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Primer aviso

El presidente Pedro Sánchez y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, durante el pleno del Congreso.
10 de enero de 2024 22:57 h

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El que me niega lo que no merezco, me da advertencia, no me quita nada”

Francisco de Quevedo

La agónica y desconcertante convalidación de las leyes por decreto del Gobierno puede resumirse en pocas palabras: primer aviso y, aunque ya no queden taurinos, ya saben, al tercero devueltos a toriles. Sánchez tiene que cambiar su forma de gobernar, limitar su acción legislativa a pocas cosas y relevantes y, por supuesto, negociarlas antes de llevarlas a votación; estas agonías, aunque se medio salven, te dejan flojo de remos y bastante tocado. Si los “socios” –con estos socios, para qué precisas de opositores– han dejado algo claro es que cada porción o fragmento de los que constituyen la llamada coalición, que no es tal, es tan vital que puede convertirse en la decisiva en cualquier momento. 

El primer aviso de Podemos está más que claro. Sin ellos tampoco salen las cosas y, por tanto, pueden ponerle la soga al cuello al Gobierno o más bien a su enemiga íntima, Yolanda Díaz, cuando quieran. Siempre habrá una pejiguera a la que agarrarse para dejarla con el culo al aire, se lo acaban de dejar claro, y mucho más si amalgamas cosas, algunas dispares, que te saltan por los aires por un quítame allí esas pajas. Iglesias va a degüello contra su designada, que les dejó en la cuneta, y ahora es vicepresidenta y comparte el poder con Sánchez. No hay que ser un lince para hacer este análisis. Dinamitar a Díaz es un objetivo bastante claro del sumo líder. Veremos más cosas en adelante pero su primer aviso ha quedado clarinete y, además, no ha sido de farol sino que lo ha ejecutado. 

El primer aviso de Junts ha sido más embrollado, no parece que vayan a sacar la navaja del todo hasta que la amnistía se haya cumplido y, por tanto, su objetivo primario esté en sus manos. Es más, hasta pudiera ser que el aviso se lo hubiera dado el PSOE a ellos y no se hayan enterado. A cambio de no votar –una figura jurídica extraña– dicen haber obtenido la delegación de las competencias de inmigración y la retirada de la inclusión de un nuevo artículo 43.bis en la Ley de Enjuiciamiento Civil que regulaba las prejudiciales que los jueces sin duda van a presentar a la ley de amnistía, además de publicar inmediatamente los datos para calcular las balanzas fiscales, la reforma de la ley de sociedades de capital para que vuelvan las empresas a Catalunya, suprimir el IVA del aceite, multiplicar por cinco los fondos previstos para digitalizar la administración de justicia, reconocer los derechos históricos de Catalunya en materia de régimen local, y que el Estado asuma la totalidad del coste sobre los descuentos y las bonificaciones del precio del transporte público. Ahí es nada, por no votar, deben pensar los de Nogueras. En realidad aún no se las han visto con Madrid y con lo que es Madrid y da la impresión de que les han hecho una envolvente. Véase que han pedido un traspaso de competencias via 150.2: ¿es posible traspasar estas competencias? Para mí que no, porque el artículo 149 las considera de competencia exclusiva. En caso de que se llegue a intentar, ¿no habrá quien lo lleve al Constitucional? 

A pesar del alivio momentáneo que supone esta negociación in extremis cabe preguntarse si en realidad les han dado algo. Por cierto, si la delegación de la inmigración está relacionada con las quejas de los alcaldes de Junts que pidieron expulsar a los inmigrantes reincidentes, porque, en ese caso, delegarles el tema no sé si es muy progresista (excepto, claro, que sea imposible). También se ha conseguido la tramitación como proyecto de ley del decreto 6/2023 que contiene la mayor reforma de la Justicia en más de un siglo y que espero pueda ser sometido a debate y enmendado para ser mejorado. Esta, en realidad, es mi mayor preocupación respecto a este alarde legislativo del Gobierno para arreglar los problemas derivados de la convocatoria apresurada de elecciones y el decaimiento de los proyectos de ley en trámite en la legislatura pasada. Los que lo han pasado por alto se dejarán oír cuando empiecen los problemas, que llegarán. 

La situación, pues, es muy clara: Junts tiene una nota de prensa con una serie de compromisos que pueden ser imposibles y el Psoe tiene sus decretos. Algo parecido a la investidura en la que Junts se quedó con la promesa del catalán en Europa y Sánchez con la presidencia del Gobierno. No les quepa duda de que las huestes independentistas están estupefactas porque, explican, para hacer una política de “lista de la compra” a lo Pujol, más vale hacerla bien como Bildu y sacarte la alcaldía de Barcelona, por ejemplo, y no unas cuantas cositas que quedarán en agua de borraja.

De todos modos hay que gobernar de otra forma. El chantaje no es un método ni para unos ni para otros. Puede considerarse una forma de chantaje querer sacar a cambio algo en cada votación, además de lo que genéricamente pactaste, pero no lo es menos la de pretender que lo que digas va a misa y te lo tienen que aprobar porque si no: a) viene la ultraderecha, o bien b) estás perjudicando a la gente. O nos respaldáis acríticamente o el Armageddon es una estrategia muy pobre con poco recorrido. Las batallas no son las guerras y aun así lo peor no llegará hasta después de las elecciones vascas y gallegas. Sólo ha sido el primer aviso, vendrán más.  

  

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