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La segunda cucharada, la más amarga

El ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños; el comisario de Justicia de la Unión Europea, Didier Reynders, y vicesecretario de Institucional del PP, Esteban González Pons.
6 de marzo de 2024 22:33 h

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Nadie, sea quien sea, puede hacer lo que le dé la gana. Todo el mundo tiene que ceder alguna vez

Dashiell Hammett

Todos los niños que llevamos dentro saben que la segunda cucharada de asqueroso jarabe es la peor. La primera llega como por sorpresa mas la que sigue, ¡ay!, en esa nuestro cerebro ya es capaz de predecir lo que nos espera. Tal vez sea una lección que sólo hemos aprendido los de los tiempos en los que nadie se preocupaba por convertir la medicación en golosinas. Debe ser eso, cuestión generacional, o no hay forma de entender por qué los socialistas, tras tomar la amarga cucharada del no a sus decretos de Junts, tras negarse a retirar del 6/2023 la reforma del artículo 43 bis de la Ley de Enjuciamiento Civil, se enrocaron con el terrorismo y la amnistía volvió a chiqueros, y han vuelto ahora con la misma jugada de negarse y negar a sabiendas de que en sus actuales circunstancias no pueden sino plegarse y decir que sí. 

No me he dedicado jamás a la comunicación política y debe de ser por eso que no alcanzo a ver el interés de aseverar una y otra vez que la amnistía saldría sin cambios, “estamos cómodos con la ley así”, cuando obviamente los va a tener. Que el propio presidente del Gobierno en una entrevista afirme que no se iban a mover del proyecto pactado, cuando es evidente y hoy se verá lo contrario. Arcanos de los comunicólogos, supongo. Eso o un lío impresionante y la existencia de dos almitas negociadoras entre los socialistas, que, más que de poli malo y de poli bueno, han ejercido de polis que se pisan los talones. Lo cierto es que el pacto está hecho y que ha habido cuestiones que preocupaban a Junts, y al final incluso a ERC, relativas a los delitos de terrorismo y de traición, que se han retocado.

A priori no hay que escandalizarse, a grandes males grandes remedios. Excepto que milites en el bando que se borra de la realidad, debes concluir que ese terrorismo fake de Puigdemont –sólo se investigará durante el tiempo que venga bien, oiga, luego condenar será otra cosa– y esa alta traición que cae muy bajo en la escala de la Justicia están diseñados exactamente con la intención de invalidar el texto conocido del proyecto de ley de amnistía. Ítem más: como quiera que el juez Aguirre ha removido esto después de haberlo archivado, y a pesar de que había perdido esa resolución pero ya se la han encontrado las partes, resulta que sin connivencia alguna es ahora García Castellón el que se ha puesto a rebuscar a ver si había espías, sicarios y asesinos rusos en Barcelona durante el procés. Todo casual, no hace falta ser muy listo. A mí no me preocupa que se amnistíe el terrorismo y la alta traición, por el sencillo hecho de que no hay terrorismo real ni alta traición que indultar. Poco pecado. A causas fake, amnistías fake. Esto no significa que cuando se vean las alteraciones previstas en las enmiendas pactadas, la oposición vaya a tener para otro par de asaltos. Es lo que yo llamo la cucharada amarga, esa que me hace pensar que, ya que iban a hacerlo, mejor hubiera sido beberse el cáliz hasta las heces de un solo trago. 

Junto a esos escollos, es seguro que los socialistas han aceptado también la sugerencia de los indepes de usar el borrador de informe de la Comisión de Venecia para tomar algunas de sus sugerencias y mejorar la calidad de la amnistía en lo referido a la malversación, por ejemplo. Una baza que paradójicamente el PP les ha dado a los redactores sin querer. Ese mismo PP que se prepara para volver a la batalla también en este campo, no crean que se ha olvidado engatusados por la corrupción. 

De hecho, hace un par de días el comisario de Justicia Reynders decía creer que podía avanzarse en la negociación para renovar el CGPJ y los citó de nuevo para el 13 de marzo. Le ha faltado tiempo a González Pons para aseverar que no acudirán a esa reunión si en esas novedades aceptadas por Sánchez “se humilla a los jueces”. Ahora va a entender Reyners cómo va esto con el PP. Cualquier excusa puede ser buena para lograr el objetivo perseguido desde el principio, que no era ni es otro que impedir una renovación en la que entren independentistas y radicales en forma de vocal, en un consejo de mayoría calcada de la parlamentaria. ¿Cómo van a consentirlo ahora, justo ahora, ahora que creen que puede estar más cerca que nunca la caída de Sánchez entre unas cosas y otras? 

No, el PP no va a renovar el CGPJ ahora. Primero tiene que explorar la debilidad de Sánchez y del Gobierno: las cesiones, la corrupción, los malos resultados electorales, las europeas. Mientras crean que tras esos comicios es posible que el gobierno se tambalee y las tornas puedan cambiar, mientras tengan esa esperanza, no moverán un dedo para pactar un Consejo de mayoría progresista. 

Con todo y con eso a Sánchez le queda un trago, tomar su amarga cucharada para mantener los votos de Junts e intentar sacar adelante unos presupuestos. Hará de la necesidad virtud, no lo dudo, pero lo hará sin sonrisa, con una mueca.

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