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Saturno devorando a Feijóo

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Ayuso, y el líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo
13 de abril de 2023 22:40 h

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Ahora que, tras trece años de lucha judicial, una sentencia ha dado la razón a los herederos de Paco de Lucía en su demanda contra el compositor que se atribuyó la coautoría de Entre dos aguas, aquel tema que el genio de la guitarra tuvo que improvisar para completar un vinilo nos recuerda que en España todo nos divide. La música, el fútbol, la religión, la familia, los afectos, las acciones, la memoria y, por supuesto, la política. 

Todo es susceptible de confrontación y a todo le ponemos tanta pasión que uno no se explica cómo nos queda aún energía. Cada día el mismo combate: derecha vs izquierda; gobierno vs oposición; empresarios vs sindicatos; élites vs trabajadores; público vs privado; Sánchez vs Feijóo; Iglesias vs Díaz… Lo que nadie vio venir -o sí, que diría Rajoy- es que tan pronto la derecha se enzarzara en la dicotomía Feijóo-Ayuso para dirimir quién tiene que ser candidato a las próximas generales. Han leído bien: las próximas generales de diciembre. 

Apenas hace un año que el presidente del PP fue entronizado con gran éxito de crítica y público, y ya anda una parte de la derecha mediática queriendo engullir a su criatura. Él fue el primero en dar por amortizado a Casado cuando se puso al servicio del partido con el empuje de los barones y, ahora, son sus creadores mediáticos quienes le envían un recadito: si las municipales y autonómicas no arrojan un buen resultado para el PP el próximo 28 de mayo, Feijóo tendrá que irse y dejar paso a otro -a otra- para que ocupe el cartel electoral en diciembre.

Son los entusiastas de Ayuso, claro. Los mismos que veían en el gallego a un político de solvencia probada y masiva aceptación que generaba consenso entre las distintas sensibilidades del PP y garantizaba un revulsivo para relanzar al centro derecha ya no lo tienen tan claro. No le ven tan capaz como hace un año de construir una alternativa de gobierno a la coalición progresista de Sánchez. Ni tampoco como la única opción viable dentro de la familia popular para reconquistar la Moncloa.

Ahora ya explicitan en público que si no hay un vuelco electoral en las urnas, habrá que cambiarlo en mayo; que lo que mola es la modernidad y la alegría que derrocha Ayuso y no la grisura y tristeza que destila en cada aparición pública un Feijóo de verbo antiguo. La imagen evoca sin duda a aquel monstruo aterrador que Goya representó en Saturno devorando a su hijo. Le dieron la vida para ahora quitársela. 

Cierto es que hay quien tiene dudas de que se le puedan exigir responsabilidades por unos comicios a los que no se presenta y, menos, llevando solo un año al frente de la dirección, pero hay otros que recuerdan que en este país alguien de apellido Rubalcaba dimitió -más bien le empujaron a dimitir- como líder del PSOE por el resultado de unas elecciones europeas.

El caso es que los ayusers más entusiastas andan ya calentando motores y difundiendo que si el 28M la madrileña resulta la campeona de las autonómicas, se libra de Vox y obtiene la ansiada mayoría absoluta, estará en primera posición de salida para hacer con Feijóo lo mismo que hizo, con ayuda de la derecha mediática, con Casado. Las dudas que hoy transmiten algunos analistas afines a la baronesa madrileña sobre la competencia de Feijóo serán las mismas que ella esparcirá urbi et orbi si consigue la mayoría absoluta previo paso a postularse para medirse en diciembre con Sánchez en las urnas. 

En Génova son conscientes de la treta, aunque imposten buenrollismo con la inquilina de Sol, pero callan. Y sobre todo aguardan, como todos, al resultado del 28M porque nadie hay en la sede nacional que crea que la madrileña vaya a alcanzar la mayoría absoluta. Los datos que manejan sus demoscópicos la sitúan a cuatro o cinco escaños, lo que para sus pretensiones sería un fracaso sonoro. No sólo necesitaría, como hasta ahora a Vox, para seguir en el gobierno, sino que le restaría enteros en la carrera por la sucesión de Feijóo frente a Juanma Moreno, sea ésta cuando sea, y aunque Saturno ya haya emitido señales nítidas sobre el deseo de devorar a su hijo cuanto antes mejor.

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