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Sextapes y humillación: la carnaza del pueblo

Santi Millán

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El pasado domingo se filtró un vídeo sexual de Santi Millán con una mujer que no es su esposa. Yo no lo he visto porque me parece violentar la intimidad de alguien y tampoco me interesa su vida sexual. Además, me sorprende gratamente que nadie me lo haya pasado por whatsapp, lo cual quiere decir que en mi círculo cercano no estamos por la labor de agredir ni difundir secretos ni intimidades de nadie.

Cuando se filtran sextapes de famosos creo que hay un regusto de “es una persona pública” entre las personas de a pie que legitima el verlo, como que hay menos dilema que si fuera el vídeo de una persona anónima, por eso en algunas páginas porno hay secciones de “famosas”, vídeos que se han filtrado o de personas parecidas físicamente para el disfrute de algunos. Recordemos el caso de Kim Kardashian, que saltó a la fama por ello. En el caso de Santi, además gente argumenta arduamente que está siendo infiel, como argumento para difundirlo, así que ¿ver el vídeo es una forma de castigar a Santi? Como cuando se filtró el vídeo de la isla de las tentaciones de Marina, ah, pero como estaba siendo infiel, pues vamos a verlo y reírnos, si fuera con su novio ¿entonces no? Me da a mí que una cosa no quita la otra, no te hace mejor persona que Santi ver su vídeo sexual, y además, primero, ¿sabe alguien lo que pasa dentro su relación? Y segundo, ¿es de tu incumbencia la relación de unas personas adultas? Habiendo trabajado en Mediaset, sé de lo que atrae “el edredoning” en los titulares de las noticias, la carnaza que es, y lo que disfrutó España del “Estefaniaaaaa” en la primera temporada de la isla de las tentaciones. El sexo como intimidad vs el sexo como entretenimiento público.

Recuerdo conversaciones con mis amigas, en las que concluimos: si no quieres que se haga público, la solución es no grabarte. Mi amiga comentaba que su exnovio le enseñó una vez un grupo de whatsapp de amigos, donde algunos enviaban mini vídeos teniendo relaciones sexuales o fotos íntimas de chicas con las que estaban teniendo algo para parecer más machitos. Horrorizada, mi amiga sentenció: nunca lo haré. De nuevo, castigamos al que quiera tener una vida sexual como le plazca, no al que difunde. Si disfrutas grabándote pero no quieres ser una estrella del porno (pero sin cobrar escenas), no puedes. 

El sexting, las grabaciones caseras y demás prácticas sexodigitales consensuadas están catalogadas como otra práctica más, tal como la penetración, el sexo oral o el sexo anal. Pero al igual que se corren rumores en institutos porque “tal chica ha hecho esto con Pepito, es una guarra”, en el mundo digital, los rumores se difunden y dejan su huella a una velocidad pasmosa. Y al igual que los rumores no se difunden para el disfrute sexual de algunos, pasa lo mismo con los vídeos sexuales: se difunden para humillar y castigar, para reírnos de ello. Recordemos el caso de Olvido Hormigos hace más de diez años, que ha servido de inspiración para la serie Intimidad de Netflix, también se ensañaron con el por qué lo hizo, la infidelidad. Adiós a su carrera política. Se convirtió en personaje mediasetero a posteriori, a costa de su salud mental.

Creo que hay algo realmente perverso y roto en nuestra sociedad, si las personas tienen que estar recordando por activa y por pasiva que difundir vídeos sexuales sin consentimiento es delito, porque parece que no tenemos educación suficiente para no hacerlo si no hay castigo de por medio, si lo justificamos porque el protagonista del vídeo está haciendo algo malo, cuando ¿quiénes somos nosotros para juzgar a nadie? ¿Qué pasa? ¿No tenemos educación ni respeto? ¿No podemos swipear porque al siguiente tuit alguien lo ha colgado? Si el peaje por ser famoso es ser carnaza, cuidadito con lo que quiere decir de nosotros, no de los famosos.

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