una vez desencadenado el asalto, sino su vicepresidente Mike Pence, a pesar de ser tan ultra como él. Una intervención decisiva. Lo vimos en directo, todo, en todos sus detalles, pero el Partido Republicano al que pertenece el magnate le libró de este impeachment por su intento de anular los resultados electorales, con sus mayorías parlamentarias, como le había librado de otro anterior. Los partidos corruptos que apoyan a corruptos o golpistas salen carísimos y ni siquiera ha terminado la sociedad de pagar esa deuda. Porque hoy, a punto de cumplir esta semana los 76 años, Trump es la estrella de la derecha norteamericana. Y ya anunció que, cuando vuelva, las cosas cambiarán: “Aprobaremos reformas críticas que hagan que el presidente de los Estados Unidos pueda despedir a todos los empleados del poder ejecutivo. El ”estado profundo“ debe y será sometido”, dijo en marzo, al tiempo que proponía una drástica expansión del poder presidencial. No puede estar más claro. Se enriqueció en el cargo, tuvo una gestión nefasta de la pandemia causando muchos más muertos de los previstos. Trump “es anticiencia, prefiere sus corazonadas a la experiencia y con impulsos autoritarios para mantenerse en el poder”, escribió el científico Brian Klaas apenas iniciada la pandemia, en marzo de 2020. Y vaya si se cumplió. El precio de no escuchar y no prever está entre los más altos.

Millones de seres siguen adorando a Trump como al Mesías prometido. Algunas sectas, de forma textual. Al punto de hacer una vigilia aguardando su advenimiento a la vicepresidenta con el hijo de Kennedy resucitado para la ocasión como tándem. Trump ha salido carísimo a la democracia mundial. La idiotez que lo aúpa más todavía porque lleva visos de durar por encima de él, de cuantos son como él y sus obras.

En España un mar sin escrúpulos mueve los hilos de una marioneta de mirada tan preocupante como sus hechos. Es un calco de Trump. La Comunidad de Madrid tuvo los peores resultados de Europa en la gestión de la Covid y presume de lo contrario y cuela entre los adeptos. Ya ni importa que Ayuso deje los Centros de Salud sin médicos para “ahorrar”. Lo sucedido en los geriátricos, con más de 7.000 muertos, anda en el limbo de la justicia. Y el presidente de turno suelta una nueva frase para el espanto, tras haber evidenciado que si la economía es su fuerte, andamos apañados. Feijóo, para mostrar comprensión hacia Argelia, le ha transmitido que “el Gobierno de Sánchez no representa a España”. El Gobierno de España no representa a España. 

No dirán que no nos cuesta carísimo el PP con su Ayuso y su Feijóo y tantos otros. Sánchez, con sus idas y venidas con Argelia, su preocupante reparto de culpas y su inacción ante esas negras sombras que campan a sus anchas. Los que cobran por destruir. ¿Quién nos ha engañado para pagar semejante precio por los estragos a la convivencia?

Lo suyo es no pagar por los daños, desde luego. Pagar solo por cuanto tiene valor, aunque muchas veces es precisamente lo que no cuesta nada en dinero. Por la decencia y la equidad. Prescindir de bailar una hora a solas en el Palacio de Cristal de El Retiro por 7.315 euros, y recuperar la sanidad pública perdida y alcanzar la justicia y la democracia que nunca tuvimos. La lucidez y la exigencia personal de esa coherencia cuya falta ocasiona tantos quebrantos.

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