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Los profesores chiflados de Bruselas y el FMI siguen cosiendo a Frankenstein

Ana R. Cañil

Grecia vuelve este domingo a nuestras vidas, tras haber quedado sepultada bajo la crisis de los refugiados y las miserias políticas de cada uno de los países miembros de la UE. Serán las segundas elecciones generales desde enero, aquellas qie llevaron al poder al huracán Syriza, ahora transmutado en suave viento sur. Las encuestas pronostican un empate técnico entre los de Tsipras y Nueva Democracia, esta vez con Evanguelos Maimarakis al frente.

Acostumbrados a que la velocidad de los acontecimientos nos impida reflexionar con calma, este domingo hay que seguir lo que nos cuenten desde Atenas con algunas alertas en nuestra memoria. A saber, pase lo que pase, gane quien gane, los griegos saben ahora que les será impuesto el Memorando que aceptó Tsipras –más recortes, más austeridad como la que les ha llevado a la desesperación- después del referéndum en el que votaron contra las políticas de la troika. Esos griegos que se sienten traicionados no está claro cómo van a distribuir su voto, si es que van a votar, por más que los sondeos especulen con ellos.

Otro detalle a tener presente. Durante la noche puede haber alguna sorpresa. En Grecia, los datos de los sondeos hay que leerlos con tanta prevención como hacen los mismos griegos, sabedores de que pocas veces han acertado en los últimos tiempos y que la cocina que incluyen los medios de comunicación en las encuestas está muy ideologizada. Normalmente, a favor de la derecha. Pueden aparecer más partidos minoritarios de los que la demoscopia aflora. El Parlamento cuenta con 300 escaños, 151 dan mayoría absoluta. Se necesita un mínimo del 3% para obtener representación y al partido más votado se le otorgan 50 diputados más.

¿Ganará Tsipras y Syriza, pese a haber llevado el desencanto a tanta gente? ¿O lo hará el renacido Nueva Democracia (ND) de la mano de hasta hace unos meses segundón Evanguelos Maimarakis, el democristiano que se hizo con el control del partido tras la dimisión de Samarás? Son muchos los amigos griegos que se encogen de hombros ante la obviedad de la pregunta, porque lo que más les preocupa para mañana lunes es saber qué porcentaje ha sacado Amanecer Dorado, el partido que flirtea con la ideología nazi sin esconderlo y que las encuestas dan como tercera fuerza política, entre 7 y 13%. El hecho de que sus dirigentes estén encarcelados y siendo enjuiciados no influye a la baja.

Cuando la Unión Europea y su brazo ejecutor, la troika –el Banco Central y la Comisión Europea, más el Fondo Monetario Internacional- se transformaron en profesores chiflados al estilo Jerry Lewis o Eddie Murphy, e hicieron de Grecia un laboratorio donde experimentar las políticas de austeridad sobre once millones de habitantes-ratones, quizá pensaron que el resultado sería convertir a un feo, gordo y tímido profesor en un Adonis. Pero están creando un monstruo como el del doctor Víctor Frankenstein, llamado Amanecer Dorado y compuesto con votos de varios cuerpos de una sociedad griega machacada por los desmanes de su clase y los mejunjes en probeta, administrados desde Bruselas.

Abrir la tripa y diseccionar siempre a los mismos ciudadanos-ratones ya sabemos lo que acarrea, que un flautista de Hamelín les arrastre como corderos con música encantada que promete venganza. Asombra la facilidad con que ha calado la publicidad de los neonazis durante la campaña. En un anuncio, tres niños dicen que quieren “tener trabajo en mi país” y no quieren “ser minoría en mi país, queremos que Grecia pertenezca a los griegos”. Lo piden desde las pantallas, mientras los informativos muestran a miles de refugiados, que siguen llegando cada día a las islas de Cos y de Lesbos. Hay plazas y calles en Atenas donde ya no cabe ni un inmigrante o refugiado más.

Con este marco de fondo, la conversación con algún amigo griego es lapidaria. Sensatos pero desilusionados, cansados, asienten ante los comentarios sobre la desesperación de los refugiados, pero después añaden: “Sí, es una lástima ver a esta pobre gente, aquí llevamos años recibiéndoles y ayudando solo con apoyo de las ONG. Cuenta conmigo para apoyar y recoger a esas mujeres y niños, pero los griegos -que peleamos contra la ocupación turca y contra los nazis no hace tanto- también nos preguntamos porque esos hombres de más de 18, de 30, de 40 años, no se han quedado en sus países para luchar contra el ejército islámico y los fundamentalistas”. Ante el silencio asombrado del interlocutor que escucha desde Madrid, el amigo griego añade: “Ya sé que te asombra mi comentario. Y sí, mis palabras son el caldo de cultivo que utilizan los de Amanecer, pero mira nuestra situación desesperada. Nunca imaginé que entendería a quienes tienen la tentación de lanzarse a los brazos de los ultranacionalistas. Es tan fácil apuntarse a la idea de que Grecia sea para los griegos, luchar contra la troika y los nuevos invasores del Islam cuando miro a mi alrededor y veo lo que nos han hecho estos años y nos van a seguir haciendo desde el lunes…”.

Huelga decir que quien habla desde Atenas es una persona ilustrada, culta, sensible, tiene trabajo, habla idiomas y no es pobre…como tantos alemanes en 1933.

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