Rajoy gana tiempo pero el drama del euro no se ha acabado
Aunque abundan los comentarios elogiosos sobre el hecho de que el BCE se haya decidido a actuar con firmeza, la mayor parte de los diarios europeos de referencia expresa serias dudas sobre la eficacia final de la iniciativa de Mario Draghi, cuando no el temor de que, dentro de algunos meses, las cosas vuelvan a estar igual de mal que lo estaban hasta ayer mismo.
Eso sí, hay unanimidad en concluir que, gracias al mero anuncio del plan para comprar, sin límites, deuda pública de los países en dificultades, aunque a cambio de duras contrapartidas, los gobiernos de España e Italia han recibido un balón de oxígeno, en forma de un plazo suplementario de tiempo para pedir el rescate –total, o sea, sin apaños, que en eso Draghi fue meridianamente claro-- al que inevitablemente están abocadas sus economías, porque sin esa petición no habrá compra de deuda.
Es decir, que Rajoy dispone ahora de una prórroga, que él seguramente espera que se prolongue hasta después de las elecciones gallegas. Que el PP podría perder si antes el Gobierno hubiera tenido que anunciar nuevos recortes, entre los que cada vez está más claro que tendría que figurar algún tipo de reducción del gasto en pensiones. En definitiva, ayer en Francfort, sede del BCE, no se produjo ningún milagro. Y nuestra economía sigue al borde del precipicio, si no es que está ya cayendo en él. more
Esa sensación relativa a España, que, bastante más que Italia, es el asunto que más preocupa en Europa, impregna los análisis y comentarios que hoy hace la prensa extranjera. Y, en primer lugar, a los dos mayores y más influyentes diarios económicos del mundo.
Esto dice el comentario editorial del muy conservador Wall Street Journal: “Los mercados parecen haber aprobado el movimiento del BCE porque reduce a corto plazo el peligro de una ruptura del euro. En el mejor de los supuestos, el nuevo programa dará a Monti y a Rajoy más tiempo para impulsar sus reformas del mercado de trabajo, de los impuestos y de las demás cosas que sus países necesitan desesperadamente para empezar a crecer de nuevo. En el peor, la perspectiva de que el BCE salve el día a día sólo servirá para aliviar la presión a favor de las reformas. En este supuesto, seguirán los problemas de bajo crecimiento y pérdida de competitividad que tienen los países que no son del Norte de Europa. La historia nos indica que hemos de pensar que ocurrirá lo segundo”.
Y esto dice el editorial del Financial Times (que, por cierto hoy también publica un artículo que se titula: “El separatismo amenaza al futuro de España”, en referencia a lo que está ocurriendo en Euskadi y en Cataluña): “Draghi insistió ayer en que las compras de deuda estarán sometidas a estrictas y efectivas condiciones. Pero ese compromiso, aunque es bienvenido, no excluye el riesgo de incumplimiento. Draghi puede decir que el BCE dejará de comprar deuda de los países que no cumplan sus compromisos. Pero hacer eso después de que el banco central se haya empachado de deuda de un país en dificultades es como apuntarse con una pistola a la cabeza de uno y amenazar con disparar”.
Esa inquietud, junto a la presión de la mayoría de la opinión pública germana, que es contraria a nuevos compromisos de su país en el salvamento del euro, lleva a la prensa germana a ser particularmente escéptica, si no abiertamente crítica, con las decisiones de Draghi. Esto dice el Frankfurter Allgemeine Zeitung: “El BCE está enredado en su propio terreno. Los rescates a los Estados están prohibidos por los Tratados de la Unión Europea. Puede ser muy interesante lo que diga el 12 de septiembre el Tribunal Constitucional alemán al respecto”.
Otros diarios germanos aluden también a la sentencia que se anunciará ese día y que algunos pronósticos dicen que no será totalmente desfavorable a la participación alemana en el Mecanismo Europeo de Solidaridad, pero que podría llevar una letra pequeña que condicionaría seriamente el apoyo alemán a las medidas de Draghi.
El Suddeutsche Zeitung, además de elogiar al presidente del Bundesbank (que fue el único miembro del BCE que ayer votó en contra del plan), dice: “La mala noticia es que el BCE no deja duda alguna de que quiere salvar el euro a cualquier precio. Pero él no puede hacer tal declaración, que corresponde únicamente a un Gobierno que asume la responsabilidad de su pueblo”. Y por si todo eso fuera poco, Der Spiegel pide ahora que el pueblo alemán exprese en un referéndum cuál es su posición sobre la integración europea: “Sólo tras eso, el Gobierno de Berlín tendrá la legitimidad democrática que necesita para actuar”.
Lo que parece claro es que, pese a ese ambiente tan crítico en su propio país, Angela Merkel apoya a Draghi. Una explicación de esa actitud tan arriesgada la da el diario italiano Il Sole-24 Ore: “La pragmática canciller ha comprendido que es mejor presentarse a las elecciones alemanas de 2013 con el euro en el bolsillo que sin él. Porque la caída de la moneda única provocaría un shock de costes enormes y de consecuencias imprevisibles en Europa y también en Estados Unidos”.
Aquí no acaban los comentarios no precisamente entusiasmados por el plan de BCE. Por ejemplo, esto dice el editorial de hoy de Le Figaro: “Mario Draghi ha hecho su trabajo. Pero por muy pragmático y hábil que sea, él no lo puede hacer todo y ahora tienen que venir las contrapartidas que exige. Porque una cosa es calmar a los mercados y otra recuperar su confianza. Y eso corresponde sólo a los Estados. Entre ellos al francés”.
The Guardian afirma: “El imaginativo y astuto Mario Draghi ha hecho su parte, pero el plan está mal planteado y es insuficiente”. Y esto considera el editorial del diario belga L’Echo: “Comprar deuda a corto plazo supone crear un dinero que no se tiene, empujando a la inflación. La acción del BCE permitirá a los países frágiles ganar un tiempo, pero no resolverá sus problemas”.